Capitulo 31. Aguas turbulentas

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Antonella

Esa sola frase esa pregunta hizo que el corazón de ella terminara de quebrarse. Comenzó a llorar como si el Mundo se le estuviese viniendo encima, y lo cierto es que así mismo lo sentía ella. Sentía que su mundo se desmoronaba frente a sus ojos y que ella no podía hacer nada para evitarlo, que ella no podía salvar su matrimonio. No pudo hacerlo un año atrás y no podía hacerlo ahora también

Enzo le había demostrado que él podía ser un hombre capaz de amar, que podía hacerla sentir maravillas en el sexo, que en la cama eran tan perfectos, tan únicos, tan complementarios. 1 con el otro. Sin embargo, fuera de allí, fuera de la pasión, fuera del deseo carnal, ellos tenían los mismos problemas que tuvieron 1 año atrás No se comprendían y seguían las mentira

La falsedad, abundaba entre ellos dos

—No es que yo quiera el divorcio o no, eso depende de ti. Y tú ya decidiste por ambos. — Ella se levantó de la arena, se sacudió la ropa y le miró a los ojos, aunque sus mejillas estaban humedecidos por las lágrimas que había estado derramando durante largo rato. Ella no se avergonzó de estas. Definitivamente era el final de su relación con Enzo.

No había regresado a Nápoles con intenciones de que su matrimonio funcionara, Dios sabe que ella no tenía intenciones de volver a acostarse con su marido.

—¿Qué es lo que quieres hacer entonces? No puedes venir a Nápoles a decirme que quieres intentarlo.

—Yo no vine a eso, vine a que me firmaras el divorcio porque durante 1 año no le hiciste caso a mi abogada. Vine porque creía que lo justo era que me firmaras el divorcio para que cada 1 pudiera continuar con su vida.

—¿Es lo que quieres tú? — Le preguntó él, y a ella se le hizo un nudo en la garganta. No pudo responderle, sin embargo, él se acercó a ella y, aunque Antonella agachó la cabeza para hoy que él no se diera cuenta de él, el dolor que estaba sintiendo, Enzo tomo sus mejillas entre sus manos y le obligó a mirarla. — hago lo que tú quieras. Estoy aquí en Grecia contigo porque quiero hacerte feliz. Ya nos dijimos lo que sentíamos el 1 por el otro. ¿porque arruinarlo ahora?

—¿Será porque tú sigues sin confiar en mí? ¿Será porque sigues pensando que me interesa tu dinero?

—¡Es que no me ayudas a pensar otra cosa! — Él soltó sus mejillas. Sería un paso atrás. — Estoy intentando entender cómo es posible que me digas a mí que la tarjeta que te he estado pagando durante todo 1 año no la has utilizado.

*****

Enzo

Él la amaba.

Por supuesto que lo hacía, sin embargo, la verdad había que decirla.

Durante todo ese año que ella se fue, él se encargó de que a ella no le faltara nada, pagando cada una de las cosas que ella consumía con esa tarjeta, una cuenta ilimitada con la cual ella podía sobrevivir en lo que se refrescaba su mente y decidía volver a él. Cuando ella llegó a Nápoles, él entendió que quizás ya ella había recapacitado y por eso estaba allí. Encontró la forma de convencerla de que se quedara. Ofreciéndole un mes de puro placer. Fue una medida desesperada, pero que al final logró convencerla de quedarse y eso era lo único que importaba.

¿Entonces, por qué ahora no quería reconocer que había estado utilizando la tarjeta, porqué mentirle? Él no iba a enojarse, la tarjeta era para ella, se la dio a Thalía, la hermana de Antonella, con esa misma intención. Fue una medida para así asegurarse de que ella estuviese a salvo de que ella tuviese lo necesario. Su esposa no iba a andar rodando por el mundo. No iba a dejar que ella estuviese en España sin un solo céntimo en su bolsillo.

EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora