—¿Cómo puedes creerle a ese malnacido después de todo lo que te ha hecho? ¿Cómo puedes creerle a él y no a tu propia hermana, a tu sangre? — Preguntó en un tono mucho más elevado de lo que Antonella hubiera deseado, ella, para tranquilizar el temblor de sus manos le dio un sorbo a su café y dejó que el calor bajara por su garganta con suavidad. Cerró los ojos y aguantó la respiración, y contó hasta 5 y luego los abrió y miró a su hermana.
—Si algo he aprendido de esta vida es que cuando una persona se siente acorralada muestra las garras de inmediato para defenderse.
—Deja de estar insinuando cosas, deja de estar maquillándola si quieres hacer una acusación, hazla formalmente. — dijo su hermana menor con tono nervioso.
—Solamente quiero saber por qué lo hiciste.
Su hermana se levantó y caminó con dirección hacia la puerta. El bolso colgado de su hombro de una marca que ella reconoció de inmediato, era una LV.
Thalía no ganaba tanto como para comprarse un bolso asi.
Antonella no sabia de marcas famosas, pero una LV la reconocería en cualquier lado.
—¿Has creído que soy una tonta verdad? ¿Has pensado todos estos años que podías manipularme a tu antojo? — ¿Antonella? Sintió que algo se encontró dentro de ella. Sin embargo, continuó hablando. — viniste sin maletas, viniste sin bultos sin nada más que tu bolso. Viniste a buscarme pensando que yo iba a saltar a tus brazos desde el momento en que yo abriese la puerta. Viniste con la certeza de que yo no voy a poner resistencia. Porque te encargaste de que yo confiara en ti a ciegas, porque eras mi hermana, me lo porque eras mi sangre.
Talía tiró el bolso del sofá y se acercó a ella.
—¿Te crees mejor que yo no es así? ¿Te crees que puedes venir a acusarme después de todos estos años que he estado contigo, escuchándote quejarte de lo triste que es tu vida? — Explotó ella. — Estoy harta de ser tu paño de lágrimas. ¿Estoy harta de ser siempre la que escucha siempre la que está para los demás, pero para mí, quién ha estado?
—¡Sabes muy sabes muy bien que eso no es así, sabes que cuentas conmigo!— exclamó Antonella.
—¿En serio lo sé? — Preguntó sarcástica. — No me digas que tú estás para mí. ¿Acaso sabes cuántas veces he terminado con mi novio? ¿Te sabes el nombre de mi novio? ¿Sabes con quién salgo? ¿Sabes a quién veo? ¿Sabes cuáles son mis amigos? Tú no sabes absolutamente nada de mí, tú no sabes siquiera si voy a la Universidad, tú no sabes lo que hago para conseguir mi dinero y poder sobrevivir en España. No tienes idea de las cosas que he pasado desde que nos fuimos de Italia.
De repente Antonella se dio cuenta que verdaderamente ella desconocía la vida privada de su hermana menor.
—El que tú no me cuentes las cosas no te da derecho a aprovecharte de lo que es mío, de lo que me pertenece, a mentirme durante todo un año, aprovecharte de la buena voluntad de un hombre. — ahí estaba la acusación simple, sencilla. — te aprovechaste de esa tarjeta, él la pagó cada mes, sin importarle cuánto consumías te aprovechaste de que él pensaba que quien estaba realizando los consumos era yo, me llevaste una sola vez a un Spa en todo este año diciendo que yo necesitaba un cambio de aires. Te compraste cosas caras...— ella señaló de inmediato el bolso que estaba en el piso. — Te compraste ropa. Te cambiaste el color de las uñas cada 3 días.
—Él no te merece, él no tiene idea de la mujer que eres, él no merece estar contigo, él no merece que le Ames como lo haces de forma tan desinteresada. Ninguna mujer debe de entregar su corazón, así como tú lo has hecho con ese desgraciado. Nadie debe de entregar tanto de sí mismo para que otra persona tenga la capacidad de destruirlo.
ESTÁS LEYENDO
EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)
RomanceAntonella Luigi está casada, legalmente casada con un hombre que conoció un año y algunos meses atrás. Ella descubrió la razón de su matrimonio: una herencia por cobrar. Vicenzo Luigi, tuvo una condición para que pudiera cobrar su herencia: casarse...