Capitulo 20: Jodida

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La tarde llegó, culminó, pero ninguno de los dos salió a conversar, a solucionarlo, cada uno encerrado en su habitación: ella en la habitación para invitados y él en la soledad del cuarto matrimonial, tenían demasiadas cosas para pensar, sin embargo lo único que pasaba por la mente de Antonella era que él se había abierto a ella un poco más, esta vez más que nunca.

Pero habían cosas que ella no comprendía, porque ella jamás había sido capaz de utilizar su nombre como una llave para abrir puertas, jamás había estado interesada en consumir el dinero de Vicenzo, era algo que sencillamente no podía hacer por sus principios, por su orgullo, porque ella era quién lo había abandonado al descubrir que su matrimonio había sido todo una farsa.

Pero en los ojos que él había visto la desesperación cuando ella aceptó pasar un mes a su lado, de sus ojos vio que él se sentía fatal cuando ella le expuso las verdades a la cara.

Ella no iba a pasar un mes con el porque sentía que él se lo merecía, más bien porque ella se merecía disfrutar de su matrimonio, sin pensar en que los dos habían mentido: ella había jurado que no lo amaba y él había jurado que la amaba.

Irónico.

Sin embargo, ella sabía jamás iba a encontrar ningún hombre como él. Vicenzo Luigi era único.

Así que lo mejor que podía hacer era disfrutar de ese mes junto a él y hacerle entender que estaba perdiendole para siempre, hacerle saber que él no iba a volver a recuperarla..

Pero allí, en la soledad de su habitación, recostada en la cama sin ropa interior puesta, con la bata pesándole en el cuerpo, se daba cuenta aquello le superaba, ella no era así.

—Demonios. —farfulló.

El hambre se le había ido, quería otras cosas, tenía hambre de algo más. No fue a Nápoles con intención de que el intentara recuperarla, no fue a Nápoles con intenciones de que su matrimonio funcionara, pero estaba allí ahora. Estaba allí y maldición quería demasiado que todo funcionara para ellos.

Era cierto lo que le había dicho a Vicenzo sobre Scott, ella no le amaba, así que sacando su teléfono móvil miró la hora y se dio cuenta que ya eran pasadas las 6 de la tarde, habían pasado horas en la cama desde su encuentro con vicenzzo en el pasillo.

—Hola, hermosa. — le saludó Scott de inmediato.

—Necesito hablar contigo. —le dijo sin saludar. —tienes tiempo?

—Para ti siempre lo tengo, pero presiento que lo que me vas a decir no voy a gustarme.

Sintió los ojos escocer en la garganta cerrarse de repente no podía cortar la relación que tenía con Scott por teléfono.

—Lo siento te volveré a llamar mañana. —qué le dijo y despidiéndose con esas palabras cerró la llamada.

—¿Qué estoy haciendo? — se preguntó en voz alta.

Ella era joven e inexperta, la única relación que había tenido formal era con Vicenzo y luego de allí todo se fue al caño, entonces, meses después conoció a Scott y aunque tan solo habían cruzado un par de besos esporádicos sentía que con él podía tener estabilidad.

¿Por qué arriesgarlo todo por un mes de aventura y sexo en Nápoles?

Porque era lo que su corazón quería era lo que ella deseaba, se respondió así misma claramente.

Ella desea experimentar eso que se habían robado con sus discusiones y malos entendidos sentía que había mucho más detrás de todas aquellas palabras y esos misterios que habían entre ellos.

El teléfono le vibró en la mano justo cuando se estaba levantando para buscar a vicenza parecía una señal del destino.

—¿Qué diablos te pasa? —FUE EL SALUDO DE SU HERMANA.

—Hola para ti también, ¿qué es lo que necesitas Thalía?

—¿Así vas a tratarme ahora después de todo lo que he hecho por ti?

—No entiendo lo que está pasando ahorita un poco porque estás tan agitada.

—Scott acaba de llamarme completamente asustado porque parece que tú vas a volver con tu marido.

Era como un maldito sexto sentido que su hermana tenía.

—He llamado a Scott porque quiero hablar con él de cosas que no tienen que ver contigo. —sin embargo por más que amaba a su hermana ella no debía de meterse en su vida privada en su vida personal.

Lo que ella decidiese hacer con su vida no tenía por qué afectarla. Thalía era independiente, no dependía de ella ni de su dinero ni de su estabilidad emocional, nunca había sido así y estaba segura de que su hermana jamás la necesitaría de aquella forma, era demasiado autosuficiente para necesitarla.

—¡No me jodas, Nella! ¡estás de coña! ¡Ese hombre solo sabe utilizarte! ¿Que Diablos pasa contigo?

—Talia..— Nella se enfureció y estuvo a punto de perder los estribos.

—Tu no sabes nada de la vida. Tu no sabes nada de nada. Deja de jugar a la mujer adulta. Esa liga no es para ti. ¡Son putas ligas mayores!

Aquello le enervó.

¿Ligas mayores?

Se enfureció completamente y mandándola al infierno cerró la llamada y se dirigió a la habitación de Vicenzo.

Entró como una estampida de toros y lo vio sentado en el borde de la cama con las manos cubriendo su rostro.

—¿Nella?

—Un mes. Seré tuya un mes. Olvidemos todo lo demás. Tan solo por un mes seamos lo que éramos antes de todo esto. Complaceme y hazme sentir que me quieres. — le pidió.

El no necesitó ni una palabra más.

El se levantó de la cama y fue a su encuentro.

EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora