Capitulo 30. Divorcio

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Pensando que las cosas iban a salir mejor, tristemente se dio cuenta de que todo iba de mal. Es castillo de azúcar que ella había creado se dio cuenta que torpemente se iba a ir derrumbando con las aguas del mar salado de aquella playa de Grecia.

Demasiada historia, demasiado pasado entre ellos, demasiadas cosas pendientes de hablar. El amor no era suficiente, él se lo había dicho y ella no lo había creído. Su hermana se lo había dicho y ella tampoco le había escuchado.

Ahora se arrepentía.

— Mira, Vincenzo, no sé de lo que me estás hablando, pero no te he comentado esto para que quieras hacerte responsable si estoy embarazada.

—¿Si estás embarazada no me vas a negar el derecho de ser padre? Es mi derecho.

—¿Acaso te estás escuchando? — Le pregunto ella saliendo del autocontrol que se había impuesto. — estás poniéndome a mi como si yo fuese la mala de esa película.

—¿Qué diablos quieres que piense cuando fuiste tú misma la que ahora has admitido que ni siquiera le has dicho a tu novio, que vas a volver conmigo, que vas a darle una oportunidad a lo nuestro?

—¡Es que no es mi novio! — gritó ella. — Eres el único hombre con el que he Estado, eres el único hombre en mi vida. Él ha sido una persona con la cual he desarrollado una cercanía. Él es...

— Voy a Detenerte ahora mismo porque no me interesa saber lo que él es para ti. — dijo él. — No me importa cuál ha sido tu vida y tu tiempo invertido en España.

— Es que no hay nada en lo cual engañarme. Se nota que estás pensando que soy una buscavida, una desgraciada. pensando cosas que no son sobre mí. — ella volvió a sentir las lágrimas en sus mejillas. Se sintió derrotada.

— Tú te has creado esto tú sola. Tú eres quien ha creado que la situación se vea peor.

— No puedo creer que seas capaz de decir algo así cuando lo único que he intentado es que lo nuestro se mantenga.

— Y cada vez que enviaste a tu abogada para que me enviara los papeles del divorcio? — el Soltó una carcajada. — no te atrevas a decir que tú eres quien ha mantenido este matrimonio.

— Entonces, no hay razón para que estemos juntos, Vicenzo. — Ella tomó el celular en su mano. — no hay razón para que tú y yo sigamos con esto, no hay razón para continuar — sintiendo que el corazón se le congelaba en el pecho, ella caminó con dirección a la salida mientras las lágrimas bajaban por sus mejillas.

— Nella...

— No. No, Vicenzo. —ella le dijo cuando él quiso tocarla. —no más. No me crees. Y no sé cómo he sido tan estúpida de pensar que si lo hacías, que si confiabas en mí. Sin embargo me sigues viendo como una caza fortunas.

— No te hagas la mártir.

— Vete al diablo, Enzo. — Ella se alejó de él caminando a tropezones, con la visión que se le nublaba por las lágrimas que bajaban a tropel.

Ahora se daba cuenta lo que su hermana se refería cuando le decía que ella era muy tonta y muy ingenua para embarcarse en un matrimonio con un hombre que le llevaba 10 años. Ahora entendía lo que se refería a el hecho de dejar de vivir su vida para vivir, la de él, para que él pudiera disfrutar para que él pudiera ser feliz. Ahora entendía porque las personas criticaban tanto las relaciones donde había una de las partes que le llevaba a la otra tantos años.

Su relación jamás tuvo futuro.

Y entenderlo le dio ganas de vomitar.

Sin darse cuenta, se encontró llamando a su hermana.

— Estoy sin mi pasaporte. Mi vista estoy sin absolutamente nada, no tengo nada y estoy en Grecia.

—¿En Grecia? ¿estás bien? — Su hermana hizo una pregunta detrás de la otra. — ¿estás llorando?

— No sé cómo pude haber sido tan tonta de pensar que esto podía continuar. Hola, no sé cómo, no te hice caso en el primer momento antes de casarme con él. — ella caminó con dirección hacia la playa, aunque su mente ni siquiera se daba cuenta. Su cuerpo era el único que se movía. Su cerebro estaba completamente frito, su cerebro estaba igual de frio que su corazón.

Sin embargo, tuvo la entereza de poder llamar a su hermana, la única que siempre respondía el teléfono cuando ella le necesitaba. La única en la que podía confiar y aunque sabía que iba a darle largas a la situación con Scott, ella debía de informarle que no iba a casarse con él, pero que tampoco iba a continuar su matrimonio con Enzo.

Se daba cuenta que necesitaba conocerse a sí misma, que necesitaba tiempo para pensar.

Quitaba tiempo para ver si en verdad estaba embarazada y hacerse la idea de que iba a tener un hijo.

—¿Qué es lo que te hizo esta vez? — Ella puso el celular en altavoz y se sentó en la arena. El sonido del mar comenzó a relajarla con lentitud. Tarde pero seguro, logró dejar de sollozar.

El vaivén de las olas le tranquilizó.

— No es lo que me hizo o lo que me dijo es que apenas comienzo a entender que tenías razón. Odio admitir que tenías razón. ¿Cómo es posible Thalía que él me vea solo como una caza fortunas? ¡Jamás me ha interesado su dinero! ¿Cómo es que él se ha atrevido a insinuar que me he aprovechado de su dinero? ¿de su apellido?

Silencio absoluto. Su hermana no dijo no.

Se quedó allí en silencio. Ella sabía que su hermana estaba detrás de la línea escuchándola, sin embargo, no emitió ningún comentario.

—¿Es que acaso me veo interesada? ¿Es que acaso él ve en mí esta necesidad de tener dinero de poder saciar las necesidades que tuve de niña? La única falta que he tenido es la de mi madre y aún así he seguido adelante. Aún sabiendo que ella vive del otro lado del mundo y que no fue a mi boda. Aún sabiendo que me gradué de la Universidad y que ya tampoco asistió. Cuál es la única necesidad que tengo y sigo viva. Sigo viva, sabiendo que ella no va a venir. ¿Cómo se atreven a insinuar que yo dependo de él?

Su hermana seguía en silencio, tan solo escuchaba su respiración.

— Por favor, di algo, Thalía. Di que entiendes lo que te estoy diciendo. No puede ser que sea yo la única que cree que esto no es posible después de cómo he sido con él todo este tiempo. — su hermana seguía en silencio. — dime que no me estoy volviendo loca. Dime que realmente él está intentando desecharme como si fuese una basura. ¿Es que acaso no encuentro otra excusa para simplemente firmar el divorcio? Yo no quiero nada de él, nunca he querido su dinero y no voy a empezar ahora.

— Nella...

— Antonella. — la voz de Vicenzo opacó la de su hermana.

— Ahora no puedo. — fue lo único que salió de los labios de Antonella mientras su marido se colocaba frente a ella.

La visión de la playa de repente se opacó y tan solo volvió el dolor. Su corazón, que había vuelto a ralentizarse, volvía a estar acelerado.

— No tengo tiempo para escuchar otra vez. ¿Cómo me acusas sin sentido, sin razón? — Prosiguió. — si lo que quieres es el divorcio, pues eso tendrás. No voy a tener un solo céntimo de tu dinero, no lo necesito, no quiero tu dinero y jamás lo he querido.

Aunque las palabras salieron de sus labios, a ella le dolió, le rompió el corazón en dos mitades más de lo que Vicenzo se lo había perforado con sus acusaciones falsas.

—¿Quieres que te firme el divorcio, Nella?


EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora