Vicenzo.
Confiar en ella había sido la estupidez más grande que había cometido.
Él lo supo y aun así se dejó llevar. La deseaba. Joder. La deseaba como nunca antes lo había hecho.
Quizá fue la forma en cómo se defendió, talvez en cómo se comportó de camino al apartamento, a lo mejor en cómo se mantuvo firme con relación a querer el divorcio. Todo aquello representó un reto para él.
Nadie se le negaba jamás. Cuando el quería algo, siempre lograba obtenerlo. Su esposa no fue la excepción.
—¿Qué quieres, Gio? —preguntó cuándo salió de la habitación luego de tener sexo con su esposa. —Interrumpes mi vida.
—Supe que mi cuñada regresó. Tu entrevista estuvo fenomenal. —maldición, pensó, Enzo.
El puñetazo que le había dado al periodista debía de estar en todas las redes y plataformas de chismorreo.
—¿Qué quieres? — volvió a preguntarle.
Giovanni era una víbora, una fiera, una mujer con poca paciencia pero muy maquiavélica. Igual a su madre. Juntas eran de acabar.
—Mamá está molesta. —advirtió. — eres un Luigi. No vas por ahí haciendo espectáculos en las calles.
—No tengo tiempo para esto, Giovanni.
—¿Te la follaste, cierto? Otra vez caíste en las redes de esa puta...
—¡Mucho cuidado en como hablas de mi esposa! — dijo con tono ácido. — el miró hacia su espalda intentando descifrar si Nella había escuchado.
Lo que había sentido con ella...el sexo...maldición, admitir que había amado cada segundo era algo que no podía permitirse.
—Quiero que veas algo antes de que me crucifiques a mi, hermana mayor. Dime algo, ¿Cómo una mujer que ha vuelto con su esposo, se folla a su novio el día antes?—dicho esto, se despidió lanzándole un beso.
Vicenzo vio la pantalla de su móvil y un video salió en el WhatsApp.
Gio no se iba nunca por las ramas.
El rostro de Enzo se volvió de repente de piedra maciza.
Su mujer.
Besando apasionadamente al guanajo de Scott Belén en la entrada del departamento de Nella para luego verlos perderse detrás de la gran puerta de hierro.
El video tenía alta resolución y fecha del día anterior.
¿Y así sin más ella ese día se acostaba con él?
¿A que estaba jugando?
¿Así de maquiavélica podía ser su mujer?
¿Era Nella una completa extraña para el y su hermana y madre habían tenido razón todo el tiempo?
Su estatus, su apellido, su dinero.
Nella había hecho uso de todo para entrar a lugares importantes. Para darse una buena vida en España.
Y él había creído, por un segundo, por un corto momento, que en un mes ellos podían solucionar sus diferencias.
Si, era cierto, él se había casado por los motivos que Nella descubrió.
Pero eso no significaba que no le amara.
La quiso de inmediato. Su frescura e inocencia le hizo amarla como nunca antes había amado y respetado a ninguna mujer.
Y ella le había visto la cara de idiota.
Pero él iba a volver aponer la misma coraza. Era mejor cuando no se dejaba querer.
—¿Qué...que pasa? —preguntó.
—¿No lo has visto, Nella? — preguntó el sin entrar a la habitación. Lo mejor era mantenerse alejado de ella, que no viera su rostro atribulado y a la misma vez enojado. —supongo que ambos sabemos lo que ha pasado aquí. —que ella había jugado con sus sentimientos una vez más.
—Enzo...—el sonido de su nombre le puso los pelos de punta. Su miembro se puso erecto de inmediato y se maldijo por su debilidad.
—Eres mi esposa, Nella. Esto solo prueba que tienes el mínimo de cerebro. — dijo. — al menos puedes cumplir con tus deberes como tal. — agregó. —mañana te firmaré los papeles del divorcio. Pero esta noche, permíteme descansar de ti.
Nella movió la cabeza y frunció el ceño. Ella no sabia que el ya había descubierto su plan. Lo único que ella y ese malnacido de Scott lo único que buscaban era su dinero.
—¿Divorcio?
—Sal de mi habitación. —le ordenó.
—Pero tú y yo... nosotros...—nada más que un recuerdo de lo que pudimos ser, pensó.
—Vete ahora antes de que volvamos a cometer otro error como este que acaba de suceder.
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EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)
RomanceAntonella Luigi está casada, legalmente casada con un hombre que conoció un año y algunos meses atrás. Ella descubrió la razón de su matrimonio: una herencia por cobrar. Vicenzo Luigi, tuvo una condición para que pudiera cobrar su herencia: casarse...