Capitulo 32. Su hermana

469 27 0
                                    


Ellos viajaron a Nápoles como si su vida dependiera de ello y en verdad, así lo sentían. Sentían que en cualquier momento algo malo iba a pasar. Era como una penumbra, como una brisa fría oscura, algo que pesaba sobre sus cabezas, algo que estaba allí, aunque ellos no podían verlo. Se olvidaron de todos los problemas, se olvidaron de la disyuntiva entre ellos con relación a si ella le había engañado o no. Se olvidaron de sus problemas relacionados a su matrimonio. Al menos de su parte, lo había hecho ya. Nada de eso importaba. Tan solo le preocupaba a su esposo, ese que estaba sentado a su lado con su mano entrelazada en la suya. Ese que a pesar de todas las cosas se demostraba preocupado por su hermana.

Ese doctor lo había llamado para decirle que algo grave le había pasado a Giovanni..

Y aunque Enzo había tenido problemas con ella, antes de ellos escaparse a Grecia, ella seguía haciendo su hermana y eso Antonella lo entendía. No se imaginaba vivir una vida sin Thalía, así que se ponía en los pies de su marido y sabía que él estaba destruido, que se estaba desmoronando poco a poco mientras el avión lograba aterrizar.

El doctor no ofreció ninguna otra información, lo único que le dijo es que debía de llegar al hospital lo más pronto posible. Así que el jet privado no tardó en arrancar, desde que ellos recogieron lo poco que habían comprado en Grecia. O más bien las pocas cosas que para ella tenían valor.

No le importó dejar toda aquella ropa y zapatos que su marido le había comprado en esas semanas que había mandado a traer sabrá Dios de donde, sin embargo, ella no era frívola, a ella no le importaban esas cosas. Sí, la tela era exquisita y sabía que jamás en su vida volvería a utilizar nada como aquello. Pero no tenía cabeza para pensar en almacenar y guardar esas cosas.

Se puso solo un vestido largo de color verde claro, lo cual acentuaba sin habérselo propuesto, el tono claro de su piel, vestido que le llegaba hasta los tobillos y que jamás en su vida en España ella se habría atrevido a utilizar. Ella era delgada, bastante alta, aunque aún así su marido era mucho más alto que ella. Hoy un sombrero que ocultaba gran parte de su expresión.

Después de lo que pareció eternidad para ellos, el avión aterrizó y Enzo se acercó al piloto agradeciendo el esfuerzo por llevarlos lo mas pronto posible.

A partir de allí, todo fue más silencioso. Sin embargo, ella jamás se alejó de su lado, se montaron en el auto y llegaron en menos de 40 minutos al hospital, donde su hermana se encontraba ingresada.

Ella no revisó su celular, no volvió a regresarle la llamada a Scott. Ni siquiera volvió a pensar en él en el tiempo en que estuvo en el avión, su cabeza solamente tenía espacio para pensar en su marido.

Habían demasiadas cosas que ella no entendía, demasiadas cosas que estaban torturándole la vida. Ella necesitaba respuestas.

Él aseguró haberle dado una tarjeta para cubrir sus gastos mientras ella se alejó de su matrimonio, de su vida de Nápoles.

Pero ella nada más tuvo acceso a ningún dinero de Vicenzo.

Cuando llegaron al hospital, él se detuvo frente a ella y le miró a los ojos, unos ojos oscuros que reflejaban el dolor y la desesperación. Angustia por no saber el Estado en el que se encontraba su hermana menor.

—Todo va a salir bien. — fue lo único que salió de su boca. Ella se acercó a él y colocó ambas manos a los lados de su rostro. — Hoy confiaremos en que todo saldrá bien y vas a entrar allí. Preguntarás por ella y debes de ser positivo.

—La cagué con ella, Nella.

—Sabes muy bien que no ha sido así, las cosas estaban complicadas entre tú y ella, entre nosotros.

EL ITALIANO VENGATIVO (EN EDICION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora