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El vecino tenía rasgos marcados y atractivos, con ojos profundos y una sonrisa amable que la desconcertó aún más. Haru se sintió atrapada en ese instante, sin saber qué decir o hacer. Su corazón latía con fuerza, y sus mejillas se sonrojaron intensamente.

—¿Me estás siguiendo? —Preguntó él, con una expresión intrigada

Haru se quedó estática, mirando hacia arriba ya que él era más alto que ella. Con sus grandes ojos fijos en los suyos, esperaba alguna reacción positiva a la pregunta tan comprometedora que el vecino le había hecho. Al notar lo sonrojada que estaba, la expresión del joven se suavizó y soltó una pequeña risa, relajando un poco la tensión.

—Bromeo —Aclaró, aún sonriendo.

—¿Qué? —Respondió Haru, confundida.

—Es el supermercado de Madre Linda —Sonrió él —Todos en el vecindario vienen aquí. Claramente no me estás siguiendo.

Haru entendió la broma de su vecino, aunque estaba tan concentrada en la forma de sus ojos que apenas podía prestar atención a las "tonterías" que él decía. Para ella, esta era una conexión útil que podría usar para hablarle otra vez en el futuro, fuera de un pasillo lleno de gimbap y sushi.

—Ah —Haru sonrió tímidamente, bajando la mirada —Soy muy lenta, lo siento.

—No —La calmó él, con una voz gentil —No te preocupes.

El corazón de Haru seguía latiendo con fuerza, pero la calidez en las palabras de su vecino y su risa la hicieron sentir un poco más relajada. Finalmente, reunió el valor para mirarlo a los ojos una vez más, agradecida por la inesperada y desconcertante conversación.

El vecino suavizó su sonrisa, dejándose llevar por su curiosidad, penetrando su mirada en la de Haru como si quisiera ver más allá de esos hermosos ojos color miel. Haru no decía nada, solo se quedó allí, esperando que él hiciera algo más que simplemente observar su rostro.

El vecino lamió sus labios, esbozando una pequeña sonrisa, y tomó las fresas de su carrito para entregárselas a ella. Haru, inconscientemente, las tomó, mostrándole una expresión confusa mientras fruncía ligeramente el ceño.

—Tomé las últimas —Murmuró él —Tú las viste primero.

Haru sintió un cálido agradecimiento mezclado con sorpresa. Su corazón latía aún más fuerte, y no sabía cómo responder a este inesperado gesto. Sosteniendo las fresas, finalmente encontró las palabras.

—Gracias —Dijo, casi en un susurro —No tenías que hacerlo.

—No es nada —Respondió él, sonriendo —Además, creo que te gustan mucho más que a mí.

Haru asintió lentamente, sintiéndose un poco más cómoda, aunque todavía abrumada por la intensidad del momento. Mientras ambos mantenían el contacto visual, una conexión silenciosa se estableció entre ellos.

—Me llamo Hyunjin —Dijo finalmente, rompiendo el agradable silencio recibiendo una sonrisa tímida de Haru.

—Haru.

Haru estrechó su mano, sintiendo la calidez de su piel. Aunque sus palabras eran simples, el encuentro dejó una impresión profunda en su corazón. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez este nuevo vecindario no sería tan malo después de todo.

—Bueno, Haru —Jugaba con su mano —Gusto en conocerte.

En todo el camino a casa, Haru no paraba de sonreír mientras miraba su mano, recordando lo suave que era la mano del vecino y cómo él había jugado con ella

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En todo el camino a casa, Haru no paraba de sonreír mientras miraba su mano, recordando lo suave que era la mano del vecino y cómo él había jugado con ella. Su sonrisa reflejaba la seguridad que tenía, la penetración de sus ojos y el suave coqueteo entre sus pequeñas risas y miradas.

"No, Haru. No te ilusiones" pensó, mientras levantaba la mirada hacia la ventana.

Pero era imposible no hacerlo; él le había dado el último contenedor de fresas y, por alguna razón, se había dado cuenta de que a ella le gustaban más que a él. Mordió sus labios, quitándose el cinturón de seguridad justo cuando su padre había estacionado el auto en casa. Después de acomodar toda la comida, Cori se encargaba de hacer la cena, mientras Lucas preparaba la mesa con antelación porque sabía que Haru era impaciente cuando tenía hambre.

Mientras los adultos hacían sus cosas abajo, ella se encontraba poniéndose cómoda en su habitación. Finalmente, bajó a la sala, procediendo a abrir la nevera y tomar una de las fresas del contenedor. Se dirigió al grifo para lavarla, tomándola por sus hojas y llevándola a su boca. Y otra vez pensó en él, no pudo evitar sonreír un poco.

—Estás muy sonriente —Comentó Cori juguetona, mientras cortaba las zanahorias.

—¿Quién? —Preguntó Haru, ajena a lo que se refería su madre.

—Tú, tontita —Respondió Cori con una sonrisa.

Haru se encogió de hombros, sintiendo cómo el rubor subía a sus mejillas. No podía sacar de su mente el encuentro en el supermercado. La amabilidad de Hyunjin y la chispa de su interacción la habían dejado con una sensación cálida y emocionante. Se preguntaba cuándo lo vería de nuevo y si alguna vez tendrían la oportunidad de hablar más.

—Ah, es que... —Haru buscó una excusa, pero sus pensamientos seguían volviendo a él —Nada, mamá.

—No, dinos —Insistió Lucas —¿Por qué tan sonriente? Nos interesa saber cómo te sientes, todas tus emociones.

—Tengo fresas —Sonrió genuinamente.

Cori la miró con una mezcla de curiosidad y ternura, dejando que Haru guardara su secreto por ahora. Había algo en esa sonrisa que hacía a Cori sentir que su hija estaba empezando a encontrar su lugar en el nuevo vecindario, y eso era todo lo que importaba.

El timbre de la puerta sonó, alarmando un poco a la familia, ya que hasta ahora no habían hecho ningún tipo de conexión con los vecinos ni ordenado nada. Lucas le dio una sonrisa a su esposa, avisándole que él abriría la puerta.

—Yo abro.

Lucas abrió la puerta, encontrándose con tres chicas en la puerta con una enorme sonrisa y una pelota de voleibol en las manos. Les dedicó una sonrisa y procedió a preguntarles amablemente qué se les ofrecía, ya que desconocía sus rostros y la razón por la que estaban en la puerta de su nuevo hogar.

—¿En qué les puedo ayudar? —Preguntó.

—Buscamos a su hija, señor —Contestó la rubia del medio —Vimos que se mudaron y nos gustaría saber si le permite jugar con nosotras.

Lucas miró hacia atrás, encontrándose con una expresión confusa de Cori y una llena de esperanza y felicidad en Haru, ya que había hecho amigas sin siquiera darse cuenta. Lucas volvió la mirada a su esposa, buscando su aprobación ante la petición de las chicas. La manera tan amable en que se habían presentado les hacía saber que Haru estaría en buenas manos.

—¿Tú quieres salir a jugar, Haru? —Preguntó Lucas, a lo que ella asintió entusiasmadamente —Entonces, bien. Diviértanse.

—Lleva tu celular si irán lejos —Murmuró Cori mientras las chicas esperaban en la puerta —Te avisaré cuando la cena esté lista.

Haru tomó su celular y se despidió de sus padres con una sonrisa antes de salir por la puerta. Las chicas la recibieron con entusiasmo, presentándose formalmente una vez estuvieron fuera.

HONEY┃HYUNJIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora