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En la perspectiva de Haru, cada embestida de Sam era un desgarrón en su alma, un recordatorio de su trágico destino. Aunque su cuerpo yacía sin vida, su esencia persistía, atrapada en un limbo de sufrimiento. Era como si su espíritu aún pudiera sentir, aún pudiera sufrir, aun cuando su cuerpo estaba frío y sin vida. Cada movimiento de Sam era una puñalada en su ser, una confirmación de que, efectivamente, estaba muerta. Quería levantar los brazos, tocar el corte profundo en su garganta, sentir el dolor para saber que era real. Pero no podía. Estaba atrapada en la realidad de su muerte, incapaz de cambiar su destino.

En su mente, una tormenta de pensamientos la abrumaba. ¿Y si no hubiera corrido? ¿Y si hubiera llevado su celular? Tal vez las cosas habrían sido diferentes. Tal vez estaría viva, persiguiendo sus sueños. La realidad de su muerte se hacía más pesada con cada segundo. No pudo convertirse en la artista que soñaba ser, no pudo mostrar al mundo su talento a través de sus escritos y su arte. Sus padres nunca podrían aplaudirla con orgullo, nunca podrían decirle cuánto la amaban y cuán orgullosos estaban de ella. Todo lo que había anhelado, todo lo que había querido ser, se había desvanecido en el aire, junto con su último aliento.

El lamento de su espíritu resonaba en el vacío. Sentía la injusticia de su final prematuro, la crueldad de un destino que le había arrebatado todo lo que amaba. En ese momento, cada embestida de Sam no era solo una violación de su cuerpo muerto, sino una profanación de sus sueños, una burla a todo lo que había querido lograr. Estaba muerta, y con ella, sus aspiraciones, sus deseos, y su futuro.

¿Cómo demonios terminaste aquí?

Solías usar los cuentos de hadas como si fueran una frazada, pero era el frío lo que amabas. Temblores oscuros al develar los cadáveres de las esposas de Barba Azul; escalofríos más dulces cuando el príncipe encantado probó la zapatilla de cristal en tu piececito.

Quedó perfecta.

En el patio de la escuela, princesas reales flotaban a tu alrededor en el aire otoñal. Viste el abismo entre tú y las niñas americanas ricas, y juraste dejar de creer en cuentos de hadas, pero las historias estaban en ti, profundas como el veneno. Si el príncipe encantado era real, si el podría salvarte, necesitaba ser salvada de la injusticia de todo.

¿Cuándo llegaría? La respuesta fue el gesto cruel de cien momentos pasajeros. El desprecio en la cara de cara de Steve Smith cuando te llamó bicho raro, la mano del maestro apretando tu trasero el día que caminabas por ese pasillo. La acusación en los ojos de la directora cuando le contaste lo ocurrido. Por cada chico disfrazado de hombre de esa escuela de porquería que dejaste entrar a tu vida, supiste que no tenías la magia que transforma a la bestia en príncipe. Te rodeaste de las chicas que siempre envidiaste, esperabas tener algo de su poder, pero te odiaste a ti misma, y eso te menguó más.

Y después, justo cuando pensabas en solo desparecer, el si te vio. En el fondo, sabías que era demasiado bueno para ser real, e iban demasiado rápido porque querías que las cosas solo fluyeran, pero te dejaste absorber porque fue el primero con la fuerza para levantarte. Ahora, en su castillo, entiendes que el príncipe encantado y Barba Azul son el mismo hombre, y no tendrás un final feliz, a menos que ames a los dos que son él.

¿No querías esto? Ignorando todas las advertencias que te dijeron sobre él porque querías ser su reina, fuiste muy egoísta y no pensaste en cómo las chicas a tu alrededor se sentirían solo porque querías que los ojos del vecino se posaran en nadie más que en ti. ¿No es esto lo que pediste?, ¿Ser amada? ¿No es esto lo que pediste? ¿No es esto lo que pediste? ¿No es esto lo que pediste? Entonces, di que puedes vivir así. Di que lo amas, dale las gracias, dile todo, menos la verdad.

¿Qué tal si lo hubieras apoyado? Sabiendo todas las cosas que había hecho... no ibas a poder cargar con todo, no hubieras sido capaz de apoyar cada decisión impulsiva que tomaría y después fabricar hoyos las veces que tenía cuerpos los cuales enterrar. No lo hubieras podido amar, Haru.

HONEY┃HYUNJIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora