Cori sonreía mientras conversaba animadamente con Lucas sobre temas que Haru no entendía del todo ni le interesaban en ese momento. Estaba concentrada en separar los guisantes de su arroz, una tarea que su madre le había asignado a propósito, sabiendo cuánto los odiaba. Cori solía añadirlos a la comida en los días en que Haru había tenido una jornada particularmente estresante, con la esperanza de que la actividad repetitiva y simple de sacar los guisantes aliviara algo de su tensión.
Mientras quitaba los guisantes, Haru dejó que su mente divagara, soltando pensamientos al azar y formulando preguntas que solo sus padres podían responder. Tenía la costumbre de hacer preguntas en momentos inesperados, pero esto nunca molestó a sus padres. El vínculo fuerte que compartían hacía que Haru se sintiera libre de expresar cualquier duda o curiosidad. Recordó un día, cuando tenía trece años, que les preguntó por qué la habían adoptado, y fue entonces cuando descubrió que su madre era estéril. Aquel momento había sido revelador, profundizando su comprensión de la familia y el amor que la rodeaba.
Finalmente, Haru terminó de limpiar el arroz de guisantes y comenzó a comer con una sonrisa de satisfacción. Ahora prestaba atención a la conversación entre Lucas y Cori.
—Si quieres enviar la carta ahora, adelante —Dijo Lucas —Pero pensé que esperaríamos a que Haru se adaptara primero.
—No se adaptará si no sale de la casa y conoce gente —Respondió Cori —Por eso nos mudamos aquí.
—A mí me gusta la casa —Añadió Haru mientras comía —También el vecindario. Al parecer hay un colegio cerca de la casa, vi a algunos adolescentes con uniforme entrar a casa cuando llegamos.
—¿Cómo sabes que están cerca? —Preguntó Lucas divertido.
—No lo sé —Se encogió de hombros —Lo supuse, tampoco es que esté muy segura.
Haru se levantó del asiento junto con sus padres, quienes ya habían terminado de cenar. Estaba muy cansada, pero aún necesitaba al menos tender su cama para poder descansar bien y seguir ordenando todo al día siguiente. Su habitación estaba llena de cajas, lo que hacía que el lugar se viera aterrador y caótico.
Se despidió de su padre y su madre, dándoles un beso en la mejilla de buenas noches antes de dirigirse a su habitación. Al verla por segunda vez, notó que era grande y acogedora, aunque el desorden de las cajas la hacía sentir incómoda. Suspiró al darse cuenta de que el día siguiente sería igual de agitado, con muchas cosas por hacer. Al menos, le aliviaba saber que no tendría que despertarse temprano, ya que no tenía que ir al colegio ni hacer más cosas aparte de ordenar e instalarse en su cuarto.
La ventana de su habitación aún no tenía cortinas, así que esa sería su primera tarea para tener un poco de privacidad. Sentía el ambiente un poco caluroso, así que abrió la ventana antes de dirigirse a las escaleras y gritarle a su madre que encendiera el aire acondicionado. Al volver, encontró la cortina y, mientras se disponía a ponerla, notó a un hombre en la casa de al lado. Tenía el pelo mojado y una toalla envuelta en la cintura, claramente recién salido de la ducha.
El corazón de Haru empezó a latir más rápido. Tal vez porque era la primera vez que presenciaba algo así y porque su curiosidad crecía. Aunque no podía ver su rostro, el cabello negro y largo del hombre le hizo pensar que podría ser atractivo. Mientras intentaba poner la cortina, no podía evitar seguir observándolo mientras él buscaba su ropa, una pijama.
Justo cuando vio que el hombre iba a quitarse la toalla, cerró la ventana con rapidez y puso la cortina apresuradamente. Se escondió, aunque sabía que él no se había dado cuenta de que ella lo estaba observando. Sus mejillas se calentaron y no pudo resistir la tentación de echar un vistazo más por la ventana, apartando un poquito la tela de la cortina, pero era demasiado tarde. Las cortinas del vecino ya estaban cerradas.
—¿Qué haces? —Preguntó Cori haciendo saltar levemente a Haru.
—Carajo —Maldijo por lo bajo —Me asustaste, mamá.
—Lenguaje —Dijo severa, adentrándose a la habitación —¿Qué estabas viendo?
—Nada —Soltó un suspiro —Solo inspeccionaba el área.
Cori sonrió dulcemente, dejando la cesta de sábanas limpias encima de cama de su hija ya que las había puesto a lavar horas antes.
—¿Tienes miedo?
—No, la verdad no. Pero solo quiero saber si estoy segura aquí.
—Estás segura en dónde quiera que estemos nosotros, mi amor —Consoló Cori, dándole leves palmadas en la cabeza de su hija para levantarse de ahí —Trata de dormir, y si no puedes te recomiendo ducharte. Siempre ayuda.
Haru asintió con una sonrisa mientras veía a Cori dirigirse hacia la puerta, indicándole con un gesto que ya se iba. Al quedarse sola, Haru cerró la puerta con seguro, preparándose para seguir la sugerencia de su madre y tomar una ducha. Había sido un día muy largo, y no quería ensuciar las sábanas limpias con el polvo y el sudor acumulado.
Mientras llenaba la tina de agua caliente y espuma, Haru aprovechó para ordenar algunas cosas más, colocando objetos y ropa en su lugar desde varias cajas. Una vez que la tina estuvo lista, dejó el resto del trabajo para mañana y se desnudó, deslizándose en el agua cálida. La espuma la envolvía, y mientras se relajaba, sus ojos vagaban por el techo, inspeccionando el nuevo entorno como un cachorro curioso.
Pensó en la enorme piscina que tenían en el patio y sonrió. Definitivamente se metería en ella después de cumplir sus tareas al día siguiente. Tras un relajante baño, Haru se puso la pijama: unos pantalones largos de seda y una suave blusa sin mangas. Aunque hacía mucho calor, no se atrevía a dormir semi desnuda en una casa aún desconocida.
Finalmente, Haru se acostó en la cama, sintiendo la rica fragancia del jabón de lavar de su madre impregnada en las sábanas. Cerró los ojos con una pequeña sonrisa, sintiéndose a salvo y en casa. Sin darse cuenta, pronto se quedó profundamente dormida, el cansancio del día finalmente cediendo a la comodidad y seguridad de su nuevo hogar.
ESTÁS LEYENDO
HONEY┃HYUNJIN.
Mystery / Thriller𝐇𝐎𝐍𝐄𝐘┃a 𝐇𝐰𝐚𝐧𝐠 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐣𝐢𝐧 le gustaban mucho sus ojos color miel, expresaban lo dulce que era Haru a través de su sonrisa cálida y mirada cómplice. Esos ojos miel, los cuales habían hecho que se enamorara de ella, ya que no eran tan comu...