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Sam estaba sentado en la fría y estéril sala de interrogatorios, sus muñecas atrapadas en las esposas que resonaban cada vez que movía ligeramente las manos. El sonido monótono del reloj en la pared, marcando cada segundo con un tictac irritante, llenaba el silencio, haciendo que cada latido de su corazón se sintiera como una bomba de tiempo. Sabía que lo observaban desde el otro lado del espejo, pero no tenía miedo. Desde pequeños, Hyunjin le había enseñado a mantener la calma en situaciones de alta tensión. Habían hablado de este momento, como si lo hubieran predicho. Sam tenía que seguir el plan, mantener la serenidad. Pero el miedo lo atenazaba, no por lo que había hecho, sino por lo que podría pasar si la policía le contaba a Hyunjin los detalles de lo que le había hecho a Haru antes de matarla. Ese sería el verdadero infierno.

Desde que mataron a su madre, Sam y Hyunjin se habían prometido una lealtad inquebrantable. La muerte de aquella mujer había sellado un pacto oscuro entre ellos, un pacto que incluso el psicólogo que los trataba no podía romper, aunque intentaba entenderlos. Sam había sido diagnosticado con autismo, lo que llevó a sus padres a buscar ayuda, aunque no lo suficiente como para etiquetarlo como incapaz. La terapia y los tratamientos lo ayudaron a manejar su comportamiento, pero en momentos vulnerables, como este, sus manos temblaban como las de un niño asustado. Sam no podía evitar sentirse abrumado por el miedo, y aunque deseaba tener a su hermano a su lado, entendía por qué los habían separado. Las autoridades sabían que juntos eran invencibles, pero separados... tal vez, solo tal vez, podrían quebrarse.

Mientras tanto, en una sala contigua, Hyunjin se encontraba bajo la atenta mirada de Moon. El detective, con los ojos llenos de odio, extendió varias fotografías de Haru sobre la mesa, buscando algún rastro de humanidad en la fría mirada de Hyunjin. Quería verlo reaccionar, quería sacudirlo. Moon comenzó a hablar, su voz cortante y llena de determinación.

—Hace una semana, Haru Johnson desapareció durante dos días, y luego fue encontrada muerta, enterrada en un parque a veinte metros de su casa —Dijo Moon, estudiando cada cambio en la expresión de Hyunjin, buscando una fisura en su fachada imperturbable.

—¿Qué tengo yo que ver con eso? —Replicó Hyunjin, indiferente, colocando sus manos esposadas sobre la mesa, como si el peso de las cadenas no fuera más que un accesorio.

Moon lo miró fijamente antes de sacar una foto final, mostrándola con un gesto teatral. Era una imagen de Haru, luciendo un anillo familiar, el mismo que Hyunjin llevaba ahora en su collar.

—Es exactamente lo que te voy a preguntar, Hyunjin. ¿Cómo carajo llegó el anillo de Haru Johnson a tu collar? —Inquirió, inclinándose hacia adelante, esperando que la presión lo hiciera hablar.

Hyunjin dejó escapar una pequeña risa, una que casi fue engullida por la tensión en la sala. Negó lentamente con la cabeza, como si la pregunta le resultara absurda.

—No sé qué quiere que le diga —Respondió con una calma ensayada —Creo que usted escuchó perfectamente cuando le dije a mi vecina que mi ex novia me lo regaló.

Moon no se dejaba engañar tan fácilmente. La presión aumentó, pero Hyunjin estaba preparado. Había decidido utilizar a Emma, su exnovia muerta, como un chivo expiatorio perfecto, sabiendo que la policía la consideraba desaparecida. Era un riesgo calculado, pero uno que podía liberar a Sam de la sospecha que se cernía sobre él. Sin embargo, la preocupación mordía las entrañas de Hyunjin. Si habían llegado hasta Sam, significaba que tenían pruebas contundentes. Moon observó a Hyunjin por un largo momento antes de salir de la sala, murmurando a su compañero al otro lado del vidrio.

—Seungmin —Susurró —Necesito una orden para investigar la casa de los gemelos. Siento que algo no cuadra aquí.

—¿Has interrogado a Sam? —Preguntó Seungmin con seriedad. Moon negó con la cabeza, reconociendo su error.

HONEY┃HYUNJIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora