Las horas se deslizaban como sombras largas en la sala de interrogatorios, mientras Hyunjin, con los ojos enrojecidos y el alma desbordada, confesaba todo. Desde el primer asesinato que manchó sus manos hasta el último acto desesperado, su voz era un susurro quebrado que reverberaba en las paredes frías. Cada palabra parecía arrancada de su ser, cargada de un arrepentimiento que no provenía de la culpa por sus crímenes, sino del amor destrozado que sentía por Haru. Lloró, no por la madre que había asesinado, ni por Emma, cuyo destino también había sellado, sino porque había amado a Haru con una intensidad que no comprendía, y ahora, todo estaba arruinado. Sam había destrozado ese amor, pero en su interior sabía que él mismo también había destruido todo lo que una vez soñó tener con ella.
Mientras Hyunjin se desmoronaba en la sala, el cuerpo de Haru fue entregado a sus padres, quienes prepararon un funeral para despedir a su niña. El vecindario entero asistió, susurrando entre ellos sobre los Hwang, la familia que había caído en desgracia. Sara quedó en shock, paralizada por la realidad que se desplegaba ante ella, mientras Jade veía la tragedia desde otro ángulo, lamentando no tanto por Haru, sino por Hyunjin, quien había terminado por confesarlo todo, entregándose a la justicia de una manera que ella nunca imaginó. Jade sabía lo que había sucedido, pero la brutalidad de su rendición la dejó sin aliento. Sin Sara a su lado, asistió sola al juicio, deseando en el fondo que su amiga no tuviera que presenciar el horror de la verdad que estaba a punto de salir a la luz.
Lucas y Cori se encontraban en la sala, listos para enfrentarse a los asesinos de su hija por última vez. Cori, con la voz temblorosa pero firme, se dirigió a los gemelos, sus palabras rezumando una tristeza insondable:
"Le arrebataron su sonrisa, su luz, la miel de sus ojos, esa que cada día me hacía sentir afortunada de ser la madre de un ser tan especial como ella. Haru era hermosa, sí, pero también era descuidada, y ustedes se aprovecharon de eso, de su bondad, de su inocencia. Nunca supo lo que era el amor verdadero, y ustedes, con su trato obsesivo y falso, le arrancaron la vida antes de que pudiera experimentar el amor que yo estaba dispuesta a darle.
La envolvieron en oscuridad, consumieron su luz, desgarraron su alma como si no valiera nada. ¿Qué les hizo pensar que tenían derecho de jugar a ser Dios? ¿Qué les hizo pensar que podían disponer de su vida? Son monstruos, deseo que ardan en el infierno de la misma manera en la que mi corazón ardió cuando la vi tumbada allí, deseo que el mal y la miseria que le trajeron a mi hija vuelvan a ustedes multiplicado por mil."
Las palabras de Cori resonaron en la sala, un eco que perduraría mucho después de que todo terminara. El juez, imperturbable, declaró culpables a los gemelos Hwang, condenándolos a cadena perpetua sin posibilidad de reducción por buena conducta. Y así, en el silencio que siguió, el destino de los asesinos de Haru quedó sellado, mientras la sombra de lo que hicieron seguiría persiguiéndolos hasta el fin de sus días.
Lucas y Cori se deslizaron en los asientos del auto, dejando que el peso de las lágrimas se desbordara en un llanto incontenible. Sin embargo, esta vez el dolor venía acompañado de un extraño alivio. Haru, su niña, descansaba en paz en el paraíso, y los monstruos que le arrebataron la vida pronto encontrarían su castigo en el infierno. Estaban listos para seguir adelante, aunque sabían que nunca superarían del todo la muerte de su única hija. Pero la idea de la paz de su hogar les ofrecía un refugio en medio del tormento que habían vivido en el tribunal.
—¿Quieres ir a casa? —Preguntó Lucas, su voz quebrándose al borde del silencio.
—¿Para qué? —Cori respondió, su dolor apenas contenido por la fuerza de sus palabras —Si no hay nadie esperándonos... Si no habrá nadie que nos abrace y nos diga esas cosas sin sentido... ¡Ya no tiene sentido quedarnos aquí! —Exclamó, la angustia desgarrando cada palabra —Siento que todo es mi culpa.
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HONEY┃HYUNJIN.
Misterio / Suspenso𝐇𝐎𝐍𝐄𝐘┃a 𝐇𝐰𝐚𝐧𝐠 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐣𝐢𝐧 le gustaban mucho sus ojos color miel, expresaban lo dulce que era Haru a través de su sonrisa cálida y mirada cómplice. Esos ojos miel, los cuales habían hecho que se enamorara de ella, ya que no eran tan comu...