Epílogo

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La celda se vació rápidamente cuando Bang Chan se marchó hacia la lavandería, y Han salió detrás con la excusa de fumar, dejando a los gemelos solos. El ambiente entre ellos era tenso, cargado de una ira silenciosa que especialmente emanaba de Sam. No podía quitarle los ojos de encima a Hyunjin, resentido por haber sido delatado frente a los demás sobre la muerte de Haru.

Hyunjin, sintiendo el peso de la mirada de su hermano, decidió romper el silencio, buscando aplacar las tensiones. Sabía que había cruzado una línea, pero no estaba dispuesto a retractarse.

—No te pongas así —Dijo Hyunjin con seriedad, sin apartar la vista —Lo que dije no fue mentira. Tú mataste a Haru.

Sam frunció el ceño, su enojo burbujeando bajo la superficie.

—¿Pero era necesario decirlo así? —Replicó con molestia —Ahora todo el mundo lo sabrá, y la persona que odiarán será a mí. Mientras tanto, tú podrás caminar por los pasillos como si nada hubiera pasado.

Hyunjin lo miró de reojo, con una mezcla de incredulidad y desdén. Quería reírse ante la ingenuidad de su hermano, pero el cansancio le pesaba demasiado como para entrar en una discusión. Con un suspiro pesado, ignoró el resentimiento de Sam, y se recostó en la cama, colocando los brazos detrás de su cabeza. Cerró los ojos, buscando el alivio del sueño que las píldoras prometían.

—¿No dirás nada? —Insistió Sam, su voz llena de frustración, recibiendo solo el silencio de su hermano. Con un gruñido de rabia, se levantó bruscamente —Vete a la mierda.

—Sí —Respondió Hyunjin, sin abrir los ojos —Tú también.

Mientras tanto, Bang Chan había llegado a la lavandería, encontrándose con un extraño vacío. Los hombres que siempre rodeaban a Jungkook no estaban ahí, lo que solo podía significar una cosa: aquella sería una reunión privada. Ni siquiera Minho, su mano derecha, estaba presente. En medio de la habitación, Jungkook estaba sentado sobre una mesa, tarareando una melodía, como si no hubiera una sola preocupación en su vida. Bang Chan soltó una risa irónica al verlo tan cómodo, controlando la prisión como si fuera su propio reino.

Con una mueca de disgusto, Bang Chan tomó una silla, la giró y se sentó al revés, apoyando los brazos sobre el respaldo. Jungkook dejó de tararear, dándole una pequeña sonrisa de superioridad.

—¿Qué quieres? —Preguntó Bang Chan, sin rodeos.

—He organizado esta linda reunión —Respondió Jungkook, su tono lleno de falsa amabilidad —Me han dicho que eres buen amigo de los gemelos. Y que tus ventas de droga han aumentado últimamente, ¿no?

—No tengo que darte explicaciones —replicó Bang Chan con una calma calculada.

Jungkook chasqueó la lengua, fingiendo preocupación.

—Me das pena —Dijo, encendiendo un cigarrillo con una expresión de desprecio —Crees que eres alguien que no eres —Tomó una profunda calada antes de continuar —¿Te acuerdas de cuando entraste aquí? ¿De lo que pactamos? Tú estás aquí porque yo quiero. Tú traficas porque yo te lo permito.

—¿A qué viene todo esto, Jungkook? —Preguntó Bang Chan, dejando ver su fastidio.

—No —Lo interrumpió Jungkook —Te callas cuando hablo. Desde que decidiste plantarme cara en el comedor, tengo que hacer algo al respecto. No puedo permitir que pienses que saldrás ileso de desafiarme. Si no hago nada, los demás pensarán que pueden hacer lo mismo.

HONEY┃HYUNJIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora