Capítulo 12.

344 25 0
                                    

Actualidad.

Cuando el árbitro pitó el final, suspiré aliviado.

Me había pasado los días previos al partido contra Croacia recordando lo que pasó en la Eurocopa de 2021, y cuando salimos al terreno de juego me temblaban las manos. Gracias a Dios, habíamos ganado 3-0 sin ningún incidente.

Fui a cenar con Gavi, Ferrán y Dani. Insistieron en salir de fiesta después, pero yo me marché directo al hotel porque no tenía ánimos. Últimamente, sentía que no estaba para fiestas.

Cuando llegué a la recepción, me metí en el ascensor y estaba a punto de pulsar el botón de la primera planta cuando me lo pensé mejor y le di al del último piso. Dos días antes, un jugador alemán que se hospedaba en el mismo hotel nos había hablado de la terraza tan bonita que tenía. Yo aún no la había visto, así que me parecía un buen momento para subir y estar un rato allí sentado. Prefería eso a encerrarme en mi habitación el resto de la noche.

Cuando el ascensor se detuvo en el último piso, salí y me dirigí a las escaleras que había a la derecha. Las subí hasta llegar a una puerta blanca, y cuando la abrí la noche me recibió.

La terraza estaba decorada con pequeñas luces y con flores a lo largo de toda ella. Tenía una zona de bar que ahora mismo estaba cerrada y un muro para delimitar el espacio. Yo fui a acercarme a él para contemplar las vistas, y cuando estaba llegando me di cuenta de que no estaba solo.

Al escucharme, Unai se giró.

Estaba apoyado en el muro con una cerveza en la mano y en completo silencio.

Los latidos de mi corazón se aceleraron.

-Perdón.-es lo primero que dije. Me limpié las palmas de las manos en los pantalones, pues estaba sudando.-No sabía que había nadie.

Unai guardó silencio durante un instante.

-Puedes quedarte.-me dijo, y su respuesta me sorprendió.

-¿Estás seguro?

Él asintió.

Hice caso y completé el camino hasta el final de la terraza. Me apoyé en el muro a su lado y clavé la vista en el horizonte.

La ciudad de Berlín se extendía ante nosotros llena de luces. Hacía más frío que en España y en el cielo apenas se vislumbraba ninguna estrella por la contaminación lumínica.

-Has hecho un buen partido.-me dijo Unai tras darle un trago a su cerveza. Yo lo miré.

-Gracias.-dije tragando saliva.-Estaba bastante acojonado, para ser sincero.

Unai se giró para mirarme.

-Yo también.-respondió.-Tenía muy presente lo que pasó... ya sabes.

-Hace tres años.-completé la frase.-Cuando la cagamos los dos.

-Fue mi culpa.-dijo él. Yo negué con la cabeza.

-Fuimos los dos.

Guardó silencio y me miró. De repente, no sabía si estábamos hablando del partido contra Croacia en la Eurocopa de 2021 o sobre lo que pasó con nosotros ese verano.

Unai suspiró.

-Lo siento mucho.-dijo finalmente pasándose una mano por el pelo.-No hice bien las cosas.

Me encogí de hombros.

-Ninguno sabíamos cómo hacerlas bien.-contesté, y era verdad. De un día para otro nos encontramos envueltos en demasiados sentimientos, demasiadas apariencias que guardar, demasiado secretismo.-Era algo nuevo y muy intenso para los dos y no supimos gestionarlo.

Unai no dijo nada durante un minuto.

-Nunca he dejado de quererte.-su confesión hizo que se me acelerara la respiración.-Me arrepentí mucho de haber sido tan gilipollas, porque me hubiera encantado estar contigo durante todo este tiempo.

No supe qué contestar.

Él continuó.

-Cuando el otro día me preguntaste si pensaba en nosotros...-cogió aire.-Joder, claro que pienso. Todos los putos días. Te veo y pienso lo que podríamos haber sido si las cosas no hubieran pasado como pasaron.

Joder, mi pecho estaba a punto de explotar.

-Yo también lo pienso.-dije casi con un hilo de voz.-Todos los días.

Unai y yo nos miramos en silencio. Tras unos segundos, su mirada se desvió de mis ojos al resto de mi cara, deteniéndose en mis labios. Y entonces, con la cabeza llena de dudas y con la certeza de que esto iba a ser muy mala idea, me dejé llevar y me lancé hacia él.

Cuando mis labios tocaron los suyos, me sentí como una persona que lleva toda la vida deambulando sin encontrar su lugar y de repente, lo encuentra. Unai era mi hogar, mi lugar seguro, y después de tres años sin besarle, me di cuenta de lo mucho que lo había echado de menos.

Dudó durante un instante, pero finalmente se relajó y me devolvió el beso con pasión. Se colocó de manera que quedé atrapado entre él y el muro y yo sentí todo su cuerpo contra el mío. Gemí del placer.

Unai colocó una de sus manos en mi nuca y la otra se fue a mi culo. Yo lo agarré a ambos lados de la cara.

Nos besamos con fuerza, con desesperación, como si el mundo se estuviera acabando. Aunque más bien, estábamos viendo un mundo hecho cenizas volver a renacer.

Después de un rato besándonos, Unai se detuvo lentamente. Apoyó su frente contra la mía y suspiró.

-Quiero hacer algo que no debería.-dijo con los ojos cerrados, y yo reprimí una sonrisa.

-Si no me invitas ahora mismo a tu habitación, te arrastraré yo hasta la mía.

Unai abrió los ojos y sonrió. Volvió a besarme, esta vez con más suavidad, y una hora después estábamos metidos en su cama haciendo todo aquello que habíamos esperado durante tanto tiempo.

La suerte de tenerte. Unai + PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora