Capítulo 2.

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Actualidad

Ir con Gavi en el coche era un constante recordatorio de que tenía mucha vida por delante y no quería morir tan joven. A cualquier persona que estuviera triste, la montaría en su coche y estoy seguro de que en menos de cinco minutos volvería a valorar su vida. Era mi mejor amigo, pero conducía de pena. Para él no existían los semáforos, los pasos de peatones ni cualquier señal de limitación de velocidad. Él hacía lo que quería y a quien no le gustara, le tocaba frenar para no ser arramblado.

Llegamos a Las Rozas a las siete. Gavi me acompañó a dejar las cosas en mi habitación, observándome con los brazos cruzados mientras yo sacaba de la maleta la ropa que me iba a poner después de ducharme. Le miré con una ceja levantada.

-¿No tienes nada mejor que hacer?

Él sonrió.

-No, tío.-respondió.-La verdad que no tengo nada mejor que hacer que ver como eliges entre la ropa de pijo que te encanta llevar.

Le lancé una camiseta y él la cogió al vuelo. Se rió, pero tardó poco en volver a ponerse serio. Durante el camino, ya me había parecido verle nervioso, pero ahora me daba la sensación de que me estaba ocultando algo.

Me puse en pie y me acerqué a él.

-¿Qué es lo que no me estás diciendo?

Gavi tragó saliva y trató de sonreír.

-¿Qué? Nada.-respondió.

-Tío, eres la persona que peor miente del mundo.-le dije, porque era verdad.-Suéltalo.

Mi amigo se pasó una mano por el pelo, guardando silencio durante unos segundos.

-Luis ha organizado una cena para esta noche de toda la plantilla.-dijo.-Hay muchos que no llegan hasta mañana por la mañana, pero quiere vernos a todos los que ya estamos aquí.

Cenar con mis compañeros no era algo que me molestara, al contrario, estaba la hostia de agusto con ellos. Pero si a Gavi le había costado tanto decírmelo, era porque cierta persona ya estaba aquí e iba a acudir a la cena.

Traté de fingir indiferencia.

-¿Y qué pasa? ¿No quieres que vaya? Joder, yo pensaba que éramos amigos.-bromeé.

Gavi casi sonrió.

-No es eso.-dijo él.-Es que va a estar...-hizo una pequeña pausa, y casi en un susurro, completó la frase:-Ya sabes.

Yo hice como si nada de esto me afectara.

-Y también estarás tú y la mitad de la plantilla.-me di la vuelta y seguí escogiendo la ropa.-No es para tanto.

La habitación se quedó en silencio, y tras unos segundos me giré de nuevo para mirarlo. En los ojos de Gavi se reflejaba la preocupación.

-¿Vas a estar bien?

-Claro que voy a estar bien.-contesté.-Mi objetivo esta noche hincharme a comer y beberme todo el alcohol que se me cruce por delante. Así que estoy motivadisimo.

Gavi sonrió y asintió. Se dio media vuelta para marcharse, pero después de un par de pasos se detuvo y se giró de nuevo para mirarme.

-Pedro.-mi mejor amigo solo me llamaba por mi nombre cuando la cosa se ponía muy seria. Esperé expectante a que continuara.-Estoy aquí si necesitas hablar, lo sabes, ¿verdad?

Asentí.

-Lo sé.-tragué saliva.-Gracias.

Él hizo un gesto con la cabeza y se marchó, dejándome completamente a solas con mis pensamientos.

Me pasé más tiempo del normal bajo el agua de la ducha, tratando de calmar los nervios y repitiéndome a mí mismo que todo estaba bien. Lo que ocurrió con Unai era cosa del pasado y lo tenía más que superado. Yo no era el mismo que hacía unos años, y estaba seguro de que él tampoco. Así que tenía que dejar de darle importancia a lo que había pasado y centrarme en lo que venía: una Eurocopa donde todo el país tenía puesta su confianza en nosotros. Era momento de demostrar que había vuelto más fuerte que nunca de mi lesión y que podía con todo lo que me pusieran por delante.

Me miré en el espejo una vez más antes de salir de la habitación. Me había puesto un polo blanco de Ralph Lauren con unos chinos negros y unos bambos que una conocida marca me había regalado a cambio de que les hiciera un storie en Instagram enseñándolos. Me peiné con la mano, me puse el reloj en la muñeca y, tras coger la llave de la habitación, salí por la puerta.

No había dado ni dos pasos cuando la puerta de la habitación contigua a la mía se abrió. Nico salió de ella sonriendo.

-¿Qué pasa, tío?-me dio la mano y nos abrazamos brevemente.-¿Cómo llevas la pierna?

-Bien, por fin.-le dije mientras caminábamos.-¿Y tú qué?

-Como siempre.-se detuvo en una de las puertas del pasillo y la aporreó con los nudillos.-Lamine, tío, deja ya los deberes y espabila, que llegamos tarde.

Aguanté la risa mientras Lamine abría la puerta y se asomaba por el marco a medio vestir.

-Los deberes ya los he terminado esta mañana.-dijo enfadado mientras Nico sonreía.-Estoy en un minuto.

-Este criajo....

Le golpeé el hombro suavemente.

-Todos hemos sido él.-dije, porque era cierto. Cuando debuté con la selección absoluta, apenas tenía dieciocho años. Había sido duro verme rodeado de jugadores con muchísima más experiencia que yo. Pero unos meses más tarde llegó Gavi y se convirtió en mi mayor apoyo. Ahora veía en Nico y Lamine la misma amistad que habíamos tenido nosotros tres años atrás y no podía evitar sentir cierta ternura.

-Yo no era tan pringado como él.-contestó Nico burlándose. Lamine le tiró un zapato desde el fondo de la habitación y él lo cazó al vuelo.-Te vas a cagar.-dijo entrando al cuarto y lanzándose sobre él para acabar cayendo sobre la cama. Yo los miré sonriendo.

-Creo que yo me voy a ir...-dejé la frase en el aire cuando escuché una puerta cerrarse. Automáticamente, mi cuerpo se tensó.

Me giré lentamente, notando como la piel se me ponía de gallina.

Antes si quiera de mirarle, ya sabía que era él.

A unos metros de mí, Unai cerraba la puerta de su cuarto mientras escribía algo en el móvil. Comenzó a caminar, pero entonces levantó la cabeza y me vio.

Sus pasos se fueron ralentizando hasta que se detuvo por completo a un metro de mí.

Me guardé las manos en los bolsillos, tratando de esconder lo mucho que me temblaban.

Él me observó en completo silencio.

Y entonces me di cuenta.

El tiempo había pasado, pero mi su presencia seguía afectándome tanto como el primer día.

La suerte de tenerte. Unai + PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora