Capítulo 26.

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Actualidad.




En las putas nubes.

Así me sentía mientras celebrábamos nuestro triunfo en el mundial.

Después de que el partido acabara, habíamos festejado la victoria en el campo junto con el resto de la plantilla, el cuerpo técnico y la afición. Nos habían hecho entrega de las medallas y nuestras familias habían bajado al campo a felicitarnos y hacerse fotos con nosotros. Nos habíamos ido pasando la copa los unos a los otros, exuberantes de felicidad. La mirábamos incrédulos, nos costaba creer que finalmente era nuestra.

Fue casi a las doce cuando llegamos al hotel y nos llevaron a una sala reservada exclusivamente para nosotros. Entre jugadores, equipo técnico y familias éramos más de cien personas allí. Nos sirvieron decenas de platos distintos y nos pusieron barra libre de todo el alcohol que quisimos. Así que, mientras veía a Marc subido a la mesa cantando una canción sobre él que se había hecho viral en Tik Tok estas últimas semanas, no podía parar de reír.

-Este tío está zumbado.-me dijo Gavi, que estaba sentado a mi lado. Giré la cabeza y le miré durante un instante. Él sonreía, pero la sonrisa no le llegaba a los ojos.

Gavi había celebrado como el que más la victoria y se había vuelto completamente loco en el campo con la copa y las medallas. El rey había sido el encargado de colgarnos estas últimas a cada uno, y tras marcharnos del campo, mi mejor amigo por fin había podido ver a Leo a solas y celebrarlo con ella. Sin embargo, la princesa y su padre se habían marchado antes de que nosotros nos dirigiéramos al hotel, pues ambos tenían que coger un vuelo de vuelta a España temprano por la mañana. Y aunque Gavi estaba feliz de que ella hubiera estado allí, sabía que una parte de él estaba triste por no poder tenerla con él celebrándolo ahora mismo, como hacían Álvaro y Alice o Mikel y Ainhoa.

Y lo sabía porque una parte de mí se sentía así.

Yo tenía a la persona de la que estaba enamorado allí conmigo, pero no tenía toda la libertad que quería. No podía besarle ni gritar lo mucho que lo quería delante de todas las personas que me rodeaban, y eso hacía que una parte de mí no pudiera terminar de disfrutar de lo que habíamos conseguido.

-Oye.-le puse la mano en la nuca a Gavi, y este me miró. Tenía los ojos rojos, seguramente por una mezcla entre el cansancio y las lágrimas que había soltado tras haber ganado el partido.-Está orgullosa de ti, tío. Eres un ganador.

Los labios de Gavi se curvaron hacia arriba.

-Gracias.-me dijo acercándose a mí y apoyando su cabeza sobre mi hombro. Yo puse mi mejilla sobre él y pasamos un par de minutos así, en silencio, viendo a Marc haciendo el idiota.

-Creo que voy a irme a dormir.-me dijo finalmente separándose de mí.-Estoy la hostia de cansado.

Para ser sincero, le entendía perfectamente. Había sido un día lleno de emociones y eran ya las tres de la mañana. El resto de compañeros estaban subiéndose por las paredes, activos gracias a los litros de alcohol que habían bebido en las últimas dos horas. Pero Gavi apenas bebía, y su familia se había marchado hacía un rato a descansar al hotel, así que era comprensible que la situación ya no le divirtiera tanto.

-Sabes que estoy aquí para lo que necesites.-le dije sincero. Él asintió.

-Lo sé, tío.-me rodeó con los brazos y me besó fugazmente la mejilla.-Gracias.

Mi mejor amigo se puso en pie y yo le di un manotazo en el trasero a modo de despedida.

-¿Tengo que ponerme celoso?-la voz de Unai hizo que dejara de mirar a Gavi mientras salía por la puerta del salón. Cuando me di la vuelta hacia él, estaba sonriendo.

-Tu culo me gusta más.-le dije casi en un susurro. Él se puso rojo por un instante mientras se sentaba a mi lado.

No sabía si era el alcohol o lo jodidamente enamorado que estaba de él, pero de repente le veía más guapo que nunca y me moría de ganas de llevarle a mi habitación.

-¿No bailas?-me preguntó inclinando la cabeza hacia donde estaban nuestros compañeros y familias cantando y festejando.

Yo negué con la cabeza.

-Yo solo bailo para ti.-le dije guiñándole un ojo. Unai abrió los ojos con sorpresa.

-¿Qué te pasa hoy?-preguntó acercándose aún más a mí. El deseo se reflejaba en su mirada.-Te veo... menos tímido que de costumbre.

Sonreí.

-Estoy muy borracho.-dije levantando la copa que tenía en la mano.-Y muy cachondo, también.

Unai alzó una ceja y llevó su mano a mi muslo.

-¿Y si...?

-¿Qué hacéis?-Ferrán apareció a nuestro lado antes de que Unai pudiera terminar la frase. El portero apartó la mano de mí como si se estuviera quemando.-Venid a bailar ahora mismo.

Mi compañero de equipo tiró de nuestras manos y nos puso en pie, guiándonos hacia donde estaba el resto.

-¿Y Gavi?-preguntó Dani cuando llegamos. Yo me encogí de hombros.

-Se ha ido a dormir.-le dije yo.-Estaba cansado.

Él puso los ojos en blanco.

-Qué tío.-respondió él.-Yo creo que está encoñado o algo. No es normal lo aburrido que es últimamente.

Unai y yo compartimos una mirada fugaz.

-Lo que le pasa es que no es un alcohólico como tú.-bromeé.

-¿Y me lo dices tú?-preguntó señalando mi copa con la cabeza.-Tú seguro que estás igual que él.

Le miré sin entender.

-¿Igual que él?

-Encoñado.-contestó, y el corazón se me aceleró.-Te has pasado todo el campeonato desaparecido.

Unai se tensó a mi lado.

-Eso es porque no quería verte.-le dije intentando redirigir el rumbo de la conversación. Dani sonrió y negó con la cabeza.

-Venga, tío, dinos, ¿quién es?-insistió.-Es esa tía que te acompaña a veces a los entrenamientos, ¿verdad?

-¿Júlia?-tuve que contener la risa.-No, qué va. Es solo mi amiga.

Dani alzó una ceja.

-¿Entonces? ¿Quién te tiene tan disperso últimamente?

Miré a Unai de reojo, pero él tenía la cabeza agachada.

-¡Eh!-la música cesó y la voz de Álvaro empezó a resonar por los altavoces.-¡Eh! ¡Escuchadme!

Todos nos giramos hacia la tarima donde estaba subido el capitán del equipo y yo suspiré aliviado porque mi conversación con Dani hubiera sido interrumpida. Joder, ¿qué le hubiera dicho? ¿Por dónde habría salido con esto?

Me jodía tanto no poder decirle a todos que Unai y yo estábamos juntos...

Notaba mi cuerpo hirviendo por la rabia.

Y entonces sentí su mano sobre la mía.

Miré hacia mi izquierda y ahí estaba Unai, observando a Álvaro, pero con su mano unida a la mía a la altura de nuestros muslos. Me agarró con suavidad y empezó a trazar círculos en mi mano con su dedo pulgar.

Y de repente, mi enfado se disipó y mi cuerpo se llenó de paz.

La suerte de tenerte. Unai + PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora