Capítulo 8.

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Tres años antes.

Cuando el árbitro pitó el final, sentí que el mundo se me venía encima.

0-0 había sido el resultado contra Suecia.

Ahora, cinco días después, jugábamos contra Polonia y la cosa no había ido mejor. Había terminado el partido y habíamos quedado 1-1.

Sintiendo cómo me faltaba el aire, salí corriendo del campo y me dirigí al túnel de vestuario. Pasé la zona que nos correspondía a la selección española y llegué hasta un cubículo donde no había nadie. Allí me apoyé con la espalda en la pared y poco a poco me fui deslizando hasta quedar sentado en el suelo.

Traté de coger aire, de llenar los pulmones, pero era imposible. Era como si mi cuerpo rechazará el oxígeno, y por un momento sentí que iba a morir.

Empatar dos partidos era malo, aunque habría sido peor si hubiéramos perdido, claro. El problema era que había muchas expectativas puestas en nosotros y no las estábamos cumpliendo.

Estos últimos días los periódicos habían hablado mucho de mí, de que era una joven promesa del fútbol español y de que era el mejor del equipo. A mí me habían parecido exageraciones y no le había dando importancia, pero ahora que había jugado dos partidos y no había sido capaz de darnos la victoria, la presión que tenía en el pecho se había multiplicado por mil.

El sonido de unos pasos me sacó de mis pensamientos, haciéndome levantar la cabeza. Me encontré a Unai a un par de metros de mí, mirándome con preocupación.

-¿Qué te pasa?

Me llevé las manos a la cara y empecé a llorar.

-Oye.-le escuché acercarse a mi. Se puso de cuclillas entre mis piernas y me quitó las manos de la cara.-Respira conmigo.

Con mis manos todavía entre las suyas, Unai empezó a respirar lentamente. Yo le imité, y tras unos segundos, volví a sentir el aire entrando en mi pecho.

-Joder.-dije echando la cabeza hacia delante y apoyándome en su pecho.-No valgo para estar aquí.

Unai me soltó una de las manos para llevarla a mi cara y obligarme a mirarle.

-Si hay alguien que vale para estar aquí, eres tú.-su rostro estaba a escasos centímetros del mío, y yo lo recorrí con la mirada.-Has hecho dos partidos jodidamente buenos.

-¿Y de qué sirve que juegue bien si no soy capaz de hacer que ganemos?

Unai parpadeó en mi dirección.

-No puedes cargarte tú solo la responsabilidad de no ganar.-dijo él.-Esto es un trabajo de equipo. Yo también podría pensar que es mi culpa. Si no me hubieran metido ese gol, habríamos ganado uno a cero.-lo miré en silencio, reflexionando.-Y no me martirizo, ¿sabes por qué? Porque también habríamos ganado si los defensas le hubieran quitado el balón antes de que chutara a portería o si algún jugador de nuestro equipo hubiera metido otro gol más.-cogió aire y puso la otra mano sobre mi cara.-Esta selección es una carrera de fondo, Pedro. No puedes creer que vas a hacerlo todo bien a la primera, ni que todo lo que pase es responsabilidad tuya. Este equipo es de todos. Somos once los que estamos en el campo. Si no ganamos, es culpa de los once, no de uno solo. Y tú lo estás haciendo de la hostia.

Levanté la vista y nuestros ojos se encontraron. Él tenía las manos a ambos lados de mi cara y nuestros rostros estaban tan cerca que ya no sabía si el corazón me latía tan rápido por lo que acababa de pasar o por nuestra proximidad.

Unai me recorrió el rostro con la mirada en silencio, deteniéndose en mis labios. Yo también miré los suyos, sintiendo la necesidad de besarlos.

Empecé a separar la espalda de la pared y él se inclinó hacia delante. Cuando nuestros labios estaban a punto de tocarse, el sonido de unos pasos nos hizo separarnos.

Cuando Unai quitó sus manos de mi cara, suspiré.

-¿Qué hacéis aquí?-Álvaro apareció por el pasillo y nos miró con el ceño fruncido.-¿Estás bien?

Se acercó a mí, agachándose al lado de Unai, y me puso una mano en la rodilla.

-¿No será por el partido?-preguntó mientras mi cabeza todavía estaba pensando en lo que había estado a punto de pasar hacía treinta segundos.-Porque lo has hecho de putísima madre.

-Eso le estaba diciendo yo.-secundó Unai, que se había recuperado de la situación mucho mejor que yo.-Ha sido de los mejores del partido.

Álvaro asintió.

-Tiene razón.-me dijo.-Lo has hecho muy bien.-me dio un pequeño golpe con la palma de la mano en la rodilla.-Todavía nos queda el partido contra Eslovaquia el miércoles, así que resérvate las fuerzas para ese día, porque vamos a pegarles una paliza.

Intenté sonreír mientras Álvaro se ponía en pie.

-Vamos, que el míster quiere vernos a todos.-me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Los tres echamos a andar al vestuario, pero yo solo podía pensar en que Unai y yo casi nos habíamos besado. Y lo peor era que ahora que habíamos estado tan cerca, mi cuerpo solo quería volver a tenerle pegado a mí.

La suerte de tenerte. Unai + PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora