La suerte de tenerte. Unai + Pedri

Capítulo 35. Final.

Seis años después.

Media hora más tarde, caminaba agarrado del brazo de Gavi hacia el altar improvisado que habíamos montado en la arena. Elegimos la playa porque era un lugar que a ambos nos encantaba, y Unai y yo habíamos pasado muy buenos momentos en la costa de Tenerife. No podía estar más feliz cuando él aceptó que nos casáramos en mi tierra, y sabía que la isla sería el lugar perfecto para esta celebración.

Mi futuro marido esperaba frente a Júlia a unos metros de mí. Había elegido a Gavi como padrino y Unai le había dado el puesto de madrina a su hermana, pero quería que mi mejor amiga tuviera un papel especial en la boda, así que le pedí que fuera ella quien oficiara la ceremonia. Cuando se lo propuse, se pasó al menos veinte minutos llorando sin parar.

Caminé por el pasillo bajo la atenta mirada de todos los invitados. Entre familia, amigos y compañeros de profesión, éramos más de doscientas personas. Sin embargo, y a pesar de estar rodeado de tanta gente, yo no podía apartar mis ojos de él.

Unai se secaba una lágrima de la mejilla mientras miraba en mi dirección. Su traje era de color azul celeste y su corbata, oscura. Contrastaba con mi vestimenta, pues yo había elegido un traje negro y una corbata que combinaba con el suyo.

Traté de parpadear varias veces para no ser un mar de lágrimas también. Joder, sentía como si toda mi vida hubiera estado conduciéndome a este momento, y tenía tantas emociones en mi interior que no sabía cómo gestionarlas.

Gavi me soltó el brazo cuando llegamos al altar y se situó a mi derecha. Unai dio un paso hacia mí, besándome en la sien, y yo cerré los ojos durante un instante.

Cogí aire y me giré hacia Júlia, que alternaba la mirada entre ambos mientras se secaba las lágrimas. Mi mejor amiga sonrió y estiró el brazo, apretándome la mano.

Tras unos instantes, empezó a hablar y a decir todo aquello que se supone que debes decir cuando vas a casar a dos personas. Reproduciría sus palabras, pero la realidad es que no estaba escuchando nada de lo que decía. Y no la estaba escuchando porque lo único que podía hacer era mirar a Unai.

Nos habíamos conocido en un entrenamiento de la selección hacía diez años. Nos habíamos besado unos meses después, me había roto el corazón, habíamos peleado... y tras mucho tiempo, nos habíamos reconciliado y habíamos construido la relación más sana y sólida que podía existir. Y aquí estábamos, diez años más tarde desde la primera vez que nos vimos, a punto de darnos el sí quiero.

Mi relación con Unai no había sido fácil, pero juntos habíamos encontrado la manera de seguir adelante. Pusimos el amor que sentíamos el uno por el otro por encima de todo, y ello nos había llevado a donde estábamos ahora.

Llegó la parte de los votos y fue Unai quien sacó primero el papel donde llevaba escrito su discurso.

-Pedro.-empezó a decir visiblemente emocionado.-No hay nada en el mundo que pueda hacerme más feliz que saber que voy a pasar el resto de mi vida contigo.-las manos le temblaban, al igual que la voz.-Hace diez años que te vi por primera vez y, aunque no todos nuestros momentos han sido felices, no cambiaría ni uno de ellos, porque nos han llevado a donde estamos hoy.-levantó la vista del folio durante un instante y me miró.-He tenido la suerte de tenerte en mi vida durante muchos años y solo puedo sentirme la persona más afortunada del mundo porque quieras seguir estando conmigo para el resto de nuestros días.-cogió aire.-Estoy completa y absolutamente enamorado de ti. Te quiero de todas las maneras: cuando estás contento, cuando estás triste, cuando te enfadas, cuando el mundo se te hace demasiado grande...-me sequé las lágrimas que caían por mi mejilla.-Te quiero por encima de todo, y quiero estar siempre ahí para verte luchar contra aquellas cosas que intentan hundirte. Porque no hay nadie con más valentía que tú, con más determinación, con más fuerza para superar todo lo que se le pone por delante. Te admiro y te quiero, y estoy deseando poder seguir haciéndolo para siempre.