Capítulo 34.

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Seis años después.

Sentía como me temblaba todo el cuerpo mientras me arreglaba la corbata delante del espejo. Estaba en la habitación del hotel terminando de prepararme y los nervios se estaban apoderando de mí por momentos.

Había llegado el día.

Hoy, por fin, le daría el sí quiero a Unai.

Había pasado un año desde que me había pedido que me casara con él y aún me parecía un sueño. Había sido tras la boda de Gavi y Leo; era de madrugada y estábamos recorriendo las calles de Madrid de vuelta a nuestro hotel tras habernos pasado todo el día celebrando. Habíamos bebido bastante y no parábamos de reír mientras recordábamos las cosas que habían ocurrido a lo largo del día.

-No me puedo creer que le hayas dicho al rey de España si podíamos irnos de vacaciones a Mallorca con ellos este verano.-me dijo Unai mientras se partía de risa. Yo solté una carcajada.

-¡Es que nunca he estado en Mallorca!-exclamé.-Seguro que tienen una habitación para nosotros en el palacio ese.

Unai me pasó una mano por encima de los hombros y me besó en la cabeza.

-Dios, te quiero tanto.-yo le miré y sonreí.

-Prométeme que en nuestra boda no habrá tanta parafernalia.-le dije dándole un breve beso.-Será algo más light. Como nosotros.

A Unai se le escapó una sonrisa.

-¿Nuestra boda?-preguntó divertido.-¿Quieres que nos casemos?

Fruncí el ceño.

-¿Tú no?

Unai se detuvo y me miró.

-Claro que quiero.

Yo sonreí.

-Yo también quiero.

Esta vez fue él quien sonrió.

-¿Y por qué no lo hacemos?

Mi corazón se saltó un latido.

-¿Casarnos?-pregunté, y él asintió.-Nunca me lo has pedido.

Él levantó una ceja.

-Tú tampoco me lo has pedido a mí.

Sonreí y traté de agacharme sin perder el equilibrio.

-Unai, ¿quieres casarte conmigo?-le pregunté clavando una rodilla en el suelo.

Él se rió.

-Si quiero.-respondió agachándose frente a mí e imitándome.-Y tú, Pedro, ¿quieres casarte conmigo?

Me perdí en su mirada durante un instante. El corazón me latía desbocado y me moría de ganas de besarle. Y ahora que le escuchaba decir eso, lo único que podía pensar es que no había nada que quisiera más que besarle todos los días del resto de mi vida.

-Sí quiero.-le respondí un poco más serio de lo que debía.-Quiero estar contigo para siempre.

Unai me miró con dulzura y me puso una mano en la mejilla.

-Te quiero.-me dijo acercándose para darme un beso.

-Yo también te quiero.-le respondí con mis labios en los suyos.

El sonido de alguien llamando a la puerta me sacó de mis pensamientos y me devolvió al presente. Parpadeé un par de veces para recomponerme y me fui directo a la entrada de la habitación.

-Guau.-dijo mi mejor amigo cuando abrí la puerta. Me miró de arriba a abajo y sonrió.-Estás guapísimo.

Tragué saliva.

-¿De verdad?-me hice a un lado para dejarle pasar y cerré.-¿Estoy bien?

Él me puso una mano en la espalda y me guió al interior de la habitación.

-Estás genial.-dijo situándose detrás de mí, frente al espejo. Mirándome a través del reflejo, me apretó el hombro.-Quién nos lo iba a decir cuando nos conocimos, ¿eh?-su mirada reflejaba nostalgia.-Que acabaríamos siendo los padrinos del otro en nuestras bodas.

Me giré hacia él.

-Quién me iba a decir a mí que sería el padrino de boda del futuro rey de España.-respondí yo levantando una ceja. Mi mejor amigo sonrió.-¿Dónde está Leo?

-Le he dicho que fuera yendo ella.-contestó.-Quería estar a solas contigo antes de ir para allá.-añadió, y el nudo que tenía en el estómago se aflojó un poco.-¿Cómo estás?

Me pasé una mano por el pelo.

-¿La verdad?-Gavi asintió.-Acojonado.

Mi mejor amigo sonrió y se acercó a mí, poniéndome una mano en el hombro.

-Es normal.-dijo él.-Yo también estaba bastante acojonado.

Hice una mueca.

-¿Cómo es?-pregunté, y Gavi me miró sin entender.-La vida de casado, digo.

Mi mejor amigo sonrió con dulzura.

-Es la mejor.-respondió mientras me ajustaba el nudo de la corbata.-No tenemos que ocultarnos y no paramos de viajar de un sitio a otro.

-¿Y la sigues queriendo igual?

Él se detuvo y me miró.

-La quiero aún más.-dijo con sinceridad.-Cuando nos casamos, pensaba que ya había llegado a mi máximo. Que estaba todo lo enamorado que podía estar y que la quería todo lo que la podía querer.-hizo una pequeña pausa.-Pero me he dado cuenta de que no. Lo que siento por ella es algo que no deja de crecer nunca. Va multiplicándose con el tiempo, aunque parezca imposible. Es como una fuente inagotable de sentimientos que se refuerza cada día más.

Lo miré sin decir nada durante unos segundos.

-Joder, tío, vas a hacerme llorar y ni siquiera ha empezado la ceremonia.

Gavi soltó la corbata y puso una mano en mi pecho.

-Va a ir muy bien.-dijo.-Unai y tú estáis hechos el uno para el otro. Lo habéis estado siempre.-sonrió.-De hoy en adelante, vais a empezar la mejor etapa de vuestra vida. Y os va a ir muy bien, porque no hay dos personas en el mundo que se quieran tanto como lo hacéis vosotros.

Le puse una mano en la nuca y le acerqué a mí, abrazándole.

-Gracias.-mi voz salió en forma de susurro. Gavi me apretó contra él y, tras unos instantes, se separó de mí y me miró a los ojos.

-¿Listo?

Le devolví la mirada y, tras respirar profundamente, asentí.

-Listo.

La suerte de tenerte. Unai + PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora