Actualidad.
La luz del sol bañaba las sábanas blancas de la habitación mientras yo le observaba en silencio. Apenas eran las siete de la mañana, pero hacía casi una hora que me había despertado y me había sido imposible volver a pegar ojo.
Pedro seguía dormido en el lado izquierdo de la cama. Estaba acostado boca abajo con las manos metidas bajo la almohada y el pelo cubriéndole parte de la cara. Verle así, dormido, tranquilo, me daba una sensación de paz difícil de explicar.
Habían sido unos días bastante complicados. Tras el partido contra Alemania, a Pedro le habían confirmado el diagnóstico: tenía un esguince lateral interno de grado 2 en la rodilla izquierda, lo que iba a hacer que tuviera que estar al menos un mes sin poder jugar. La noticia le había dejado bastante devastado, pues había pasado un año muy jodido con las lesiones y por fin volvía a estar en forma. Ahora tendría que seguir el campeonato desde el banquillo y era algo que a todos nos había afectado, pues éramos plenamente conscientes de que era de nuestros mejores jugadores.
Desde el último partido, había tratado de animarle y sacarle un poco de la tristeza en la que se había sumergido y, aunque sabía que él hacía el esfuerzo, era bastante evidente que no podía evitar sentirse decepcionado. Y yo le entendía, pero me rompía el corazón verle así.
Mi estómago empezó a rugir, sacándome de mis pensamientos, y decidí que era una buena ocasión para conseguir algo de desayunar y ya de paso traérselo a Pedro a la cama, para que así no tuviera que hacer esfuerzos con la rodilla. Me puse en pie, agarré la camiseta que estaba al borde de la cama y salí de la habitación mientras me la pasaba por la cabeza.
Los pasillos del hotel estaban vacíos a esa hora. Era demasiado temprano para los turistas y también para los jugadores de nuestra selección, pues por la tarde teníamos el partido contra Francia y era lógico que todos estuvieran descansando para rendir al máximo.
Cuando llegué a la cafetería, apenas había un par de personas sentadas. Le pedí a la chica de la barra una bandeja y fui colocando sobre ella el desayuno: un café con leche y un par de tortitas para mí y un zumo de naranja y un poco de bollería para Pedro. Sabía que estaba intentando comer sano, pero un día era un día y estaba convencido de que desayunar esto le iba a hacer empezar la jornada mucho más contento.
Me fui de la cafetería en dirección a las habitaciones y estaba llegando a la mía cuando vi a Gavi a unos metros de mi, acercándose a su puerta con dos cafés en la mano. Al escucharme, se giró para mirarme.
-Buenos días.-le dije reprimiendo una sonrisa. Él miró la bandeja y luego a mí.
-Buenos días.-respondió con cierto nerviosismo. Rápidamente se dio la vuelta, pasó la tarjeta por la puerta y entró en la habitación como un rayo, sin dejar entrever nada de lo que había dentro.
Aún sorprendido con lo que acababa de pasar, seguí mi camino y acabé con la distancia que me separaba de mi cuarto, abriendo la puerta con mucho cuidado de no tirar nada. Pedro seguía durmiendo en la misma postura, así que dejé lo que llevaba en las manos sobre el escritorio y me acerqué a la cama con sigilo.
Estiré el brazo y empecé a acariciarle la espalda, haciendo movimientos lentos hacia arriba y abajo. Me acerqué más a él y le besé la nuca, bajando poco a poco por el resto de su cuerpo. Cuando iba por la mitad de la espalda, empezó a moverse.
-Buenos días.-le dije deteniéndome para observarle. Él giró un poco la cara y me miró con una sonrisa.
-Buenos días.-dijo frotándose los ojos mientras se daba la vuelta hacia mí. Me agarró del brazo y tiró, haciendo que me acercara a él. Me besó lentamente mientras su mano descansaba en mi nuca y yo puse la mía sobre su mejilla, acariciándole con el dedo pulgar. Tras un instante, se separó de mí y me miró con el ceño fruncido.
-¿A qué huele?
Esta vez fui yo quien sonrió.
-A nuestro desayuno.-respondí golpeándole suavemente en la barriga. Él se irguió y dirigió la mirada hacia el escritorio, donde descansaba la bandeja.
-¿Me has traído el desayuno a la cama?-preguntó levantado una ceja. Yo me encogí de hombros.
-Puede.-fue mi respuesta. El me miró durante un segundo y se acercó a mi, besándome de nuevo.
-Gracias.-dijo de manera sincera. Yo me perdí en él durante un instante.
-No tienes que dármelas.-contesté dándole un beso fugaz en la punta de la nariz.
Me puse en pie y cogí la bandeja, trayéndola a la cama con cuidado. Pedro y yo nos recostamos, apoyando la espalda en la pared y colocando la bandeja sobre nuestras piernas.
-Me vas a hacer saltarme la dieta.-dijo él viendo lo que le había traído. Yo sonreí.
-Tranquilo, no se lo diré a Carlos.-respondí haciendo referencia al preparador físico de la selección.
Empezamos a comer y guardamos silencio durante unos minutos, disfrutando del desayuno y de la compañía. Pero entonces un pensamiento cruzó mi mente y me giré hacia él.
-¿Gavi está con alguien?
Pedro se atragantó con lo que estaba comiendo.
-¿Qué?-se golpeó el pecho.-¿Por qué lo preguntas?
Entrecerré los ojos en su dirección.
-Lo he visto entrar a su habitación con dos cafés.-le conté.-Y, teniendo en cuenta que yo estaba trayéndote el desayuno a ti, he pensado que igual él estaba haciendo lo mismo con otra persona.
Pedro le dio un sorbo al café.
-Se podría decir que está con alguien, sí.
Le miré expectante.
-¿No me vas a decir con quién?
Pedro sonrió.
-Si te lo contara, Gavi me cortaría las pelotas.
Alcé una ceja.
-¿También es alguien del equipo?
A Pedro le dio la risa.
-Dios, no. Gavi es demasiado heterosexual para este mundo.-bebió de nuevo.-Pero es una situación complicada. Y algo que solo le corresponde contar a él.
Asentí, entendiendo lo que quería decir. En realidad, yo también me enfadaría si alguien fuera contando por ahí que Pedro y yo estábamos juntos. Al final, era algo nuestro y solo nosotros debíamos decidir quién queríamos que lo supiera.
Pedro y yo pasamos un rato más disfrutando del desayuno y hablando del partido de esa tarde. No nos dimos cuenta de el tiempo que había pasado hasta que alguien llamó a la puerta.
-Quien sea que esté aquí dentro.-dijo la voz de Gavi al otro lado.-Es hora de ir a entrenar.
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La suerte de tenerte. Unai + Pedri
FanfictionUn país entero aclamaba sus nombres, confiaban en sus estrellas, en su equipo. El objetivo estaba claro: ganarlo todo. Pero ellos no contaban con perder sus corazones por el camino. Tres años atrás, Unai y Pedri se conocieron durante los entrenamien...