Cap31. El principio del final

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—Alex, por favor, ¿qué más quieres que haga? —suspiró, agobiado—. Ya lo he dado todo. Si mi carrera se va a la mierda por querer estar con el hombre que amo, pues que se vaya a la mierda.

Alex soltó un profundo suspiro, desplomándose en el sofá como si ya no le quedaran más fuerzas para intentar hacerlo entrar en razón.

—¿De verdad le amas tanto como para renunciar a tus sueños?

Martin asintió, sincero, dejándose caer a su lado, sin ánimo de seguir defendiéndose.

—Alex, nunca he sido tan feliz en mi vida. No es que quiera renunciar a mis sueños, a nuestros sueños —le miró con pesar—Me encanta lo que hago, pero si la prensa va a destrozarme solo por estar con Juanjo... —tragó saliva, buscando las palabras adecuadas—. No me importa. Si estoy con él, nada más importa.

Su mejor amigo lo observó en silencio, analizando cada uno de sus gestos. Los ojos de Martin brillaban, y sus cejas se alzaban, desesperadas. Alex, como había hecho siempre, decidió apoyarlo.

—Qué fuerte —suspiró, una sonrisa asomando en sus labios—. Mi niño está enamorado —rio, incrédulo—. Ese chaval que menosprecia a todos porque nadie está a su altura... se ha enamorado. Tanto que lo dejaría todo por él, ¡wow! —negó divertido.

—Ya... —asintió Martin, sonriendo también—. Es algo nuevo para mí. Sentía cosas por él antes, pero eran superficiales, ¿sabes? Cuando lo veía en pantalla. Ahora que es mío, no hay un solo día en el que no le esté pensando. Cuando no lo tengo a mi lado, solo quiero teletransportarme y tocarle, aunque sea un segundo, y volver —bufó, avergonzado—. Me hace sentir amado, pero... es bonito esto ¿o no?

Alex sonrió, enternecido. —Puto rey de la manifestación —rio, recordando—Te tenía todos los días en Getxo fantaseando con hacerlo tu novio.Y de hecho Denna me ha dicho que tampoco lo había visto nunca así, tan... enamorado.

Martin, ilusionado, se incorporó un poco, atento. —¿De verdad? Yo solo quiero oficializarlo ya, Alex. Quiero la etiqueta, por muy boba que parezca. Quiero presumirlo. Por favor, ayúdame a compaginar esto con mi carrera. No quiero dejarlo todo, pero tampoco quiero perderle.

—Ay, manito... —suspiró Alex, sentándose bien—. Creo que podemos buscar algunos caminos, pero habrá que hacer un balance si es lo que quieres. Y ya veremos qué hacemos con la productora de tu nueva película. Sabes que son más divos que los mismos actores, pero tú eres su capricho, y cuando vuelvas, volverán a adorarte.

—¿Y la prensa? —preguntó Martin, mordiéndose nervioso el labio.

—Eso déjamelo a mí. Ya estoy creando un plan con tu equipo de relaciones públicas. Tú eres una estrella, Martin, y no tendrán mucho de dónde agarrar para hundirte —le dio un apretón en la pierna, transmitiéndole seguridad —Es que también como lo mandas a que lo perdone su puta madre en medio de cien periodistas más —se carcajeó Alex, aliviando la tensión del ambiente.

☆ ☆ ☆ ☆

Cuando Juanjo tenía 17 años, jamás imaginó que su vida daría un giro tan inesperado. Todo empezó cuando alguien lo descubrió cantando en un evento de su pueblo, y desde ese día no hubo vuelta atrás. De niño había soñado, como muchos, con que sus canciones llegaran a los oídos de mucha gente, con transmitir lo que sentía a través de su voz y sus letras. Pero nunca pensó que ese talento lo catapultaría al éxito internacional, llevándolo a cumplir sueños que ni siquiera sabía que tenía, como llenar arenas por todo el mundo con miles de personas coreando sus canciones.

Sin embargo, la fama tenía un precio. Apenas empezaba en la industria y ya los medios invadían su vida privada. La prensa lo acosaba a todas horas, persiguiéndolo incluso a la tienda de la esquina. No podía tener amigas sin que lo relacionaran con ellas, buscando siempre generar algún escándalo. Y de las chicas con las que salía, ni hablar: muchas vendían su historia por unos minutos de fama.

Starry Night Donde viven las historias. Descúbrelo ahora