—¿Y este tío? ¿No se supone que estaba intentando reconquistarme? —bufó Martin indignado, cruzándose de brazos mientras miraba alrededor del avión de primera clase que los llevaría a Mónaco.
Alex rio divertido y le dio un suave empujón para que se sentara —Seguro se ha retrasado, hombre. Y se supone que tú no querías hablar, ¿quién te entiende?
—Ya, pero ya había planeado que tú te marearías y te tendrías que ir a clase turista, y Juanjo se sentaría conmigo —puso un puchero fingido, lo que provocó otra carcajada de su amigo.
—Venga, ahora te enfadas porque no te leyó la mente.
Al llegar a Mónaco, las calles destilaban glamour en cada rincón. Coches de alta gama, desde Ferraris hasta Bugattis, se alineaban en las avenidas como si fueran parte de una exposición. Las aceras estaban llenas de personas vestidas con las mejores marcas, sus relojes y joyas brillaban bajo el sol del Mediterráneo. Los edificios, pulcros y resplandecientes, albergaban boutiques exclusivas, cafés de lujo y restaurantes reservados para los más privilegiados. El aire olía a perfumes caros, y el sonido de las olas del puerto se mezclaba con las conversaciones en varios idiomas, mientras los yates brillaban bajo el sol.
Ya en su enorme habitación del hotel, Martin no pudo evitar suspirar al pensar que las cosas no eran como las había imaginado. Había pensado que sería como en Italia, que su habitación estaría junto a la de Juanjo y que, de alguna manera, acabarían perdonándose. Pero no, desde que llegó no había oído ni una mención de su nombre. Era como si Juanjo hubiera desaparecido, y la desesperación empezaba a hacer mella en él.
Mientras su estilista le ajustaba la americana negra, Alex repasaba el itinerario en voz alta.
—Básicamente, esta tarde habrá un cóctel con la gente importante de Dolce&Gabbana, algunas celebridades, diseñadores, ya sabes, para anunciar a los nuevos embajadores —explicaba distraído mirando su móvil—Mañana será el almuerzo donde presentarán el teaser.
Martin, observándose en el espejo mientras se ponía el collar de diamantes que le había regalado Juanjo, asintió con indiferencia.
—¿Y cuándo es mi momento? —preguntó. —No me han dicho si compartiré escenario con Juanjo o algo...
—Sí, hoy. Los directivos os presentarán como las nuevas caras de la marca. Solo tienes que agradecer y poco más. De todas formas, vuestras caras estarán en cada esquina —respondió Alex con un encogimiento de hombros.
—Vale —dijo Martin, acariciando el collar. —No debería ser incómodo... supongo.
Alex rodó los ojos— Ay, por favor, manito, si te mueres por volver a verlo —se burló.
Llegaron al evento más tarde de lo planeado, ya que Alex había derramado zumo sobre su traje, lo que les obligó a comprar uno nuevo. Al entrar en la terraza del exclusivo hotel, Martin se detuvo un momento para absorber el ambiente. La azotea era amplia, decorada con elegancia, pero sin excesos. Los suelos de mármol blanco y negro reflejaban las suaves luces que iluminaban las mesas altas, adornadas con discretos centros de mesa en los colores icónicos de Dolce&Gabbana.
Los invitados, vestidos con sus mejores galas, se movían con elegancia, charlando animadamente mientras una música suave y envolvente llenaba el ambiente. Todo estaba calculado al detalle para transmitir lujo y exclusividad, el marco perfecto para la presentación de una fragancia tan exclusiva como la que estaban allí para celebrar.
Pero la sonrisa de Martin se desvaneció en cuanto lo vio. Juanjo, tan elegante con su traje negro, igual que él, pero destacando por llevar uno de esos tops de rejilla con brillantes que tanto le favorecían. Estaba radiante, alto y seguro, hablando con una modelo rubia. ¿Es que ya se había cansado de intentar recuperarlo? La imagen lo descolocó, provocando una punzada de celos.
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Starry Night
FanfictionJuanjo Bona, el cantante más relevante de España en los últimos años, ha alcanzado la cima de su carrera y sigue subiendo como la espuma. Su voz y carisma han conquistado corazones y escenarios por igual, consolidándolo como una auténtica leyenda de...