Juanjo sabía desde que conoció a Martin que nunca había vivido una vida modesta. Era evidente por su manera de ser, sus gestos y el aire de confianza que le rodeaba, que Martin siempre había tenido dinero, algo con lo que Juanjo no estaba familiarizado. Aunque él no había crecido en una familia con pocos recursos, tampoco había conocido los grandes lujos. Venía de un pequeño pueblo, un lugar donde la vida era más sencilla y menos ostentosa, muy diferente a lo que experimentaba ahora.
Cuando bajó del coche, sus ojos se dirigieron a la imponente casa con vistas al mar que Martin le había descrito durante el trayecto. Sabía que esa era la casa donde había pasado su infancia, y que a pesar de todo el éxito como actor, su familia no había recibido ni un euro de su carrera. La construcción, una arquitectura lujosa, con elegantes columnas y un amplio balcón en el segundo piso, dominaba el paisaje. Aunque algunos detalles mostraban el paso del tiempo, los ventanales modernizados y el cuidado en la fachada revelaban que la casa aún conservaba su aire distinguido y señorial.
Martin, sin embargo, se había quedado inmóvil frente a la puerta, la tensión marcando sus facciones. Juanjo sabía que para él no había sido fácil decidir volver a ese lugar. Durante el trayecto había estado a punto de retroceder, de abandonar la idea, pero cada vez que miraba a su lado y veía a su compañero, recobraba el valor para seguir adelante. Sin pensarlo dos veces, Juanjo tomó su mano y la entrelazó con la suya.
—Si quieres, podemos volver —le susurró en un tono suave, casi rogando por aliviar la presión que notaba en su compañero.
Martin negó con la cabeza, tragando saliva antes de soltar un suspiro largo y pesado. —Solo quiero saludar, luego buscamos un hotel cerca.
—Vale —respondió Juanjo, apretando con suavidad la mano de Martin, transmitiéndole su apoyo incondicional. —¿Estás listo entonces?
El vasco asintió lentamente. Justo antes de tocar el timbre, tiró de Juanjo por el cuello y le plantó un beso fugaz pero firme, como si buscara cargar fuerzas en ese pequeño gesto. Entonces, se giró y tocó el timbre sin pensarlo dos veces. Apenas unos segundos después, una adolescente abrió la puerta, distraída, hasta que sus ojos se toparon con los de Martin.
—¿Martin? —susurró, incrédula, antes de que su sorpresa estallara en una exclamación. —¡Martin! —Un puchero de emoción se formó en sus labios antes de lanzarse a los brazos de su hermano.
El actor soltó la mano de Juanjo para devolverle el abrazo con una mezcla de alivio y nostalgia. —Mery —dijo con voz quebrada, sintiendo cómo el cariño de su hermana le envolvía—. Estás preciosa, las fotos no te hacen justicia.
La joven se separó y, al notar la presencia de Juanjo, sus manos volaron a su boca en un gesto de asombro. —¿Es... Juanjo Bona?
Martin rio con ternura, dándole un pequeño empujón a su chico para que se acercara. —Sí, fue su idea venir hasta aquí —le guiñó un ojo, con una sonrisa cómplice.
—Encantado, Mery. Martin no ha dejado de hablar maravillas de ti y de vuestro hermano pequeño —dijo Juanjo, extendiendo los brazos para darle un abrazo amistoso.
—Estoy soñando... —la adolescente se pellizcó el brazo sin poder creérselo.
Martin rió suavemente y le detuvo la mano. —Tranquila, estamos aquí. Ya después te contaremos todo —Carraspeó antes de preguntar— ¿Están papá y mamá?
Como si invocara su presencia, una mujer atractiva, con larga cabellera castaña y cuidadosamente ondulado, apareció detrás de Mery.
—Mery, ¿quién es...? —La mujer detuvo su paso al ver a Martin frente a ella. Su expresión se suavizó antes de que la emoción la desbordara por completo. —¡Martin! —gritó, corriendo hacia él, abrazándolo con la fuerza de quien lleva años esperando ese momento. —Mi niño, mi pequeñito —susurró, dejando que las lágrimas corrieran por su rostro, arruinando su pulcro maquillaje.
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Starry Night
FanfictionJuanjo Bona, el cantante más relevante de España en los últimos años, ha alcanzado la cima de su carrera y sigue subiendo como la espuma. Su voz y carisma han conquistado corazones y escenarios por igual, consolidándolo como una auténtica leyenda de...