XII

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   Estaba sentada en el coche, no quería bajarme, no quería entrar al club... ¿Estaba nerviosa? ¿Qué me pasaba?

   Estaba tan concentrada en mis pensamientos que cuando me tocaron la ventanilla casi riego mi café con hielos por todos lados.

—¿Qué haces ahí? Bájate, te vas a morir.
—¿Cómo–abrí la puerta–se te ocurre tocar así? Andrei, casi me matas.
   Tomé mis cosas y bajé por fin.
—¿Qué hacías?
—Nada, estaba esperando una llamada pero no la recibí.
—Ah, ¿Qué vamos a entrenar hoy?
   Caminábamos a paso lento a la entrada.
—No sé, no voy a estar.
—¿Por?
—Voy a ayudar a Mike con los niños de pide un deseo.
—Es cierto, llegan hoy, no lo recordaba.
—Yo ni lo sabía, van a estar toda la semana.
—Sí y vienen al estadio el viernes.
—¿De verdad?–asintió–que... Interesante.
   Me platicó acerca de su nuevo departamento hasta que entramos.
—¿Vienes al vestidor?
—No, iré a buscar a Mónica.
—Bueno, te veré luego.

   Partimos caminos, yo fuí directamente a la oficina de la asistente, necesitaba respuestas.

—Buenos días.-me dijo apenas irrumpí.
—Tengo preguntas y no tengo respuestas–me senté–¿Por qué dijiste eso anoche?
—Yo también amanecí muy bien–seguía escribiendo en su computadora–también desayuné.
—Mónica, por favor.
—¿Qué?–me miró–¿Quieres que te diga cómo sé que le gustas a Joe?
—Shhh, baja la voz pero sí, sí quiero saber.
—Zac lo escuchó hablarlo con Ja'Marr.
—¿Y? ¿Qué más?
—¿No que no te gusta?
—No es porque me guste, es porque... Me da... Curiosidad.
—¿Curiosidad?
—Deja de responderme con preguntas.
—Mira–se quitó los lentes–si te lo digo es para que te andes con cuidado, sobretodo ahora que muchos puntos conectaron al saber que esos rumores de que corre por las noches son ciertos. Es un hombre bastante peculiar, no me gustaría tener que manchar su expediente para que ningún equipo lo contrate si te hace el más mínimo daño.
—Vaya... ¿Gracias por eso? Podrías hacerlo ya mismo, he. Sin problema.
—¿Te gusta?
—¿Burrow?
—Pues sí, no estamos hablando del otro par de tontos.
—No, no me gusta Joe pero yo sí le gusto a Charlie.
—¿Cómo?
—Me lo dijo Yoshi el domingo.
—Eso no lo sabía.
—No te lo va a decir, echó a Andrei de casa por la misma razón.
—Ya decía yo que esa separación tan repentina decía tener un motivo más fuerte...
—¿Mónica?–una rubia se asomó–reunión.
—Voy ahora–cerró la puerta–ve a trabajar, te veré después.
—¿En serio tengo que ir con los niños?
—Sí y más vale que ya no provoquen más dolores de cabeza o los van a usar de postes para los arcos.

   El entrenador me dijo que tenía que esperar en la recepción del club, ahí me vería con Mike y Burrow.

   Lo vi entrar, tenía cara de pocos amigos... Esa siempre la tenía, pero ahora más.

—¿Por qué...
   Apenas me iba a arribar cuando miré a Mike entrar.
—Hola, Mike.
—Buenos días, jovencitos–también estaba serio–de sobra está decir lo importante que es dar una buena cara hoy, ¿Cierto?–asentimos–perfecto, voy a presentarlos con los invitados y luego serán parte del recorrido con los encargados.
—¿No vienes?
   Pregunté con preocupación, no quería quedarme sola con Joe y un montón de niños.
—No, tengo trabajo.

   Varias personas adultas entraron a la recepción acompañados de unos diez o quince niños que, al ver a Burrow parecía que estaban viendo a una eminencia.
   Si supieran lo grosero que era seguro ni lo saludaban.
  
—Bueno, los dejo en compañía de nuestro quarterback y la entrenadora Charlie, bienvenidos a su equipo.
   Mike se despidió y nos abandonó.

   Para mi eso ya era costumbre.

   Escoltamos a los niños por un tour por los vestidores, el gimnasio, las áreas recreativas que me resultaban bastante entretenidas también y por algunos otros lugares.
   Se detuvieron a escuchar parte de la historia del equipo en una de las grandes salas. Me paré en un rincón porque no quería estorbar.

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