VI

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   Había tenido que tomar pastillas para dormir porque no podía hacerlo por voluntad así que desperté tarde por la mañana. Corrí de un lado a otro para estar lista y salir al club.
   Estaba segura que la caridad agradecería mi poco voluntario donativo.
  
—Tarde.-me abrió la puerta principal.
—Mónica, por favor.-entré acomodando todavía los tirantes de mi mochila.
—Darren quiere hablar contigo–me pasó un café con hielos–y Rosalie vendrá durante la tarde porque quiere decirte algo.
   Caminábamos a paso apresurado al vestidor.
—¿Rosalie?
—Me llamó y me lo pidió.
—¿Tengo opción?
—Va a ser que no.
—Ni hablar–resoplé–¿Te dijo Darren que quiere?
—Tampoco, dijo que apenas llegaras fueras al campo climatizado.
—¿Me llevas? Solo voy a dejar la mochila.
   Dejé mi carga, solo saqué mi tabla de jugadas y un par de cosas más.
—Mike no vendrá hoy–me guiaba por los pasillos–pero también te dejó dicho que te veía esta noche para cenar.
—Vivimos juntos, ¿No podía solo tocar a mi puerta?
—Todavía no está acostumbrado a lidiar con tu carácter.
—¿Lidiar?
—Sabes lo que te quiero decir.
—Lo sé–me reí–gracias, supongo que ahora tendré que pagarte sueldo de asistente.
—Lo hago porque alguien tiene que cuidarte–abrió una puerta y la sostuvo para que entrara–estaré en mi oficina, tengo trabajo pero ve si necesitas algo.
—Te debo mucho.

   Entré al campo esperando que nadie se diera cuenta que había llegado pero desafortunadamente no podía ser invisible.

—¡Buenos días!–escuché la voz del entrenador desde el centro del campo–bienvenida, bienvenida.
   Algunos jugadores aplaudían.
—Ya entendí.-levanté las manos.
—Las hermanas de la caridad del niño huérfano estarán muy felices de la nueva donación.
—Por supuesto, acepto mi derrota.
—Oye–nos dimos la mano–Darren quiere hablar contigo.
—Sí, me dijo Mónica, ¿Dónde está?
—Con sus chicos.-señaló detrás suyo.
   Seguí mi camino hasta encontrarlos.
—Buenos días, muchachos.
—Buenos días.-los jugadores respondieron.
—Me dijeron que quieres hablar conmigo.
   Nos dimos la mano de manera amable.
—Sí, acompáñame.
   Nos apartamos un poco de todo el mundo.
—¿Pasa algo?
—Lo mismo te pregunto, ¿Pasa algo que no sepamos?
—Hmm, no.
—Ayer parecía que estabas teniendo una discusión con Joe en el vestidor.
—Es un tonto.
—¿Eso es que sí?
—Escucha, Darren, me iré pronto–arrugó el entrecejo–volveré a San Diego y esto quedará como una bonita experiencia solamente, no vale la pena prestarle atención a alguien como él.
—Independientemente si vale o no la pena, le dije que te ofrezca una disculpa.
—¿Qué? No, no hace falta.
—Lo conozco, sé qué tan grosero puede llegar a ser cuando se lo propone.
—Da igual, hoy no viene y mañana lo ignoraré. Así hasta el viernes.
—Acaba de llegar de hecho.
—¿Cómo?
   Miré a la puerta y efectivamente, estaba entrando.
—Le dije que no podía perderse un solo entrenamiento si era tan hombrecito, así son las cosas aquí.
—¿Entrenador?
   Evan McPherson lo llamó.
—A trabajar.

   Estaba segura que si Joe Burrow me odiaba por cualquier cosa, ahora tendría motivos de sobra.

   Todo el calentamiento me quedé en un extremo contrario a él pero era hora de poner jugadas en práctica y sí o sí, tenía que acercarme.
   ¿Por qué era yo la que se sentía como ladrón huyendo de la policía? Yo no había hecho nada, el grosero había sido él y su actitud de infeliz, yo no tenía que huir.
   Me vió acercarme, le entregué la hoja de jugadas pero ni siquiera nos dirigimos la palabra, la miró un par de segundos y pasó de mi, fue directamente a hablar con Zac.

—¿Qué tiene de malo?
—Todo.
—¿Todo?–le quitó la hoja–son jugadas, Joe, no son oficiales.
—¿Y porque hay que perder tiempo entonces con estas jugadas de primaria?
—¿Jugadas de primaria o jugadas de Charlie? Darren me dijo...
   Hice sonar mi silbato.
—¡Browning! Al campo.
   El lugar se quedó en completo silencio, el quarterback suplente me miró y luego miró a Zac, este le hizo un gesto con la cabeza para que ocupara su nuevo lugar.
—¿Qué te sucede?
   Por fin me miró a los ojos aunque de manera retadora.
—Si para ti son jugadas de primaria entonces es porque tienes experiencia suficiente como para entrenar con el segundo equipo y nutrirlos con tu sabiduría. Jake Browning ocupará tu lugar entonces.
—¿Quién es ella para tomar estás decisiones?
   Miró con enfado al entrenador.
—Lo siento, amigo–me entregó mi hoja–eres el titular pero nosotros mandamos aquí, tienes algún problema puedes dirigirte con recursos humanos. Hasta entonces, te recomiendo que vayas con los muchachos.
—Por supuesto que iré con los muchachos, no me va a mandar con los suplentes...
—Con esos muchachos me refería, vas a entrenar con ellos el día de hoy.
—Zac, esto es una estupidez...
—Es una órden de la asistente y coordinadora Charlie Rivera, Joe–Darren interrumpió–el espectáculo terminó. Ve a entrenar o retirate del campo pero sabes las consecuencias.

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