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—¿Esto que es?
—Las llaves de un departamento que Mike compró para ti.
   Me contestó revolviendo papeles y cosas en su escritorio.
—¿Qué?
—Dijo que quería dártelas personalmente pero no tiene fecha de regreso y no quiere que sigas quedándote con Andrei y Charlie.
—¿Por?
—No sé, Charlie, órdenes de Zac.
—Mónica–me toqué el pecho–tú nunca me habías hablado así.
   Dejó lo que estaba haciendo y me miró.
—Perdóname en serio, es que tengo demasiado trabajo y demasiadas cosas. Te acompaño a verlo después del entrenamiento, ¿Qué dices? Es muy bonito, en una zona segura, te va a encantar.
—Me imagino que lo escogiste tú así que confío en que me gustará.
—¿Pero?
—¿Crees que tengo un pero?–levantó las cejas–esta bien, es solo que nunca me habían regalado tanto.
—Acostumbrate, Mike parece que quiere comprarte el universo.
—Iugh no, no lo llamaré papá.
—Ve a trabajar, te veré a la salida.
—A sus órdenes.

   Guardé el llavero en el bolsillo de mi pants y salí de la oficina de Mónica Barbie Asistente atareada.

   Tuve mi pequeña charla matutina con el resto de entrenadores como todos los días y salimos al campo, miraba con los ojos entrecerrados al cielo, ¿Cuándo iba a parar ese calor del infierno?
   Veía a todos estirar con normalidad excepto a uno: Joe Burrow.
   Parecía estar haciendo más esfuerzo de lo normal para no demostrar que estaba pasándola fatal porque justo ese día había visita de medios de comunicación en el entrenamiento.
   Al término del calentamiento trató de seguir disimulando pero no iba a pasar mucho para que su pantorrilla derecha terminara de ceder.

—Burrow no está bien.-Zac me informó lo evidente.
—Ya me di cuenta.
—No va a dejar que lo saque, lesionado ya está, solo va a empeorarlo.
—¿Quieres que termine de lesionarse?
—Charlie.
—¿Quieres o no? Si sigue haciéndose el valiente solo va a empeorar más y si termina de lesionarse ahorita mismo podría ser mejor.
—¿Qué vas a hacer?
   Me llevé el silbato a la boca y capté la atención de todos.
—Cambio de posiciones–se quedaron parados–Boyd, vas a jugar en quarterback y Joe, vas a ser receptor abierto, los demás busquense una posición diferente a la suya.

   Darren entendió lo que estaba haciendo y los empezó a ordenar.

   Pero no solo él, Joe me dedicó la que consideraba hasta el momento la peor de sus miradas, de mala gana le entregó el brazalete de jugadas a Tyler y ocupo su posición temporal.

   Dos jugadas bastaron para que corriera a recibir el ovoide y tuviera que terminar la carrerilla con la pierna izquierda, oficialmente estaba lesionado.

   El equipo médico ingresó inmediatamente al campo para revisarlo.

—Tengo que llevarlo a revisión.
—Por supuesto, doc–contestó Zac–Charlie, acompañalo.
  
   Era mi pago por terminar de lesionarlo, lo aceptaba.

   Estaba de muy mal humor pero del feo.

   Me quedé cerca mientras le realizaban la valoración, no podía verlo a los ojos. Comenzaba a sentir un poco de culpa.

—Tiene la pantorrilla derecha destrozada–lo escuché entre suspirar y soltar un gruñido de enfado desde la camilla–en el mejor de los casos llevaría unos quince días de recuperación.
—¿Y en el peor?
—Hasta tres meses, empezaremos de inmediato con la rehabilitación y avisaré al hospital central para que lo reciban para un tratamiento más especializado. Por ahora está fuera, volveré con los primeros medicamentos.
—Claro, gracias.
   El doctor y los enfermeros salieron dejándonos a solas, saqué mi celular y le escribí el diagnóstico a Zac por mensaje de texto. De inmediato me respondió que si se lo podían llevar al hospital lo hicieran pero que fuera con él.
—¿Puedes dejar tu celular?–reclamó–¿O acaso estás contactando ya al hospital?
—Te estaba pidiendo la carroza.-me lo guardé.
—¿Por qué lo hiciste?
—No sé de qué hablas.
—No, por supuesto que sabes, cambiaste las posiciones para que me pasará esto.
—Cambié las posiciones porque si seguías cargando estrés muscular lo único que ibas a provocar es que te cortaran la pierna, deberías estar agradecido.
—Jamás estaré agradecido contigo por nada.
—Mjm–me senté–como tú digas.
   Volví a sacar mi celular, no tenía mucho más que hacer.
—¿Qué haces? Estas trabajando y que yo sepa tu noviecito Jones está entrenando.
—Charlie no es mi novio.-contesté con paciencia viendo mi celular.
—¿Acaso estás con los dos?–lo miré–Andrei se la pasa encima de ti y bueno, después de aquella encerrona con Jones...
—Deja de hablar estupideces, estás mal de la cabeza y además, si tuviéramos un trío sexual¿A ti que más te da?
—Tienes razón, lo que pase contigo es algo que me tiene sin cuidado.
—Pues no parece, no haces más que meterte en mi camino.
—No pretendo seguir hablando contigo.
—Ni yo contigo, desgraciado insoportable.
—Cuida tu tono de voz cuando te dirijas a mi.
—Desgraciado insoportable.-remarqué cada letra.
—Te juro que me dan ganas de retorcerte el cuello con mis propias manos.
—Uy, que miedo.-sonreí.
—Escúchame una cosa...
   El doctor entró con algunas jeringas en la mano.
—Te pondré los analgésicos y antiinflamatorios, luego te llevarán al hospital, ¿Vas tú con él?
—Desafortunadamente–me levanté–avisaré al entrenador.
—Perfecto, no tardaré inyectandolo.
—¿Inyección?
   ¿Eso era alarma en la voz del magnífico Joe Burrow?
—Pensándolo mejor, puedo avisar por mensaje.-volví a sentarme.
—No te vas a quedar aquí.
—Órdenes de Zac, querido.-le sonreí.

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