Wyoming era una ciudad preciosa, con paisajes que robaban el aliento y una tranquilidad que se respiraba apenas ponías un pie ahí aunque el frío me hacía tiritar un poco.
—¿Qué tal?–preguntó una vez instalados en el hotel–bonito, ¿No?
—Bastante la verdad aunque se me duerma la cara del frío.
—No es tan frío.
—Habla por ti, de donde yo vengo no hace este frío del demonio.
—En eso tienes razón, aunque–me sentó en sus piernas–yo puedo ayudarte a no pasarlo.
—Hmm–endré mis brazos en su cuello–me agrada la idea.
Tomó mi boca con la suya dispuesto a todo.
—¿Chicos?–se escuchó la voz de Andrei fuera de la habitación–vamos a comer.
—Lo voy a matar–habló sobre mis labios–no sé ni para que los traje.
—Vamos, no tenemos todo el día.-insistió.
—Fue tu idea–me levanté–se podían quedar con el gato.Salimos de la habitación, en el pasillo nos esperaban Rosalie, Aaron, Ja'Marr y Andrei.
Bajamos en busca de un restaurante, el del hotel era pequeño y no ofrecía mucha variedad así que decidimos caminar por ahí hasta encontrar uno que satisfaciera los estómagos de los futbolistas.
Comimos entre bromas y risas en un lugar cerca de donde nos hospedamos, Andrei no paraba de quejarse porque tenía que compartir habitación con Ja'Marr mientras que Joe y Aaron con las chicas.
Después de comer, caminamos un rato por ahí, Joe se quedó con los chicos mientras que Rosalie se abrazaba a mi brazo tiritando como un perrito chihuahua muerto de frío.—Mira–apuntó a una tienda–souvenirs, vamos.
Entramos al pequeño local y vimos las estanterías, había postales, vasos, gorras, camisas y un montón de detalles con las montañas y lagos de Wyoming.
—Yo quiero este.-Aaron se puso un sombrero de vaquero.
—Luces bien, listo para que te quedes aquí a pastorear vacas.-le di palmaditas en el hombro.
—Lo voy a usar para otros fines.-sonrió con picardía.
Todos vimos como la cara de Rossie se ponía igual de roja que la taza que llevaba en las manos.
—¿Qué dices?–me mostró una camisa que ponía "Yo ❤️ la montaña–¿Te gusta?
—Es bonita–me reí–la puedes usar como parte de uno de tus outfits carísimos en día de juego.
—La usaré–me robó un beso pequeño–aunque estoy considerando también llevarme un sombrero, Aaron me dió ideas.-dijo despacio en mi oído.
—Voy a ver por allá.-huí.
Encontré accesorios que aunque parecían no de muy buena calidad, me gustaron mucho y compré algunos.
Compré también otras cosas que le llevaría a mi abuela cuando volviera a San Diego.
—Parece que le compramos lo que no ha vendido en meses.-Ja'Marr habló cuando salimos de la tienda.
Joe me movió a la orilla al darse cuenta que estaba entretenida viendo mis compras y cerca de la calle.
—Me encantan las tiendas de souvenirs–Rossie dijo con emoción–es como llevarte un pedacito del lugar para siempre.
—A mi me encantaría dormir.-habló entre bostezos.
—Por favor, Yoshi, acabamos de llegar.-lo regañé.
—Llegamos en la mañana, quiero una siesta y luego ir a un bar de cowboys, beber cerveza y montar un toro mecánico.
—Y comer un filete.-Aaron lo apoyó.
—También.-chocaron puños.
—El niño tiene razón–echó su brazo sobre mis hombros–vamos a recargar baterías, dicen que las noches aquí son muy bonitas.Volvimos al hotel directamente a nuestras habitaciones.
—¿Puedo?–señaló mis compras y asentí mientras me ponía la pijama–¿No te parece que tienes muchas tazas ya?
—Me gusta mucho el café y no me gusta lavar los platos.-sonreí.
—Ya veo–siguió husmeando–¿Qué es?
Sacó la cajita de papel.
—Ah–me reí–te la compré, ábrela.
La abrió con curiosidad.
—Charlie...
—Ya sé que es de muy mala calidad pero no sé, me gustó.
Dejó la cajita con una cadena color oro y un dije de la silueta de un cowboy montando un caballo de lado y sacó exactamente una caja igual de una de sus bolsas.
—Supongo que tuvimos el mismo pensamiento.-me la entregó.
—No te lo creo.-solté una risa viendo el contenido.
Era exactamente lo mismo.
—Compraré cadenas de calidad cuando volvamos, no quiero que se nos pudra el cuello.
—Debo tener algunas en casa, ponmela.
—¿Segura?
—Sí, la cambiaré cuando volvamos igual.
Me ayudó a ponerla en mi cuello y después le ayudé a él.
—Ahora compartimos cadena.
—No es de diamantes pero oye, es linda.-contesté viéndola en el espejo.
—Te compraré una como la que entregaste...
—No.
—¿Qué le dirás a Mike?
—Que se me perdió o algo se me ocurrirá, no me vas a regalar diamante estas loco.
—Quiero regalarte el mundo, Charlie–me abrazó–dejame hacerlo.
—Con que estés aquí es suficiente.
—Eres un sueño.-acarició mi cara con delicadeza.
