XV

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— Michael–di un golpe en su escritorio–¿Quién diablos dejó subir a Joe Burrow a mi departamento?
—Se lo juro que yo no, fue el nuevo.
—¿Dónde está ese tarado?
—Terminó su turno y se fue.
—¿A qué hora puedo hablar con un responsable?
—Hasta el lunes, señorita.
—Escúchame una cosa...
—Dejalo vivir–me tomó de los hombros–vamos a trabajar.
—Te salvaste está vez.-lo apunté con el dedo.
—Le prometo que voy a solucionar el inconveniente.
   Solo apunté mis ojos y luego los suyos.

   Joe no le había hecho nada a Andrei porque cerré la puerta detrás de mi de inmediato y aunque amenazó con entrar y echarlo a patadas, le dejé en claro que no tenía derecho de estar invadiendo mi privacidad de esa manera.

   Los dos pasamos toda la mañana tirados en el salón sin hacer nada, luego fue a su departamento por sus cosas y volvió para ir juntos a trabajar.

—¿Qué tienes? ¿Es por lo de anoche?
—No, no, no es eso.
—¿Entonces? ¿Es por ya sabemos quién?
—Tampoco es solo que siento como ansiedad, como una angustia en el pecho.
—¿Has hablado con tu papá Mario?
—Pff, ni se debe acordar de mí.
—¿Tu amigo Aaron?
—Mierda, es cierto.
—¿Charlie?
   Era Mónica.
—Te veré luego.
   Andrei siguió su camino.
—Buenos días.
—Buenos días, ¿Pasa algo?
—Mike quiere que sepas que habrá una cena importante en Nueva York a finales de mes.
—¿Por qué se le complica tanto decirme él las cosas?
—Costumbre me imagino, ¿Cómo te fue anoche?
—Bien.-mentí.
—Esta noche iré a la feria con Zac.
—Uy, cada vez más público ¿No?
—Algo hay de eso–la miré sonrojarse–¿Quieres venir?
—No, iré mañana con Mike ya te lo había dicho, pero gracias igual.
—Esta bien, ve a trabajar, te veré luego.

   El horario del día solo indicaba trabajo de recuperación, o sea que yo no tenía nada que hacer más que observar.

   Los chicos me preguntaban como había pasado la noche, a todos les decía que estaba bien.

   Salí acompañada de Andrei, platicábamos de cosas sin sentido.

—¿Vendrás hoy?
—Yo creo que sí, no tengo nada más que hacer.
—¿Me voy a quedar contigo?
—Shhh.-me ganó la risa.
—Soy un fraude.-no podía dejar de reírse también.
—El buen humor bien, ¿No?–nos arribó–¿Dónde estuviste anoche? Te llamé hasta el cansancio.
—Estuve ocupado, Charlie.
—¿Haciendo? Solo ibas a dejarla a su casa.
—Tengo una vida también, no me la voy a pasar siendo tu perrito faldero todo el tiempo.
—¿Ahora me respondes así? ¿Desde cuándo tienes tanto valor?
   Me metí en el medio.
—Ya es suficiente, ve a estirar, Yoshi–lo moví para que caminara–y tú, si vienes de mal humor no es problema nuestro.
—¿Pasaste la noche con Andrei?
—¿Perdón?
—Entró a tu departamento y no volvió a salir hasta esta mañana.
—No tengo porque darte explicaciones.
—¿No lo niegas entonces?
—¿Y a ti que te importa?
—Lo puedo creer de él, ¿Pero de ti?
—Estas alucinando y además, si lo hubiéramos hecho ¿A ti que más te da?
 
   Miré a Joe pasar detrás de él, a pesar de que llevaba lentes oscuros y un bucket hat, podía darme cuenta de su sonrisa de satisfacción.

   Solo aparté de mala gana a Jones y seguí mi camino.

   Trataba de concertarme en lo que me decía Zac, estaba poniendo todo de mi parte pero Joe me molestaba más de lo que necesitaba en ese momento.

—¿Estas bien?
—Me duele la cabeza, es todo.
—Ve por una pastilla, ya vamos a terminar aquí.

   Fuí hasta el consultorio de la mágica Marisse, registró mi presión arterial y me regaló unos cuantos analgésicos para mi dolor.

—¿Qué tienes?
—Ignorame.
—Charlie...-tomó mi brazo con delicadeza.
—Me duele la cabeza, Joe, es todo.-lo aparté.
—Lamento haberme aparecido así como así está mañana.
—Ajá.
   Intenté seguir caminando y de nuevo me detuvo.
—Y por lo de anoche–lo miré con seriedad–lo digo en serio, no debí invadir tu espacio personal.
—¿Qué le dijiste a Charlie?–arrugó el entrecejo–no te hagas el inocente. ¿Por qué sabría él que Andrei pasó la noche en mi casa?
—Yo no le dije... Hablo en serio.
—¿Por qué eres tan mentiroso?
—No soy mentiroso, te juro por lo que quieras que no le dije yo... Pero el portero de tu edificio es un gran fanático del equipo.
   Solté un suspiro con fastidio.
—Como sea, procura no aparecer en mi edificio así como así otra vez.
—¿No me vas a preguntar qué quería?
—No me interesa.-ahora sí me dejó seguir mi camino.

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