CAPÍTULO 66 NO PUEDE ESTAR PASANDO

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Una vez más el bendito doctor se encontraba ocupado y tampoco podía darle una cita de emergencia; según la incompetente de la secretaria tenía la agenda llena, mientras que a el se le reventaba la cabeza con el dolor casi insoportable que no lo dejaba ni dormir.

Sin ningún cuidado colgó el teléfono y regresó a la cama donde se enterró bajo un marullo de cobijas y no hacía nada más que perder el tiempo mirándose los ojos en un espejo de mano. Para su mala suerte cada vez estaba peor. La mancha en el ojo era tan horrible que parecía haber sido a consecuencia de alguna golpiza recibida.

Debería estar calentándose la piel con el sol en Brasil y ardiendo en deseo por las caricias y besos de Namjoon, pero no. Su mala suerte le hacía la más puta de las jugadas y no le quedaba más que estar en el frío y gris Seul. Encerrado en su reducido departamento y atestándose de comida para pasar el tiempo viendo televisión, eso cuando no tenía el dolor taladrándole las sienes como lo tenía en ese preciso momento.

Dejó el espejo sobre la mesa de noche, ahuecó la almohada y con cuidado se acostó, cerró los ojos a esperar que el calmante le hiciera efecto. Sin darse cuenta el sueño se apoderó de el y eso le daba paz, al menos en medio de la inconsciencia no tenía que soportar el dolor.

Jin juraba que estaba más dormido que despierto cuando el teléfono del intercomunicador retumbó en el lugar sacándolo abruptamente del casi sanador momento en el que se encontraba.

—Mato a Bangchan —murmuró sulfurado y el dolor una vez más se le intensificaba ante el molesto sonido—. ¡Que te jodan! No voy a contestar nada —aseguró sin la mínima intención de levantarse de la cama.

El teléfono repicó en varias oportunidades y el se vio tentado a levantarse e ir a mentarle la madre a Bangchan, pero sentía la cabeza demasiado pesada como para al menos elevar el torso. Cuando por fin los repiques del llamado cesaron suspiró profundamente e intentó volver a dormir.

Una vez más estaba casi dormido cuando ahora Bangchan llamaba a la puerta, odiaba cuando su amigo y conserje del edificio se ponía tan fastidioso. Hizo acopió de todo el esfuerzo que poseía y con fastidio se quitó los cobertores, los pateó a un lado y se incorporó, se calzó sus pantuflas y fue a abrirle.

Ya verá, no le quedarán más ganas de molestar... — refunfuñaba Jin camino a la puerta—. Quedamos en que hoy no podía bajar para hablar de sus experiencias homosexuales con casi medio Seul —Empezó a quitar los seguros de la puerta—. Bangchan te dije que me siento... —las palabras se le enredaron en el preciso momento en que abrió la puerta y vio que quien la molestaba no era Bangchan. No le dio tiempo ni de pensar, sólo lanzó la hoja de madera y juraba que se la había estampado en las narices a Lee Namjoon .

Namjoon al otro lado quedó completamente desconcertado apenas si le había dado tiempo de divisar a Jin cuando al siguiente segundo la puerta retumbó en su cara.

Oh por ¡Dios! ¡Qué vergüenza! no puede ser ¿qué hace aquí? Le dije que no podía ir y punto —se dijo buscando desesperadamente con la mirada los lentes de sol más cercanos y vio unos tirados en el sofá, corrió, se los colocó y regresó a la puerta—. ¿Sigues ahí? — preguntó cómo si se tratara de un psicópata el que estaba al otro lado.

Aquí sigo, no me iré a ningún lado, no tengo a donde ir, olvidé hacer reservaciones en el hotel. —contestó alzando un poco la voz para que el lo escuchara.

EPIFANIA 2  ||YOONMIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora