4. EL GLOBO VOLADOR - Parte 2

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El robot, con su brillo metálico reflejando la luz, pidió a los piratas que llevaran los mimbres escondidos en los rincones más oscuros y olvidados de la bodega para hacer la cesta del globo. A pesar de que la tripulación era experta en construir y reparar barcos, jamás habían enfrentado un desafío de esta naturaleza. El barco crujía y se movía de un lado a otro, como si el mar mismo estuviera emocionado por lo que estaban a punto de hacer.

Se dividieron en dos grupos: unos piratas se encargaron de cortar los mimbres y entrelazarlos para dar forma a la cesta. Sus manos, más acostumbradas a cuerdas y remos, ahora trabajaban con mucho cuidado. Otros piratas, más hábiles en las artes de las cuerdas y los nudos, se ocuparon de confeccionar resistentes lazos a partir de las redes viejas del barco con sus dedos endurecidos por años en el mar, deshilando y anudando con la destreza de artesanos. Y, por último, llegó el momento más complicado: la envoltura del globo. El robot, con el conocimiento adquirido de los libros de aquel barco y su voz metálica, los guiones en todo momento, asegurándose de que cosieran con mucho cuidado los telares que se extendían como un lienzo de colores.

Trabajaron durante días sin descanso y cantaron canciones de piratas para hacer su labor más amena. Las canciones hablaban de mares embravecidos y tesoros ocultos, y sus voces subían y bajaban como las olas del océano. Cuando el globo finalmente estuvo listo, el capitán decidió celebrarlo como sólo los piratas saben hacerlo. Con una sonrisa que adornaba su rostro, ordenó que se preparara un festín.

RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora