1. UN TESORO INESPERADO - Parte 9

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Capitán Escarlata, impresionado por lo que había pasado, decidió abandonar el castillo sin esperar más tiempo. Con su inconfundible cojera, cargó con la pesada máquina metálica que había encontrado y corrió lo más rápido que pudo. No obstante, mientras se alejaba del lugar, se dio cuenta de que la vampira que había conocido lo seguía de cerca en su intento por atraparlo. Sentía su presencia oscura cada vez más cerca. Solo los primeros rayos de sol del amanecer, que pueden acabar con la vida de los vampiros, impidieron que Evangelina le diera alcance. Capitán Escarlata se giró para ver cómo la vampira se detenía y le lanzaba una mirada de odio antes de desaparecer entre las sombras.

Desde ese día, Capitán Escarlata tomó la decisión de nunca volver a mentir y de nunca volver a poner un pie en esa maldita isla otra vez. Sin embargo, el destino, esa fuerza invisible que gobierna nuestras vidas, suele ser caprichoso e inesperado. Y el capitán pirata no podía imaginarse las fascinantes aventuras que iba a vivir en aquella isla repleta de sorpresas, maravillas y peligros.

Al llegar a la orilla, Capitán Escarlata subió la máquina metálica en el bote y remó velozmente hacia el barco. Allí, sus piratas lo recibieron con gritos de alegría y con aplausos.

—¡Capitán, lo lograste! —exclamó Barba de Plata, con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué has traído contigo esta vez, Escarlata? —preguntó Cuervo Negro, otro pirata con una cicatriz en su cara en forma de garra, mientras miraba con curiosidad la máquina metálica.

—No hay tiempo para explicaciones ahora, muchachos —respondió el capitán, jadeante—. Debemos abandonar este lugar antes de que acabe con nosotros.

Decidieron zarpar lo más rápido posible, sin sospechar que ¡una terrible tormenta los aguardaba en el mar!

***

Tal como os contaba al principio de esta historia, los vientos eran tan fuertes que sacudían el barco de un lado a otro. Los relámpagos iluminaban el cielo, y los truenos retumbaban en los oídos de la tripulación, que luchaba por mantener el equilibrio y por no ser lanzados al mar enfurecido. Pero Capitán Escarlata no tenía miedo y guiaba a sus piratas con coraje e inteligencia.

—¡Aseguraos de que todo esté bien amarrado! —gritó el capitán por encima del rugido del viento.

Les ordenó a los marineros que bajaran las velas y que amarraran, a uno de los mástiles, la máquina metálica que había conseguido en el castillo. A continuación, se aferraron fuertemente a las barandillas.

¡Las horas pasaron como si fueran eternas! Todos estaban agotados y, aunque habían perdido la noción del tiempo, la tripulación mantenía la esperanza de que la calma llegara pronto. Finalmente, la lluvia y el viento disminuyeron su intensidad, y el mar se calmó lentamente.

RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora