—¿Estáis bien? —preguntó Celesteris, con voz suave pero llena de preocupación.
—Sí, por suerte, no caímos desde una gran altura —comentó el capitán, mientras ponía una mano sobre su espalda con expresión de dolor.
—Sin daños... creo —dijo Sirox mientras se revisaba a sí mismo con las luces parpadeantes de sus ojos para ver si estaba dañado.
Miraron a su alrededor. La playa era hermosa, de arena tan blanca y fina que se hundía suavemente bajo sus pies en cada paso. Las palmeras tropicales se movían con la brisa, y el aire llevaba consigo el delicado y dulce aroma de los cocos. El mar, de color turquesa, sonaba relajante, y el cálido sol brillaba con fuerza.
—¿Hacia dónde nos dirigimos? —preguntó Sirox con incertidumbre mientras ajustaba su visión óptica para escanear el horizonte.
—¡Diablos! ¡Ni idea! —contestó el pirata, mirando la aguja de su brújula completamente descontrolada con su aguja que no paraba de girar debido al efecto mágico de la isla. Con una mueca de desconcierto, el capitán intentaba, inútilmente, encontrar algún rumbo fiable mientras tamborileaba con los dedos sobre la brújula. "Esta isla está jugando con nosotros", pensó, aunque no lo dijo en voz alta.
—¡Mirad! —exclamó Celesteris, señalando algo—. ¿Qué es eso redondo en la arena? ¿Lo veis?
Se acercaron con cautela, y descubrieron que lo que brillaba a la luz del sol no era otra cosa que el caparazón verde y marrón de una enorme tortuga. Capitán Escarlata se adelantó y tocó el caparazón con la palma de la mano. "Parece más viejo que mi barco", pensó, mientras sentía la textura rugosa bajo los dedos. Después, golpeó dos veces en este, con los nudillos de los dedos:
—¿Hay alguien en casa? —preguntó con tono divertido, aunque en el fondo no podía evitar preguntarse qué clase de criatura podía habitar dentro del caparazón.
—¿Quién se acerca? —se oyó una voz desde el interior del caparazón—. ¿Acaso están intentando iniciar una guerra?
—No, no, solo somos viajeros —respondió el hada rápidamente—. Estamos perdidos y necesitamos tu ayuda.
El silencio que siguió fue tan profundo que casi pudieron escuchar los latidos de sus propios corazones. Entonces, lentamente, muy lentamente, emergió una cabeza grande y ancha. Las patas, gruesas y poderosas, se hundieron en la arena mientras la criatura se incorporaba. Tenía unos ojos negros y brillantes. Su boca ancha y su pico curvado sugerían una sonrisa amistosa.
—Hola, soy Celesteris, y estos son mis dos amigos: Sirox y Capitán Escarlata —se presentó mientras se inclinaba ligeramente en una muestra de respeto. El hada sonrió gentilmente, tranquilizando a la tortuga—. ¿Cómo te llamas?
—Mi nombre es «Tartuca». ¿Qué estáis haciendo aquí? ¡Corréis mucho peligro! Esta playa está bajo el control de Buferaptio.
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RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.
Fantasy¡Atención, aventureros y amantes de la fantasía! Tras el éxito de su publicación, LA INCREÍBLE HISTORIA DE UN HADA, UN PIRATA Y UN ROBOT el libro regresa en una edición especial extendida e ilustrada titulada RÓQUISTAL. Un pirata, un hada y un robot...