Alejándose del bullicio, el pirata y el hada se acercaron al borde del barco buscando un momento de tranquilidad. La música y los bailes de la fiesta seguían sonando a lo lejos. La brisa fresca del mar les acariciaba el rostro, y el sonido de las olas era cada vez más intenso. Capitán Escarlata, apoyado sobre una barandilla que crujía bajo su peso, miró hacia el horizonte. Mientras, el hada permanecía a su lado perdida en sus pensamientos.
—Qué magnífica fiesta que hemos tenido hoy, ¿no crees? —tomó la palabra el pirata rompiendo el silencio que los envolvía.
—Sí, ha sido muy emocionante, Capitán Escarlata —respondió Celesteris. Se giró ligeramente para mirarlo con sus ojos brillantes—. Quisiera agradecerte todo el esfuerzo que has dedicado.
Capitán Escarlata le dirigió una mirada de admiración y respeto.
—Puedes, simplemente, llamarme «Escarlata». —Tras una breve pausa, agregó sonriendo—: Además, debo decir que estoy verdaderamente impresionado por tus habilidades, Celesteris.
—Gracias, Escarlata. Realmente, significa mucho para mí —respondió tímidamente. Se sintió complacida, aunque le pareció extraño tanta amabilidad y galantería en un pirata de aspecto duro y con mala reputación.
Hubo unos segundos de silencio en el que solo se oía el sonido de las gaviotas y del mar. A toda velocidad, el pirata se apresuró a acercarse para darle un beso. Sin embargo, Celesteris, acostumbrada a sortear peligros, apartó su cara tan rápida como un rayo—. ¿Qué estás tratando de hacer, Capitán Escarlata? ¿Estás flirteando conmigo? —preguntó con sorpresa y con los ojos bien abiertos, casi esperando que aquello fuera una broma del pirata.
—¿Flirtear? ¿Yo? —dijo el capitán levantando las cejas con exagerada sorpresa y señalándose con el dedo pulgar al pecho, fingiendo como si aquello fuera la idea más absurda del mundo.
La incredulidad de Celesteris lo hizo sonreír con picardía, pero su respuesta lo sorprendió aún más:
—Nunca he estado enamorada de nadie; lo siento. Y no te besaría aunque quisiera: tu aliento a ajo es muy fuerte —replicó muy segura de sí misma, como si fuera obvio.
El pirata echó el aliento en su mano, y la olió. Su rostro se torció levemente al darse cuenta de la verdad en las palabras del hada. Pensó que tendría que dejar de comer ajo por si se le presentaba otra ocasión en el futuro. ¡Vaya chasco!, pensó con una mezcla de resignación y humor. Finalmente, el pirata carraspeó, intentando borrar el incómodo momento, se giró y se dirigió a la tripulación diciendo en voz alta:
—¡Silencio! —Todos los piratas que estaban en la fiesta se giraron hacia él—. Mañana pondremos a prueba el globo volador y partiremos hacia la Isla de la Esperanza Perdida.
Los piratas gritaron de alegría ante la perspectiva de una nueva aventura. El hada extendió su varita. De la punta emergió una lluvia brillante de fuegos artificiales, que iluminaron el barco pirata desde el cielo. El capitán sonrió, feliz al darse cuenta de que su tripulación estaba entusiasmada. Todos se sintieron muy emocionados y la fiesta duró hasta altas horas de la noche.
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RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.
Fantasy¡Atención, aventureros y amantes de la fantasía! Tras el éxito de su publicación, LA INCREÍBLE HISTORIA DE UN HADA, UN PIRATA Y UN ROBOT el libro regresa en una edición especial extendida e ilustrada titulada RÓQUISTAL. Un pirata, un hada y un robot...