Pensaron que podía ser algo peligroso, ¡incluso Buferaptio! Pero se equivocaron. Lo que vieron fue un grupo de unicornios blancos espectaculares que salió de la polvareda. ¡Se quedaron boquiabiertos! Los unicornios tenían cuernos grandiosos en la frente, relucientes como el más puro cristal, y se movían muy rápido y libres, agitando sus crines al viento. Pasaron a toda velocidad, haciendo temblar la tierra a cada paso que daban. Finalmente, los aventureros suspiraron aliviados al darse cuenta de que aquella exótica manada de unicornios no era una amenaza para ellos.
—¡Qué bonitos son! —exclamó el pirata con la voz llena de sorpresa—. ¿Alguien vio al Unicornio Negro? —preguntó con curiosidad, mientras miraba alrededor, buscándolo en el horizonte.
—No —respondió Sirox con seguridad—. Todos eran blancos. Tan blancos como la nieve.
—Parecía que huían de algo —dijo el hada, algo preocupada.
Decidieron continuar su camino siguiendo el rastro de las mariposas que flotaban delicadamente, guiando al grupo, tan tranquilizadoras como extrañas. De vez en cuando, todas las mariposas volaban y luego volvían a posarse en el suelo, como si ya estuvieran acostumbradas a este ritual.
Con la noche cerca, la luna creciente se levantó en el cielo e iluminó el camino, bañando el sendero en una luz plateada que hacía brillar incluso las hojas caídas y las piedras más pequeñas. Estaban teniendo mucha suerte. Si llegaban a tiempo, podrían descubrir la Fuente de los Tres Manantiales antes de que la luna llena apareciera al día siguiente.
—¡Mirad, hay algo allí! —Sirox señaló con el dedo.
En la roca de una montaña había una abertura, de la que salía una luz tenue y parpadeante.
—Esa debe ser la entrada al Templo de Róquistal. ¡Al fin hemos llegado! —anunció el hada, emocionada. Sus ojos brillaban por la anticipación del descubrimiento.
—Ahora es muy importante que estemos juntos y atentos —recomendó el capitán mientras observaba el lugar.
En la entrada de la cueva, las paredes estaban destrozadas con marcas profundas. Parecían haber sido golpeadas recientemente. Las rocas y los escombros estaban esparcidos por el suelo. El viento silbaba desde el interior y una sensación de inquietud comenzó a extenderse entre ellos. A pesar del estado deteriorado de la entrada, decidieron entrar. La cueva era oscura y húmeda. La escasa luz provenía de antorchas que proyectaban sombras en las paredes.
—¿Os resulta familiar este lugar? —preguntó el hada.
Sintió un escalofrío recorrerle la espalda; algo malo estaba sucediendo.
—¡Ya hemos estado aquí! —exclamó Celesteris, asustada, retrocediendo un paso.
—¡Es la guarida del malvado Buferaptio! ¿Qué ha pasado? —preguntó el Capitán Escarlata, intentando no gritar.
—Las mariposas nos han engañado, cambiando el camino y haciéndonos retroceder sin que nos diéramos cuenta —explicó Sirox. En su mente, las mariposas, criaturas tan bellas, ahora parecían embusteras, hiladoras de engaños.
—¡Maldición! —se desesperó al comprender lo que había pasado. Su puño se cerró con furia contenida, golpeando una roca cercana.
—Buferaptio ahora no está en la cueva —añadió Sirox con alivio.
—¡Mirad! —dijo Celesteris, señalando el redil, donde antes se hallaban las tortugas—. ¿Veis lo que ha atrapado ahora?
Aunque la penumbra envolvía el lugar, lograron distinguir rápidamente una figura enorme en la oscuridad.
—¡Es el mítico Unicornio Negro! —exclamaron todos juntos.
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RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.
Fantasy¡Atención, aventureros y amantes de la fantasía! Tras el éxito de su publicación, LA INCREÍBLE HISTORIA DE UN HADA, UN PIRATA Y UN ROBOT el libro regresa en una edición especial extendida e ilustrada titulada RÓQUISTAL. Un pirata, un hada y un robot...