RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.

1. UN TESORO INESPERADO - Parte 6

El capitán pirata se quedó maravillado por la gran cantidad de objetos antiguos y muebles de época que adornaban las estancias. Un reloj de pie antiguo con detalles elegantes hacía tic-tac en un rincón, mientras que las paredes estaban cubiertas de retratos de personas vestidas con trajes de tiempos antiguos. La gran sala brillaba bajo el resplandor de un candelabro de cristal colgado majestuosamente del techo, y sobre una larga mesa de caoba estaba preparada una deliciosa cena. Los platos eran un despliegue de color y sabor: pequeñas empanadas doradas, patés exóticos acompañados de panes artesanales, quesos, fuentes de frutas exóticas cortadas en formas divertidas, y montañas de galletas de mantequilla que desprendían un aroma envolvente. Todo estaba delicioso; disfrutaron de una velada encantadora.

El pirata, curioso por conocer más, preguntó:

—¿Quién ha cocinado estos exquisitos manjares?

—Ha sido obra de mis humildes ayudantes, aunque no les gusta estar cerca de la gente —respondió con un tono misterioso en su voz. Decidida a cambiar de tema, le preguntó al pirata—: ¿De qué lugar eres y hacia dónde te diriges?

—Soy un navegante que se dedica a vender telas, pero unos ladrones me robaron el barco y me abandonaron en tierra firme —MINTIÓ, y es que deberíais saber que los piratas tienen una gran facilidad para mentir.

—Oh, vaya historia interesante... —Le pareció que Capitán Escarlata estaba un poco triste, y sintió lástima por él. Amablemente le preguntó—: ¿Cómo te sientes ahora?

—Pues... me siento algo apenado —fingió—. Estoy buscando un nuevo barco y, ahora mismo, no tengo un lugar para alojarme.

—Por el momento, puedes hospedarte en la habitación de invitados —ofreció Evangelina, y añadió con un tono algo siniestro y posesivo—: Sin embargo, recuerda que debes permanecer siempre cerca de mí.

—Muy bien —aceptó el capitán, ignorando totalmente las verdaderas intenciones de Evangelina y, con la boca llena, soltó—: ¿Puedo seguir comiendo estas deliciosas galletas de mantequilla?