Las piedras ardientes volaban en todas direcciones. Iluminaban el cielo con un resplandor anaranjado y llenaban el aire de un calor sofocante. El cielo, que momentos antes había sido azul y sereno, ahora se oscurecía bajo una columna de humo. De repente, una roca impactó con una fuerza descomunal, y provocó una gran rotura en la envoltura del globo. Perdió aire en poco tiempo, y el globo empezó a caer peligrosamente girando y tambaleándose. Todo se convirtió en un verdadero desastre. Los tres aventureros se aferraron con todas sus fuerzas a la cesta del globo. Celesteris intentó agitar sus alas con desesperación para volar, pero sus poderes mágicos ya no funcionaban en la isla encantada.
—Debo subir para arreglar la rotura —dispuso el Capitán Escarlata.
—¡Es muy peligroso! —advirtió Celesteris con un tono de voz que revelaba su miedo por el capitán—. Pesas mucho para poder subir hasta la rotura. ¡Yo iré en tu lugar!
—Tus poderes no tienen efecto en esta isla —le recordó con voz seria.
Pero Celesteris no le hizo caso. Subió rápidamente por las cuerdas hasta llegar al agujero causado por la piedra de fuego. Parrot volaba en círculos alrededor del hada, batiendo sus alas con rapidez para avisarle del peligro. Celesteris, concentrada, trató de tapar la rotura con su mano y, con habilidad y esfuerzo, pudo detener la pérdida de aire para reducir la velocidad de descenso. Pero sabía que la caída era inevitable.
—Sirox, dirige el globo hacia las palmeras cercanas a la playa —ordenó el capitán—. ¡Tenemos que liberar la carga adicional! Agarraos a las cuerdas. Voy a soltar la cesta para que el descenso sea más suave.
Así, Capitán Escarlata desenfundó su espada y, con un golpe certero de su espada, cortó los nudos que sujetaban la cesta. Los tres tripulantes quedaron agarrados a las cuerdas de la envoltura del globo mientras veían cómo la cesta caía al vacío.
El robot, con sus mecanismos chirriando por el esfuerzo, aumentó la potencia de su brazo. Pero el motor se agotó y se apagó en poco tiempo. La caída fue incierta: duró varios minutos. Finalmente, con un crujido, el globo quedó atrapado en lo alto de una inmensa palmera tropical con sus hojas gigantescas agitándose con el peso inesperado. Se movía de un lado a otro como un columpio gigante, mientras los tres tripulantes permanecían aferrados a sus cuerdas. Después de unos momentos que se sintieron como una eternidad, con el silencio roto solo por el susurro del viento y el crujido de las ramas, el capitán gritó: «¡Dejaos caer!».
Los tres a la vez, se soltaron de sus cuerdas, y chocaron contra el suelo fuertemente.
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RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.
Fantasía¡Atención, aventureros y amantes de la fantasía! Tras el éxito de su publicación, LA INCREÍBLE HISTORIA DE UN HADA, UN PIRATA Y UN ROBOT el libro regresa en una edición especial extendida e ilustrada titulada RÓQUISTAL. Un pirata, un hada y un robot...