5. LA ISLA DE LA ESPERANZA PERDIDA- Parte 1

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Al amanecer, cuando el sol apenas comenzaba a dorar las aguas del vasto océano, el barco volvía a estar frente a la costa de la Isla de la Esperanza Perdida. El capitán observó a su tripulación con una mezcla de seriedad y firmeza. Era el momento de dar órdenes, y su voz rompió la tranquilidad de la mañana:

—¡Atención, hombres! ¡Hay que preparar el globo volador! ¡Vamos a bajarlo a los botes ahora mismo!

Los piratas respondieron todos juntos:

—¡A sus órdenes, mi capitán!

Y así comenzaron a trabajar a bordo, moviéndose de un sitio a otro sin descanso. Bajaron el globo desinflado a una estructura de madera que habían construido uniendo dos botes. Después llegó el momento para los tres viajeros de descender. Sirox descendió con precisión por la escalerilla. Cuando le tocaba a Celesteris, el capitán la miró con curiosidad y le dijo:

—¿No crees que ese vestido que llevas es demasiado aparatoso?

—Eso tiene fácil solución —dijo, y con un simple movimiento de su varita, cambió su vestido por unos pantalones ligeros y cómodos, y su corona se transformó en una diadema de diamantes mucho más pequeña. Después, con otro movimiento de varita, desapareció en un destello plateado y, en menos de un segundo, volvió a aparecer al lado del robot. ¡EH! ¡CAPITÁN, ESTOY AQUÍ ABAJO, FALTAS TÚ! —gritó con una chispa de travesura en sus ojos provocando una leve sonrisa en el capitán.

Capitán Escarlata, sorprendido una vez más por los poderes que tenía el hada, bajó por la escalerilla hasta la plataforma con destreza, a pesar de su pata de palo. Después, ordenó que soltaran las cuerdas que sujetaban la plataforma de madera para alejarse del barco y poder inflar el globo.

La plataforma se movía suavemente con cada movimiento de las olas del mar. Los tres aventureros permanecieron en silencio, concentrados, mientras el globo, aún desinflado, yacía como un dragón dormido sobre la madera.

Luego, con un ágil movimiento, Sirox activó el arma de su brazo, liberando un calor intenso que comenzó a inflar el globo. El fuego brillaba en el aire y los piratas, desde el barco, observaban maravillados cómo el enorme globo multicolor comenzaba a tomar forma y se inflaba poco a poco. Pero el globo no salió volando porque estaba atado a la plataforma de madera con una gruesa cuerda.

El hada extendió sus alas translúcidas y voló con delicadeza hacia el interior de la cesta. Desde allí miró con atención, mientras el pirata ajustaba su parche y, con su ojo sano, revisaba que todo estuviera en orden. Luego, subió de un salto al globo, que ya estaba listo para surcar los cielos. El robot, por su parte, ya dentro de la cesta, continuaba con su brazo extendido en alto, escupiendo fuego.

—¿Tenemos el mapa? —preguntó Celesteris con entusiasmo.

Capitán Escarlata buscó en su chaqueta y, tras un instante, sacó el mapa. Con una sonrisa misteriosa, lo desplegó delante de ella. Celesteris lo revisó bien y señaló con su dedo el lugar donde se encontraba el Templo de Róquistal, situado en un valle entre las montañas. Después, el capitán se puso su sombrero y ajustó su brújula, preparándose para la emocionante aventura.

De pronto, Ojo de Halcón, conocido por su capacidad para ver a largas distancias, desde lo alto del palo mayor, gritó con fuerza:

—¡ALZAD LA VISTA! ¡UN BARCO ESPAÑOL SE ACERCA POR EL HORIZONTE!

RÓQUISTAL. La increíble historia de un hada, un pirata y un robot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora