22 ; b o o k s a n d m o r e b o o k s

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El clima en la gran biblioteca de Hogwarts usualmente era cálido y reconfortante, haciéndo que uno quiera quedarse allí el resto del día y perder la noción del tiempo, un ligero aroma a café y libros viejos inundaban el lugar una vez que te adentrabas en él, aunque Cassie odiara el sabor a la cafeína le encantaba poder sentir aquellos rastros de fragancia que dejaba en el aire, solían transportarla a cuando era niña y acompañaba a su padre en la oficina de la mansión Harrigton a que bebiera de su café a mas no poder mientras relataba anécdotas que la pequeña ya había escuchado mil veces.

Cassie suspiró al recordar dónde se encontraba y el porque de lo que hacía, puesto que mientras su mente divagaba entre sus recuerdos ella iba dejando los pesados libros que sostenía contra su pecho al lugar correspondiente en los grandes estantes de madera, cabe destacar que los demás libros lucían perfectamente acomodados por nombre y hasta incluso color gracias a la maravillosa joven, la cuál aceptaba sin dudar ni rechistar cada que la bibliotecaria, una señora de baja estatura y mejillas regordetas, le preguntara amablemente si podía ayudarla con algunas cosas, a cambio dejaba que la muchacha se metiera a escondidas en la sección prohibida y leyera algún que otro libro de allí.

Para su mala suerte el día de hoy no se encontraba del todo sola, puesto que culpa de su mejor amiga acabó en una situación un tanto incómoda y poco disimulada esta mañana, por lo que ahora se encontraba guardando y acomodando aquellos libros bajo la pesada mirada de Theodore Nott detrás suyo. Éste yacía con la espalda apoyada en el estante contrario al que la muchacha se encontraba, en sus fuertes y formidables brazos gracias al quidditch había unos pares de libros más, la punta de su pie rebotaba contra el piso seguidamente con algo de aburrimiento poniendole los nervios de punta a la jóven, cualquier movimiento que ella hiciera la mirada de Theodore la seguía con precisión y una pequeña sonrisa ladina en su rostro, dado que observarla, o mas bien admirarla, se había convertido en una de sus cosas favoritas últimamente.

─ No tienes que estar aquí si no quieres─ habló la pelinegra por primera vez al notar su mirada en ella desde que llegaron.

El castaño río ligeramente y algo ronco al no esperar las abruptas palabras de la jóven delante suyo, la miró una vez más antes de escogerse de hombros algo indiferente y responder tranquilamente.

─ No tengo nada que hacer de todas formas.

─ ¿Ah, sí?─ se giró a mirarlo algo curiosa─ ¿Que no es a esta hora la práctica de quidditch?

─ Sí, suele serlo─ respondió algo desinteresado sobre el tema mientras caminaba hacía la muchacha.

Cassie automaticamente retrocedió unos pasos al notar el inesperado movimiento del muchacho por acortar la distancia entre ellos, de pronto su corazón comenzaba a latir con más densidad, realmente odiaba la forma en la que podía hacerla sentir nerviosa tan fácilmente pero ahora mismo la curiosidad por saber el porque de su ausencia en el quidditch era mas fuerte.

─ ¿Que pasó de todos modos?─ intentó indagar nuevamente.

─ Oh, larga historia─ dijo mientras rebuscaba algo en su bolsillo─ Y una muy aburrida, por cierto.

─ Tengo tiempo─ sonrió ligeramente en un intento de convencerlo.

El muchacho solo bufó ligeramente antes de sonreír mientras sacaba de su túnica lo que parecía ser un cigarro, acto seguido lo puso en su boca como si nada con la intención de encenderlo ahí mismo, rápidamente Cassie abrió los ojos y le quitó agilmente el tabaco de sus labios para luego fruncir ligeramente el ceño.

─ ¿¡Estás loco!?─ regañó en susurros, puesto que se encontraban en una biblioteca a fin de cuentas─ ¡No puedes fumar aquí!

─ ¿Porqué no?─ río ligeramente mirándola de arriba a abajo, notando la pequeña cercanía de la pequeña al querer arrebatarle el cigarro─ Siempre fumo aquí.

𝑴𝑰𝑨 𝑹𝑨𝑮𝑨𝒁𝒁𝑨  ──  ᴛʜᴇᴏᴅᴏʀᴇ ɴᴏᴛᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora