32 ; t he c a r n i v a l pt. 1

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El fin de semana finalmente había llegado a Hogwarts, trayendo consigo una atmósfera de anticipación y emoción que se sentía en cada rincón del castillo. Desde las primeras horas de la mañana, el aire vibraba con la promesa de la Feria de Luminaria, un evento anual en Hogsmeade que iluminaba las noches de invierno con un toque mágico y encantador. Su nombre no era casual; se decía que la feria era bendecida por antiguas luces encantadas, que convertían incluso la más oscura de las noches en un espectáculo brillante y lleno de vida.

Al llegar a Hogsmeade, el pueblo parecía transformado. Las calles, normalmente tranquilas y cubiertas de nieve, estaban adornadas con farolillos flotantes que brillaban con colores cambiantes: dorado, esmeralda, zafiro, y rubí. Estos faroles no solo iluminaban, sino que también emitían suaves melodías que parecían cambiar según el estado de ánimo de quienes los miraban. Los copos de nieve caían lentamente del cielo, pero, en lugar de derretirse, revoloteaban en el aire antes de desvanecerse en diminutas chispas de luz.

Las tiendas del pueblo habían sido decoradas con guirnaldas encantadas que se movían como si bailaran al ritmo de la música que salía de una orquesta mágica en la plaza central. Los puestos de la feria estaban repletos de artículos fascinantes: un vendedor ofrecía plumas que escribían lo que uno pensaba, otro tenía relojes encantados que permitían revivir un solo minuto del pasado, mientras que un grupo de brujas tejía bufandas que cambiaban de color según la temperatura del portador.

Los aromas del lugar eran igualmente hechizantes. El aire estaba impregnado del dulce olor de galletas recién horneadas, chocolate caliente con especias y los famosos "caramelos de invierno", pequeños dulces que, al morderlos, envolvían a quien los probaba en una sensación de cálida brisa, como si estuvieran frente a una chimenea.

En la plaza central, un grupo de instrumentos tocaban por si solos pareciendo vivos: un arpa cuyas cuerdas brillaban como arcoíris, un violín que emitía pequeños destellos con cada nota, y tambores que resonaban con ecos que parecían llegar de tiempos antiguos. Además, pequeños espectáculos llenaban cada esquina de la feria. Una pareja de magos realizaba trucos impresionantes, como hacer volar cisnes de cristal por el aire, mientras que en otro rincón, un hombre ofrecía globos que flotaban por sí mismos y susurraban mensajes alentadores a sus dueños.

Los estudiantes y habitantes de Hogsmeade paseaban de un lado a otro, maravillados por el ambiente. Risitas y exclamaciones de asombro llenaban el aire. Era imposible no sentirse envuelto en la magia del lugar, donde todo parecía brillar con una luz especial. Incluso el frío invierno no podía opacar la calidez de la Feria de Luminaria, un lugar donde lo ordinario se mezclaba con lo extraordinario y los problemas del mundo exterior parecían desvanecerse, aunque solo fuera por una noche.

Cassie caminaba con paso relajado entre las coloridas calles, acompañada por Pansy y Daphne, quienes charlaban animadamente, ajenas al bullicio a su alrededor. Las risas de los transeúntes, las melodías mágicas de los músicos ambulantes y el chisporroteo de los farolillos flotantes formaban una sinfonía que envolvía todo el ambiente. La muchacha, por su parte, mantenía una expresión distraída, sus pensamientos vagando más allá de las luces y los puestos abarrotados.

— ¿Has visto al chico del puesto de plumas encantadas? — comentó Pansy, sus ojos brillando con emoción mientras jugueteaba con un mechón de su cabello oscuro. — Por Merlín, creo que me sonrió. ¡Y qué sonrisa! Daphne, dime que lo notaste.

— Claro que lo noté — respondió Daphne con una risita, mientras acomodaba su bufanda de cachemir sobre los hombros. — Aunque debo admitir que el chico de los globos parlantes es aún más guapo. ¿Viste esos ojos verdes? Parecen esmeraldas.

— ¿De verdad? — Pansy alzó una ceja, visiblemente intrigada. — Tal vez tengamos que pasar por allí otra vez.

— ¿Vinieron a la feria a solo ver chicos?— canturreó Cassie divertida mientras negaba con la cabeza.

𝑴𝑰𝑨 𝑹𝑨𝑮𝑨𝒁𝒁𝑨  ──  ᴛʜᴇᴏᴅᴏʀᴇ ɴᴏᴛᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora