13. Verdades

40 11 2
                                    


Habían pasado unos días. 

Aziraphale se había recuperado un poco. Y Crowley se había encargado de alimentarlo todos los días. El médico también lo examinaba. Revisaba sus heridas y le medicaba. Este siempre le hacia las mismas preguntas. Y el siempre contestaba lo mismo. Este parecía rutinario, pero le aburría. 


Sin embargo... Aziraphale le había ocultado ciertas cosas al doctor. Sus dolores...eran raros. Por las noches, sentía como su vientre empezaba a retorcerse. Pero era momentáneos, y de poca duración. Dolía demasiado a veces. Sin embargo, creía que era porque no tenía la misma actividad de antes. De levantarse y seguir realizando las actividades que hacía normalmente. 


El médico se había ido hace rato. Y como siempre, Aziraphale estaba medicado. 

Crowley volvía. Siempre a la misma hora. Y con la comida. Pero algo en el ambiente cambió. Crowley dejaba la bandeja de comida con más fuerza de la necesaria, haciendo que algo de este se derramara. 

Aziraphale ignoró eso. A pesar de la actitud, solo deseaba saber una cosa. Y la curiosidad lo estaba matando. 

—¿Porqué...sigues haciendo esto? — El rubio preguntó. Realmente deseaba saber la verdad ahora.

Trataba de ver a Crowley. Mirarlo y encontrar algún rastro de bondad. Algo que le diera una esperanza de que esto podría cambiar en algún punto. Aziraphale estaba desesperado de que esto cambiara. A pesar de sus palabras, de lo que había hecho, deseaba perdón. Deseaba a Crowley. 

Crowley lo miraba. Observándolo. No estaba contento, pero de solo recordar que lo estaba sometiendo bajo un tratamiento sin que este supiera...solo hizo que sonriera. 

Pero con una voz suave, se acercó más.

—No te confundas con algo que no es— Su voz era fría. Vacía de toda bondad — Ni creas que esto lo hago por ti. Esto es por Asthoreth. Yo me encargo de hacerle justicia. Una que nunca podrás olvidar y hará que no le hagas daño a nadie más. 

Aziraphale por su parte había tratado de encontrar algo de consuelo, algo de paz, pero esas palabras eran suficientes para herirlo. No dijo nada y bajó la mirada. 

Crowley por su parte se dió la vuelta, dirigiéndose a la puerta. 

—Come — Fue todo lo que le dijo antes de salir, dejando a un alfa de nobleza sumamente destruido. 










El médico se había instalado en la casa. Estaban a menos días de saber si el tratamiento estaba funcionando. 

—Señor Crowley, me temo que debemos aumentar la dosis — Le entregaba al pelirrojo una hoja con indicaciones. En esta estaban escritas la cantidad  y cada cuando asignarlas. 

—Bien. Se lo haré llegar a mi cocinera. Ella le administrará la dosis que usted diga. 

—Debo decirle, señor Crowley que las cosas están saliendo como debe de ser. Todo está saliendo correctamente. Sin embargo, me preocupan unos panoramas. Son dos semanas desde que empezamos el tratamiento, al menos, el señor Fell debería experimentar algún cambio — Le preocupaba la ausencia de cólicos, o algo similar a esto en Aziraphale.

PECADO DE ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora