15. Tortura (Aziraphale)

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Su vientre seguía doliendo. Pero llegó a algo nuevo...a un sangrado.

Aziraphale gritó. Esto lo había tomado desprevenido. Había despertado en medio de la noche, bastante desorientado y sudado.

El dolor llegó sin avisar. Era mucho peor que otras veces. Agudo e incapacitante.

El alfa sufría hasta el punto de gritar. Se retorcía en la cama, intentando encontrar una posición que lo aliviara. Pero nada....

Se levantó con dificultad, sintiendo como un líquido recorría sus piernas. Las cadenas que lo ataban también tintineaban debido a su desesperación. Caminó a la puerta, intentando pedir ayuda. Pero ni su voz era tan fuerte como el mismo dolor que lo provocaba. Nadie salía a ayudarlo. 


Cerró la puerta con fuerza, y a la vez, el dolor lo hizo tumbarse en el suelo. Su vientre se sentía caliente, y su respiración se sentía errática. Temblaba violentamente, intentando luchar consigo mismo y en el plazo, perdiendo el conocimiento, y se daba de cuenta debido a que aparecía en una sección diferente de donde estaba, sus gemidos de dolor llenaban la habitación por completo. 

Pero por primera vez, en mucho tiempo, esto lo hizo llorar. El dolor era intenso. Terrible e intenso. 

No podia creer que esto fuera tan intenso y doloroso. 

—¿Qué...me está pasando...?— El rubio respiraba con dificultad. Su camisón estaba completamente empapado de sudor, y esperaba que alguien llegara. Pero nada. Si alguien escuchaba sus gritos, no vendrían a él. No había compasión. Esto era terrible. Pero a pesar de este dolor, él seguía sintiéndose terrible. 

Él no lo sabía. Pero su transición había sido rápida, cambiando bruscamente su anatomía debido a los días y las dosis que le habían estado administrando en secreto. 

El calor comenzaba a ser insoportable. Lo dejaban sin aliento, sentía que estaba en un horno, pero no era así. A diferencia de él, el clima era fresco. Incluso con una brisa suave. 


El alfa seguía llorando de dolor. Cada vez más silenciosamente. Intentaba aferrarse, estar despierto. Intentaba levantarse por ultima vez y pedir ayuda, pero el dolor era terrible. Su cuerpo no lo soportó, y sin más, cayó al suelo sin vacilación. 


Silencio....


El cambio se estaba llevando a cabo. Su cuerpo estaba en un periodo de celo intenso. Estaba demasiado febril, y su temperatura afectaba por completo su cuerpo. El sangrado confirmaba que estaba listo para concebir. Por dentro, su cuerpo era totalmente omega. La adaptación superficial se daría poco a poco, ensanchando más su cuerpo, generando más grasa corporal para sí mismo, y cambiando por completo como lucia este alfa. 








Por lo tanto, en la mansión, había un alfa que no había podido conciliar el sueño. 

Este debía ser el día. Y así fue. 

Había escuchado los gritos del demonio rubio. Pero no había acudido a su ayuda. Solo lo oía gritar. Y  había dado la orden a sus sirvientes de que si lo escuchaban gritar, pedir ayuda, implorar, nadie iría a ayudarlo. 

PECADO DE ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora