27. Abusos

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Para Aziraphale, esto había sido un riesgo. Cada noche era un peligro. Se escabullía, y se ocultaba. 

Le había funcionado, y asi se mantenía. 

Parecía algo extremista, pero sabía como eran estas personas. A diferencia de otras partes de la ciudad, era más seguro moverse de día, claro, enfrentando a los abusos de otras personas, pero nada sería horrible como volver a pasar por esto. 

El miedo constante a ser descubierto le carcomía el alma. El río era su refugio, el lugar que lo había visto en su peor momento era su mayor refugio ahora. Pero también era una prisión. Una prisión que le recordaba el gran error de su vida. La equivocación de no haber podido acabar con todo de una buena vez.  

Por otro lado, estaba ansioso por buscar un buen lugar. Por al menos, estar con su bebé. Esa era su prioridad ahora. Mantenerse con vida, para algún día, poder verlo.



Y sin embargo, la suerte seguía sin estar de su lado. Intentaba caminar sin ser visto, pero parecía que nadie se olvidaba de un alfa noble rubio como él. Los alfas y betas lo veían, incluso llegando a perseguirlo, solo para molestarlo. Vagaban por la esquina, caminando ebrios. 

Pero una noche, Aziraphale encontró a quienes le habían abusado constantes veces. Eran los mismos. 

El rubio pudo reconocerlos. De entre tantos alfas y betas...estos eran quienes lo violaban en el almacén de harina, invitados por el mismo dueño del almacén. En el almacén donde hacía unos meses, él buscaba comida a cambio de trabajos sencillos, que derivaban en abusos si el no escapaba a tiempo. 

Su corazón empezó a latir frenéticamente. El terror lo paralizaba. Y su miedo lo dominó. Corrió rápidamente, con un único pensamiento en mente.


No otra vez...

No puedo dejar que esto suceda otra vez...

No quiero pasar por esto otra vez...


Corría por las calles, con todas sus fuerzas. Estos alfas también estaban detrás de él, riéndose y burlándose. 

Y Aziraphale estaba aterrado. Pero esto lo superaba. Sus fuerzas lo dejaban poco a poco.

El omega tropezó y cayó cerca de un callejón. Otro más de la ciudad. Era su refugio, y debía ser efectivo. Antes de que pudiera encontrar un modo de levantarse, los alfas lograron encontrarlo. 


No! Por favor!! No!


Su desesperación era palpable. 

Estos alfas, lo miraban con desprecio.

—¡Miren! ¡Es nuestro amigo el noble! — Se reían y burlaban, tomando a este con fuerza. Y notaban un peculiar olor en él. Uno dulce...y muy atrayente. 

—¡Déjenme! ¡Malnacidos! — Aziraphale intentaba zafarse del agarre, y de huir entre estos alfas. 4 alfas contra él...él debería poder contra ellos. 

—¿Qué demonios...?...Mira...este alfa — Uno de estos se acercó al cuello de Aziraphale. Olía ese aroma...sus feromonas eran fuertes. 

—¿Te revolcaste con un omega? Debiste invitarnos —  Estos se burlaban. Y empezaron por quitarse el pantalón. 

Aziraphale no dijo nada. No les daría el gusto. Sin embargo, si que trataba de defenderse. De empujarlos, golpearlos. 

En su ignorancia, no reconocían a este como omega. Lo veían como el alfa que había sido. Y se burlaban de él, por revolcarse con un omega de la calle. Y debido a las feromonas de Aziraphale, lo inducían al celo sin saber. Tocaban su cuerpo, las zonas que antes no eran sensibles, lo eran ahora, y más con el celo del omega. Acariciaban y lamían su cuello, su cuerpo, mientras él se resistía a esto. A estos cambios. La vergüenza lo abrumaba, su mente luchaba por evitar esto, por no dejarse llevar. 

PECADO DE ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora