2. La gran puerta.

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Aziraphale despertó debido a la lluvia. Un día lluvioso, que en ese lado de la ciudad, parecía una maldición. Sin embargo habían otras cosas por las cuales preocuparse, como el sueño, el hambre y el cansancio que podían con él. 

No se había dado cuenta de que en su cuerpo tenia marcas de golpes, además de su mejilla y moretones en el cuerpo. Intentó levantarse pero el dolor lo hizo tumbarse de nuevo al suelo. Lo que estos tipos le había hecho el día anterior estaba cobrando factura ahora. 

La ropa estaba más rota que ayer. Y el sabía lo malo que era esto. Se levanto esta vez, haciendo un esfuerzo terrible por sostenerse de la pared. Debía irse. La lluvia era muy fuerte, la ciudad no era agradable con él, y algo lento, caminó sosteniéndose de las paredes. Su cuerpo e empapó rápidamente y con ello su ropa. 

La ciudad donde se encontraba estaba dividida por un río. Pensó en darse un baño. No sin jabón, pero que al menos lo limpiara de su propio hedor y el de otros. Caminó hasta este con la esperanza de que ...al menos...el agua le diera la calma que tanto buscaba. Así que...lo pensó demasiado. 


Pensó tanto en lo que le había ocurrido la noche anterior.

Pensó tanto en lo que le había ocurrido desde que fue lanzado a la calle. 

Pensó tanto en el daño que había hecho. 

Pensó tanto en el daño que le habia hecho a esa omega.

Pensó tanto en las malas decisiones que el mismo había tomado. 

Pensó tanto en todo lo que pudo hacer para evitar este destino.

Pensó tanto....en Anthonny. 

Pensó en que su actuar...era por Anthonny. 

Pensaba...en el amor que aún le tenía a Anthonny....


-Si quieres....verme muerto...yo quiero que lo veas...


Miraba al cielo. Cerró los ojos sintiendo las gotas de lluvia golpeando su rostro. Dejaba que estas reemplazaran sus lágrimas. Lágrimas que no podía soltar a pesar de todo lo que había pasado. Y se odiaba por no poder llorar amargamente. 

Pero incluso las ganas de llorar las había perdido por tanto abuso. 


Aún asi....sabía que su sufrimiento no era mas que una pequeña parte del gran pecado que habia cometido. 


-Permíteme...hacerte feliz de este modo....Anthonny... me deseas muerto, yo se muy bien que sí. Te entrego mi vida.

Tomaba con fuerza su ropa. Agachó la cabeza y se hincó frente al río. 

Con la poca fuerza que le quedaba, por el cansancio y el hartazgo de vivir de este modo,  Aziraphale estaba convencido de lo que debía hacer. El río empezaba a incrementar de agua. Y también de velocidad. Ver esa corriente rápida hacia que Aziraphale suspirara aliviado. 

-Moriré rapido...

Sin titubeo, el conde Fell terminó por arrastrarse hasta el fondo del agua. Dejaba que esta lo llevara hacia donde quisera. El sórdido sonido de las gotas de lluvia, el agua fría y su cuerpo suspendido en el agua, le daban una paz que había deseado demasiado. No más dolor...no más días tristes, no más abusos.

El estaba deseando la muerte. Por expiar su pecado, Aziraphale sabía que el pago debia ser igual al crimen.


PECADO DE ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora