PECADO DE ALFA

17. Omega

2 días después de la transformación. 

Aziraphale despertó lentamente. Mareado. Su mente estaba llena de preguntas. La cama era cómoda, y reconocía este lugar. Era donde él se había quedado anteriormente. 

La luz le parecía muy brillante, lo que le daba dolor en los ojos. Las mantas cálidas, pero no hasta el punto de acalorarlo. Eran suaves, y también notó que estaba desnudo. Pero algo había cambiado. 

Podía notarlo más ahora. Quizás por la sensibilidad, o algo más que eso, pero tenía un olor impregnado en su piel. Era relajante para él poder oler esto. Sin embargo, seguía sintiendo dolor en su cuerpo. 

Se llevó su mano al vientre. Había algo más en su interior. Algo diferente. Cerraba los ojos, recordando esa noche en la cabaña. El dolor, la incomodidad, todo parecía una pesadilla ahora. No recordaba cómo es que había llegado a esta cama. 

Pero en general, sentía que su cuerpo ya no era como tal su cuerpo. Se movió para tratar de levantarse, y el dolor de su vientre empezó a recorrer todo su ser. 

—¿Qué me está pasando?...— Seguía en duda. Y quería saber la realidad. 

En su completa confusión, escuchó el sonido de pasos acercándose. La puerta se abrió, dando paso a un sirviente con una bandeja con comida. 

El sirviente seguía en lo suyo, y se alejó sin dirigirle la palabra. 

Sin embargo, el sirviente avisó al médico y a Crowley de esto. 

El médico entro a la habitación. Notando a Aziraphale con dolores. 

—Señor Fell — Saludo para después comenzar a sacar sus cosas — Su cuerpo ha experimentado un cambio considerablemente rápido. Por ahora, lo revisaré. 

Aziraphale no podía reclamarle siquiera. 

Solo le dejaba revisarlo. Estaba desnudo, ni siquiera había podido vestirse. 

—Debería explicarme...es su deber — Lo decía molesto, y también desesperado. 

El médico seguía con la misma calma que desde el principio. 

—Mi deber es asegurarme de su salud señor Fell. Si busca respuestas, a quien debe preguntarle es a otra persona. Esto no me corresponde — Anotaba unas cosas en su cuaderno, ese mismo cuaderno que había visto tantas veces a lo largo de su estadía aquí. 

Y antes de que el ahora omega pudiera reclamar, la puerta dió paso a alguien más. Ni un sirviente, ni el mayordomo, era Crowley. 

Aziraphale sintió su corazón latir con fuerza. Hacía días que no lo veía. Y esto era un alivio para su corazón. Sin embargo, se podía notar la tensión. 

—Veo que ya despertaste Aziraphale — Sonrió de manera fría. 

El médico ya se iba a retirar.

—Con su permiso Señor Crowley

Entonces ahora, ambos estaban solos en aquella habitación.

Aziraphale estaba convencido que algo ocurría. Y quería saber la verdad. 

—¿Qué fue lo que me hicieron? — Preguntó con voz temblorosa, pero con determinación. 

Crowley se acercó, sentándose en la orilla de la cama. El alfa pudo percibir las feromonas de este. Atrayentes...pero no era momento de eso.