38. Perdón

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El segundo bebé nació. 


Y no lloraba. 


El médico tuvo que reanimar al cachorro. Este no respiraba por si mismo, porque además, era pequeño a comparación de su hermano mayor. 

Ambos niños...

Y en cuanto el bebé empezó a llorar, dejó a este en manos de los sirvientes, quienes comenzaron a limpiar al cachorro. El médico acudió rápidamente con Aziraphale. 


Pero Crowley no se acercó a ver a sus pequeños. No esta vez. Se quedó junto al omega. 


El médico comenzó a coser, de manera rudimentaria, la herida. Y el omega temblaba de dolor, de temor por todo esto, consciente pero aguantando. 


"No quiero morir...por favor...no...aún"


—Está muy débil. No puedo hacer más por él. La madre omega...no puede soportar cesáreas...y le había dicho que no más embarazos. Incluso...si no hubiera recibido este abuso..su vida estaría en peligro, por que 3 embarazos en un omega masculino, son perjudiciales, especialmente si son gemelos... Solo un milagro podría salvarlo.

El médico decía esto mientras Aziraphale seguía temblando, en un estado de inconsciencia intermitente y de gemidos de dolor y llanto silenciosos. 

 Y el alfa estaba a su lado, sin moverse, siendo un soporte al omega.

—Revise a los niños. Yo me encargo de él. 

Pero Crowley no estaba dispuesto a perder a Aziraphale.









Después de la cesárea, Crowley seguía a lado de Aziraphale. Recostado con este, en un intento por mantener el cuerpo del omega caliente. 


Lo sentía frío, y muy pálido. 


El omega estaba en estado crítico. Pero respiraba.

Aziraphale por su parte, intentaba no sentir el dolor. No se movía demasiado, las suturas dolían. Y la preocupación de saber de sus hijos...lo mantenían despierto.

El alfa estaba con el corazón roto. Este omega había podido taladrar muy dentro de él, y debilitarlo. Y ahora, no podía aceptar que estaba a punto de perderlo.


No quería aceptar esto. No debía perderlo.



Aziraphale reunió fuerzas para hablar con Crowley.

—¿Son gemelos verdad?... — Incluso preguntar esto, le dolía a Aziraphale.

—Si...lo son... — Lo dijo suavemente. 

—¿Ellos están bien?...

—Deberías preocuparte por tí. Tú estas...

PECADO DE ALFADonde viven las historias. Descúbrelo ahora