19. Encuentro inesperado

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Las calles de Washington D.C. comenzaban a teñirse de los tonos cálidos del atardecer, donde el sol, ya cansado, daba paso a una fresca brisa que anunciaba la típica llegada de la noche. Los días siguientes a la última junta de la ONU habían sido tranquilos, pero una inquietud persistente parecía latir en el corazón de Rusia. Desde que había llegado a Estados Unidos, sus pensamientos habían estado atrapados en un bucle constante, siempre regresando a un solo punto: Alemania.

Caminaba lentamente por una de las amplias avenidas, su mirada perdida en las sombras alargadas que proyectaban los edificios. A su alrededor, los murmullos de sus hermanas, Letonia y Estonia, eran apenas un eco lejano. Los tres habían salido a explorar la ciudad, pero mientras sus hermanas conversaban y reían, Rusia no lograba apartar la imagen de aquel joven silencioso que había visto en la junta. Alemania, siempre acompañado de Estados Unidos y, en ocasiones, de Polonia, parecía tan distante, tan... diferente a como se veía en su niñez.

-Rus, ¿nos estás escuchando? -preguntó Letonia, notando la distracción de su hermano mayor.

Rusia asintió automáticamente, sin prestar verdadera atención. Estonia rodó los ojos, comprendiendo que algo más ocupaba la mente de Rusia.

-Seguro está pensando en la junta -comentó Estonia en un susurro a Letonia, quien solo asintió con una leve sonrisa.

Sin embargo, Rusia no estaba pensando en la política o en las discusiones que habían tenido lugar en la sala de reuniones. Su mente estaba llena de preguntas, de dudas que no se atrevía a expresar. Durante toda la estancia en Estados Unidos, había intentado encontrar el momento adecuado para acercarse a Alemania, para hablarle, pero cada vez que lo veía, sus pies se quedaban clavados en el suelo, y las palabras se ahogaban en su garganta.

...

Después de acompañar a sus hermanas, Letonia y Estonia, en un breve paseo por la ciudad, Rusia había decidido regresar solo, buscando un poco de espacio para aclarar su mente. Mientras caminaba por las calles semivacías, sus pensamientos no dejaban de girar en torno a Alemania.

Al otro lado de la ciudad, Alemania e Italia habían terminado de cenar en una pequeña cafetería que Italia había encontrado mientras exploraban

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Al otro lado de la ciudad, Alemania e Italia habían terminado de cenar en una pequeña cafetería que Italia había encontrado mientras exploraban. La comida había sido sencilla, pero suficiente para llenar el silencio que había reinado durante gran parte de la tarde. Italia, siempre atento a su amigo, había notado la tristeza en los ojos de Alemania, aunque sabía que no obtendría respuestas claras si lo preguntaba directamente.

-Ale, deberíamos regresar. Se está haciendo tarde -dijo Italia, poniéndose de pie y dejando algo de dinero sobre la mesa.

Alemania asintió en silencio, poniéndose en pie también. Mientras caminaban de regreso al hotel, la noche empezaba a cubrir la ciudad con su manto oscuro. Las luces de las farolas se encendieron, bañando las calles con un resplandor suave y casi melancólico. Italia, aunque cansado, no podía evitar preocuparse por su amigo. Sentía que algo lo perturbaba, pero sabía que, en su estado, Alemania no podía expresarlo como antes.

La suave vos de un ángel...(Rusger/Alemania×Rusia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora