El sol del mediodía se colaba por las cortinas de la casa de Alemania, iluminando la sala con una luz suave que parecía intentar desterrar la resaca de la noche anterior. Rusia despertó lentamente en el sofá, con la cabeza pesada y la boca seca. Se llevó una mano al rostro, intentando reunir los fragmentos dispersos de la noche en la Oktoberfest. Había recuerdos nublados, risas, brindis interminables, y esa imagen persistente de Alemania sonriendo ampliamente, algo poco común en él.
Rusia se sentó y miró a su alrededor, buscando alguna pista que lo ayudara a recordar lo que había pasado después. Sabía que habían regresado juntos, tropezando torpemente por las calles, pero había una sensación latente que no podía identificar. Algo había dicho o hecho, pero era como si su mente se rehusara a darle acceso a esa parte del recuerdo.
En la cocina, Alemania ya estaba despierto, preparando café. Se movía en silencio, concentrado, pero de vez en cuando lanzaba una mirada rápida hacia Rusia, como si también estuviera lidiando con una vaga incomodidad. Aunque era mudo, sus gestos y expresiones hablaban por sí solos: estaba confundido, pero no nervioso. Solo algo... distinto.
Rusia estaba por intentar iniciar una conversación, pero un sonido los interrumpió. Era el timbre de la puerta, resonando fuerte en la casa. Ambos intercambiaron miradas. No esperaban visitas.
Alemania dejó la cafetera y caminó hacia la puerta. Al abrirla, se encontró con Polonia, quien lo saludó con una sonrisa amplia y despreocupada. Polonia no necesitaba invitación; en un par de segundos ya estaba dentro de la casa, envolviendo a Alemania en un abrazo efusivo.
-¡Ey, Niemcy! ¡Hace tiempo que no te veo! -dijo Polonia con entusiasmo, dándole unas palmadas en la espalda antes de soltarlo y dirigirse hacia Rusia, a quien saludó con una mirada juguetona-. Y mira quién está aquí, Rusia. ¿Qué tal, compañero? No sabía que estabas tan... cercano a Alemania estos días.
Rusia, aún desorientado por la resaca y la presencia inesperada de Polonia, solo pudo levantar la mano en señal de saludo.
-Eh... sí, estoy... aquí -dijo, su voz algo titubeante. Se sentía incómodo bajo la mirada inquisitiva de Polonia, que siempre tenía la capacidad de ver más de lo que uno quería mostrar.
Polonia se dejó caer en el sillón frente a Rusia, mirando de reojo a ambos. Sus ojos chispeaban con picardía, como si estuviera disfrutando de la situación.
-Bueno, bueno... No me esperaba esto. ¿Qué ha estado pasando entre ustedes dos? -dijo, alzando una ceja y sonriendo de forma burlona.
Alemania, que acababa de regresar a la sala, se quedó de pie al lado de la puerta, cruzándose de brazos. Su expresión se mantuvo neutral, pero había una ligera tensión en sus movimientos. Negó con la cabeza de forma rápida, pero decidida, indicándole a Polonia que no había nada más que amistad entre él y Rusia. Sin embargo, Polonia parecía decidido a molestarlos.
-Vamos, vamos, no te pongas así, Ale -dijo, usando el diminutivo de forma juguetona-. Anoche en la Oktoberfest estaban muy... cercanos. Y ahora te encuentro aquí, en casa de Alemania. No me digas que no hay algo más... interesante pasando.
Rusia, sintiendo cómo el calor subía por su cuello hasta las orejas, intentó defenderse.
-No, Polonia... Solo estamos... ya sabes, como amigos -balbuceó, consciente de que su respuesta no sonaba del todo convincente. Recordaba vagamente estar muy cerca de Alemania la noche anterior, pero no lograba poner en claro los detalles. "¿Dije algo importante?" pensó, con el corazón acelerándose.
Alemania, incómodo por la dirección de la conversación, caminó hasta el sofá y se sentó junto a Rusia, dándole un suave codazo en el brazo como una forma silenciosa de decir "No le hagas caso". Pero aunque intentara disimularlo, también había un leve rubor en sus mejillas, como si las insinuaciones de Polonia despertaran algo que ambos trataban de ignorar.
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La suave vos de un ángel...(Rusger/Alemania×Rusia)
AcakAlemania es mudo sin embargo no siempre fue así. "Eres esa parte de mí que nunca supe que faltaba, como si mi corazón estuviera incompleto hasta que llegaste tú. Cada día que paso contigo me convence más de que estaba destinado a encontrarte, y aho...