37. Rusia

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El sonido del viento golpeando suavemente la ventana fue lo primero que despertó a Rusia. Abrió los ojos despacio, su cuerpo sintiéndose más pesado de lo habitual. No había dormido bien. Se quedó un momento mirando al techo, su mente adormilada, intentando no pensar en lo mismo que había estado ocupando sus pensamientos toda la noche: Alemania.

Se giró en la cama, soltando un suspiro profundo. Sabía que regresar a casa debería traerle paz, pero algo en su interior no dejaba de inquietarlo. Cerró los ojos de nuevo, como si al hacer eso pudiera bloquear todo lo que sentía. Sin embargo, la imagen de Alemania apareció en su mente. La última vez que lo había visto, el silencio entre ambos había sido incómodo, pero no por falta de comunicación. Rusia sabía que era él quien no podía expresarse.

"Maldición", murmuró, sentándose en la cama y pasando una mano por su rostro. No podía seguir así. Tenía que olvidar esos pensamientos y concentrarse en su vida aquí, con sus hermanos.

Se levantó lentamente, estirando los músculos adoloridos por la incomodidad de la noche. Al salir de su habitación, el sonido de platos y risas lo sorprendió. Al parecer, Ucrania había vuelto.

Bajó las escaleras, encontrándose con Ucrania y Kazajistán en la cocina. Ucrania estaba haciendo algo de desayuno, su rostro despreocupado como siempre. Kazajistán estaba sentado a la mesa, leyendo un libro, pero miró a Rusia al notar su presencia.

—Mira quién se levantó temprano —comentó Ucrania con una sonrisa burlona—. Creí que estarías dormido todo el día después de tu "gran viaje".

Rusia frunció el ceño, intentando no mostrar demasiado interés en la conversación.

—No dormí bien —dijo simplemente, caminando hacia la cafetera para servirse una taza.

—¿No dormiste bien? ¿Es eso o es que no te acostumbraste a dormir sin compañía? —Kazajistán agregó sin levantar la vista de su libro, pero con una sonrisa sarcástica en su rostro.

Rusia sintió un pequeño nudo formarse en su estómago. No estaba de humor para bromas, y menos sobre Alemania. Se llevó la taza de café a los labios, mirando hacia la ventana para evitar el contacto visual.

—Cállate —murmuró, sin darle mucha importancia al comentario de su hermano.

Kazajistán soltó una ligera risa, pero no insistió más. Ucrania se acercó con un plato lleno de panqueques, dejándolo sobre la mesa.

—¿Así que, qué tal te fue? —preguntó Ucrania mientras se servía una porción—. Estabas fuera bastante tiempo.

—Nada fuera de lo común —respondió Rusia, manteniendo la vista en su taza—. Reuniones, papeleo. Lo de siempre.

—Seguro que fue más emocionante que eso —dijo Ucrania con una sonrisa, pero al ver que Rusia no estaba muy dispuesto a hablar, cambió de tema rápidamente—. Por cierto, ¿dormiste bien con Bielorrusia usando el sofá como su fortaleza de dulces?

Rusia soltó una leve risa, recordando la escena de la noche anterior. Al menos, eso había logrado distraerlo por un momento de sus pensamientos.

—La encontré envuelta en envolturas de caramelos. No sé cómo sigue comiendo tanto sin enfermarse —dijo Rusia, tomando otro sorbo de café.

El ambiente en la cocina se mantuvo ligero por un rato, pero Rusia no lograba sacarse de la cabeza el recuerdo de Alemania. Intentaba concentrarse en lo que sus hermanos decían, pero sus pensamientos volvían una y otra vez a esos momentos que habían pasado juntos.

Justo cuando pensaba que podría sobrellevar la mañana sin más complicaciones, su teléfono vibró en la mesa. Bajó la vista y vio el nombre de Alemania en la pantalla. Sintió una pequeña sacudida en el pecho, pero intentó mantenerse calmado mientras desbloqueaba el teléfono.

La suave vos de un ángel...(Rusger/Alemania×Rusia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora