Epilogo Parte 1

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Ya habian pasado 4 años desde la última vez que la vio.
Habia regresado a California después de mucho tiempo. El cuerpo le temblaba como un niño pequeño asustado y el corazón le retumbaba fuertemente an sin haberla visto.
A sus 21 años se sentia así. ¿Cómo será cuando la vea? Y es que moria por verla otra vez.
... Sacó de entre sus cosas el pequeño papel que le entregó Harry con la dirección de _____. Lo leyó mil veces hasta que llegó a su departamento en una zona muy linda, por cierto.
Todo lucia tranquilo. Subió por el ascensor con el alma en un hilo y cuando llegó buscó el Dep. #401.
Y ahí estaba, parado frente a su puerta con la ilusión de volverla a ver después de todo este tiempo.
Su vida en Roma habia sido más pacífcia, la universidad le cayó a pelo, hizo amigos e incluso consiguió un trabajo. Ya habia madurado totalemente, ya no era el mismo Jorge de antes. Y claro, habia salido con algunas chicas pero nada serio, siempre conseguia lidear con el fantasma de Martina Stoesse que revoloteaba por su almohada cada noche.

Respiró profundamente nervioso y miró el reloj.
Eran las 9 pm. Se armó de valor y su dedo tembloroso presionó el timbre. Frunció el ceño apenas lo retiró.
<<Ya voy >> - escuchó decir desde adentro, y entonces estuvo apuntó de salir corriendo con ganas de vomitar de los nervios. Antes de que se arrepintiera la puerta se abrió dejando ver a una linda y madura Martina.

Sus ojos se abrieron de par en par, estaba hermosa como siempre.
Su cabello sujetado con media cola y sus proporciones perfectas en su cara, los labios pequeños y gruesos, los ojos grandes y llamativos con esas pestañas rizadas, sedozas y coquetas, sus mejillas ruborizadas y su frente pequeñita al igual que su mentón.
Sus orejitas pequeñas y delicadas con esos aretitos de oro pegado a ella. Ya no podia dejar de verla, lucia extremadamente bella, como siempre fue, pero ahora en su etapa de chica grande y madura.
Me quedó mirando fijamente, como queriendo analizarme.
El olor de su perfume invadió cada espacio de mi pequeña esquina, suspiré complacido de haberla visto.

- ¿Jorge? - al fin logró decir la chica.
- Hola Martina - respondió el.

No podian creer que se tenian el uno al otro frente a ellos mismos.
- No puedo creerlo.
- Yo tampoco - dijo Jorge - lindo portico.

Martina entendió el sarcasmo y se movió para que Jorge ingresará.
La sala era linda, perfectamente decorada con un gran sillon de cuero negro y una alfombra morada, algunas fotografias y cuadros al rededor, y unas cuantas flores blancas.

- Lindo lugar.
- Gracias... Crei que estabas de viaje.
- Regresé - dijo mirandola fijamente.
- No te veia hace muchos años.
- Si... ¿Cómo estás? - preguntó pasivo.
- Bien, bien.
- Ah...

Hubo un silencio incómodo mientras ambos dirigian sus miradas por algún lado de la pequeña sala.

- ¿Vives sola?.
- No - respondió - lo comparto con Emily, una amiga de la universidad.
- ¿Que tal Stanford? ¿Ya terminas la carrera?
- En 1 año - dijo orgullosa.
- Pensé que vivirias en tu casa.
- No - respondió - Mamá esta viviendo con mi tía Angelina en Miami hace como 2 años, además este lugar esta a unas calles de la universidad, es más rápido. ¿Y tu?
- Hmm... llegué de Roma ayer, pedí un traslado a la universidad de San Diego.
- Oh, si si, es buena - dijo Martina.
- Si...

Otra vez ese silencio incómodo.
- Jorge... - dijo Martina. El giró a verla - ¿Regresaste por tu familia?
- Así es - respondió - por mi hermana y mi madre.
- Ah. ¿Quieres un vaso de jugo o agua?
- Agua estaria bien - dijo nervioso.

Ella caminó hacia la cocina y le sirvió un vaso de agua.
Jorge lo bebió todo de un solo sorbo, estaba demasiado nervioso.
- ¿Cómo conseguiste mi dirección?
- Harry me la dio.
- ¿Y por qué? Digo, ¿por qué me buscaste?
- Porque queria verte para que me perdonaras en vivo y en directo.
- Jorge, yo no tengo que perdonarte nada.
- Es que a eso vine... a que me perdones.
- Lo que pasó fue hace mucho tiempo, cuando teniamos 17 años, eramos unos chicos inmaduros.
- Pero cometí muchos errores - dijo Jorge - quise aclarar todo contigo, incluso fue al la clínica para despedirme pero...
- Lo se, Hanna me lo dijo. Yo creo que fue lo mejor.
- Si. De todas maneras me porte como un imbécil contigo.
- Pero eso ya paso - dijo ella - no te guardo ningún rencor, de verdad.
- ¿Entonces podemos ser amigos? - Ella hizo una mueca.
- Creo que si...
- ¿Me tienes miedo?
- No - dijo Martina - es solo que... me sorprende del todo que estes aquí, en mi nueva casa, hablando conmigo...
- Nunca te pregunté como terminó lo de tu enfermedad.
- Bien - dijo orgullosa- con los tratamientos logré superar la leucemia y estoy sana.
- Me alegro por ti Martina - dijo sonriendo.
- Ahora voy a hacerme chequeos, pero es solo para descartar la posiblidad que aparescan nuevamente las células cancerigenas, pero bueno... nada del otro mundo.
- ¿Podrías recaer?
- No - ella negó - deje las clinicas hace como 3 años, estoy perfecta - ambos rieron.
- Bien.
- Has cambiado mucho - dijo Martina observándolo.
- ¿Ah si? Yo también creo que cambié.
- Se nota el cambio, luces... no se ¿diferente?
- ¿Más alto?
- No - dijo ella - me refiero a que... estas más pasivo.
- Si, estar alejado por estos años me ayudó mucho.
- Me alegro por ti, supongo que eso es lo que realmente importa, al final de todo siempre debes quedar bien contigo mismo...
- Y tu también luces muy bien - dijo Jorge observandola - me gusta tu vestido, te ves muy bonita Martina.
Ella se ruborizó mientras sonreia.
- Gracias.
- ¿Y tu compañera? - dijo evitando el nerviosismo de su cumplido.
- Salió con su novio, y cuando es así no regresa hasta el otro día.
- ¿Y tu no tienes novio?
Luego claro, se odio por preguntar eso. Tonto Blanco, ¿la quieres espantar?
- No - dijo Martina- terminé con Conor el año pasado y desde entonces no he salido con nadie. Bueno si, pero nada serio...
- ¿Conor Maynard? - dijo Jorge frunciendo el ceño.
- Aja.
- No sabia que...
- Fue complicado, le dieron una beca en la universidad de Londres y aceptó.
- Supongo que aveces hay que seguir con los sueños y dejarte fluir.
- Eso pasó con Conor - dijo Martina - el debia seguir su corriente.
No tenia novio, soltó un suspiro de alivio en su interior.
Martina recojió el vaso de agua de Jorge, y ambos chocaron sus manos, ella al recibirlo y el al entregarselo, una fuerte descarga eléctrica los sacudió. Rápidamente nerviosos se separaron.
- ¿Quiéres ir a cenar? - preguntó Jorge - quisiera oir más de lo que has estado haciendo.
- Hmm - dijo ella pensando - supongo que si, no quiero quedarme esta noche del sábado sola.
- ¿No tenias planes?
- No, he estado muy ocupada con mis cuadros.
- ¿Eres pintora? - preguntó levemente sorprendido.
- Si - asintió - hace como 2 meses los aceptaron en una galeria y los expondré.
- Felicidades.
- Gracias - dijo amablemente - antes de que empiezen los finales deberé pintar nuevos.
- Me encantaria verlos.
- Claro, cualquier otro día te dare la direccion para que te pases.
- Eso estaria bien ¿vamos?
- Si.
- ¿Qué te gustaria cenar? - preguntó amablemente
- Hmm... pasta.
- Conozco un sitio muy lindo por aquí.
- De acuerdo - dijo mirandolo fijamente - ire por... por mi bolso - dijo nerviosa.
Jorge respiró profundamente y antes de que ella girara para irse la volteó frente a el sujetandola del brazo para unir sus labios. Ya no aguantaba más, queria besarla.
Al principio Martina se sorprendió, mas no se resistió, siguió con el beso. Mientras buscaban en sus bocas el beso perfecto.
Solo se sentia la tibieza se su piel, un beso suave, sensual, mágico.
Cuanto habia extrañado aquellos preciosos labios, su sabor era exquisito, a menta. Sentia su respiración agitarse mientras tragaba su saliva y jugaba con su lengua. De a poco el beso se hizo más fuerte, más seguro. Y aprieta. Y afloja. Jadea. Respira. Y juega, en las comisuras, en el centro. Un par de labios sostiene al otro. Y la lengua roza apenas los bordes. Y vuelve. Una, otra vez. Se encuentran. Se separan. Se reencuentran. Saciándose. Llenándose. En un sinfín. Como una melodía. Buscando el equilibrio entre la delicadez y el desenfreno, entre la prisa y la pausa, entre la suavidad y la fuerza. Encajan. Se funden. Se hacen uno. Son uno.

Un novio obsesivo y agresivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora