Daniel Valencia se detuvo en el umbral de la oficina, esperando a que Betty se diera cuenta de su presencia. Pero ella permaneció inmóvil, con la espalda hacia la puerta. Carraspeó suavemente, intentando llamar su atención, pero no hubo respuesta. Se acercó sigilosamente, notando que Betty estaba dormida, exhausta. Pensó en despertarla, pero se detuvo, observándola con curiosidad.
A pesar de su cansancio, Betty parecía elegante y refinada, incluso en sueños. Sus ojeras pronunciadas y pómulos filosos delataban su agotamiento, pero su belleza natural seguía siendo evidente. Daniel reafirmó su determinación de mantener distancia.
Se debatió entre despertarla y ofrecerse como chofer o dejarla dormir y marcharse. Si la despertaba, podría continuar la charla que habían iniciado en su última cena, pero temía que no fuera bien recibido. Si se marchaba, su caballerosidad lo haría sentir culpable.
Mientras reflexionaba, Betty susurró su nombre, "Doctor Valencia", sin despertar del todo. Daniel se enderezó, dándose cuenta de que ella lo había escuchado sin saberlo. La observó unos minutos más, luego se decidió por marcharse sin despertarla. La culpa era algo que podía manejar, pero otra humillación de parte de ella sería demasiado.
Se acercó a la puerta y murmuró un suave "Buenas noches, doctora Pinzón" antes de marcharse sin mirar atrás. Sabía que ella estaría segura en la oficina y que podría esperar otro momento para hablar con ella.
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Beatriz irrumpió en la oficina, aún recuperándose de la noche anterior. Le pidió a su asistente que llamara a algunos accionistas de la empresa. Aura María la miró con preocupación y se apresuró a llamar a la junta directiva urgente.
Mientras esperaba, Beatriz se preparó para la batalla que se avecinaba. Cuando Armando se acercó, ella lo miró con frialdad.
- ¿Es algo grave, Beatriz? - preguntó parado en medio de la oficina.
- Pase a la sala de juntas y lo sabrá - respondió ella, cortante.
Armando quiso replicar, pero se contuvo al ver que ella salía hacia la sala de juntas tomando el camino del pasillo.
Al llegar, Beatriz se aferró a las manijas de la puerta, respiró profundo y se preparó para enfrentar a los seis miembros de la junta. La voz de Daniel Valencia la detuvo.
- ¿Recordando viejos tiempos, Armando? ¿Saboreando una sensación que jamás vas a volver a tener?- escuchó su tan característica ironía.
Armando Mendoza haría que su palabra valiera nada si seguía con esos gestos. Ya no quería más reproches de Marcela ni chismes de pasillo. Debía cruzar la puerta.
- Buenos días - saludó, firme y con autoridad.
Marcela fue la primera en hablar. - ¿Qué tanto misterio e indecisión puede haber que convocó una junta urgente a cinco días del lanzamiento?
Don Hugo se unió a la pregunta. - ¿Acaso tiene que ver con que éste haya llegado desde la presidencia?
Daniel Valencia se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en Beatriz. - Somos todo oídos, Doctora Pinzón.- dijo provocando un desconocido deja vú auditivo-
Beatriz lo miró un momento, esperando que Daniel Valencia se uniera a la ola de reproches, pero no pasó. Acomodó su garganta con un ligero carraspeo, luego comenzó a hablar. - Hay un problema...
La junta directiva se inclinó hacia adelante, lista para escuchar. La batalla había comenzado.
{.....}
- ¿Qué significa eso ?- preguntó don Hugo con un leve desinterés y una palpable desesperación.
- Pues que se puede caer el lanzamiento, Hugo- contestó Daniel Valencia levantándose y caminando hacia Beatriz.
- ¡Ay, NO!- Empezó su escena buscando la mano de su amiga- March, March, por favor. Dime qué es un sueño. Por favor dime que todo esto sólo pasa en mi cabeza.
- Ya basta Hugo - contestó Marcela con una mezcla de molestia y diversión. -
- ¡No!- gritó el diseñador llevándose una mano al pecho e hiperventilando- ¡Que me va a dar! ¡Que me va a dar algo! Una valeriana, algo.- finalizó poniéndose de pie y caminando de un lado a otro.
- Hugo- habló Daniel Valencia con los papeles de Beatriz en la mano. - Siéntate. Deja la pantomima.Hugo iba a replicar con todo su arsenal, pero la mano de Marcela en su brazo lo hizo desistir. Salieron ambos de la sala de juntas después de eso, si su hermano estaba calmado, Marcela sabía que era porque había una solución al problema. Debían esperar.
Mientras tanto, en la sala de juntas, sólo quedaron Calderón, Mendoza , Valencia y Pinzón. Los últimos sentados juntos, revisando las posibilidades que tenían y los otros dos, siendo relegados a simples espectadores, uno fingiendo normalidad cuando por dentro tenía una hoguera de celos.
- Bien Doctor- habló Betty dando por finalizada la búsqueda - Pienso que es viable.
- Lo es, Beatriz- contestó Daniel mirándola a los ojos y levantándose de la silla.- Créame que lo es.
- ¿Seguro, Danielito, que esa idea tuya podrá reemplazar el capital que debía cubrir ese auspiciante? Estamos hablando del costo de la mitad del evento - desafió Armando buscando provocarlo.
- Sí doctor Mendoza- contestó Beatriz - Es seguro.Armando la miró confuso. Beatriz había detenido la contestación de Daniel con una mano y lo observaba con una mirada llena de reproche y resignación. No dijo más. Se levantó, tocó el hombro de Calderón y abandonaron la sala de juntas hacia su oficina, que era más un confesionario que otra cosa. Ya la encontraría con la guardia baja y podría hablar.
Del otro lado, en la sala de juntas, los que quedaban acomodaban sus cosas para marcharse y seguir sus respectivas agendas. Y, sobre todo la presidente, debía poner en marcha la solución al problema.
- Doctor Valencia- le llegó a los oídos de Daniel antes de abrir las puertas. - Gracias. - dijo Beatriz con una sonrisa cortés.
- No me las dé - contestó él cortante.- Sólo me aseguro que el patrimonio de mi familia se mantenga a salvo. - dicho eso, cruzó la puerta luego de un leve asentimiento de cabeza.Beatriz se quedó mirando la puerta del pasillo unos segundos. 'Tanta cortesía, y ahí está el ogro de siempre', pensó
{.....}
Había sido un largo día para Beatriz Aurora Pinzón Solano. Ya se encontraba en su cama, pero el insomnio se había hecho presente. Tomó su celular de la mesa de luz. Leyó que eran las once y media de la noche, el tiempo pasaba cual caminante con pie de plomo. Decidió levantarse a hacerse un tinto para calmar la ansiedad que ella sabía que tenía.
Bajó las escaleras en silencio, si su padre se despertaba, era seguro que tendría que escuchar un sermón que no venía al caso con la situación, finalizado con la típica frase de: 'Recuerde mija, el diablo es puerco'. Y claro que lo sabía. Ella no era una santa paloma a esas alturas.
Luego de preparar su tinto en el más absoluto susurró, decidió acurrucarse en el sillón individual de la sala y con una mano sosteniendo la taza y en la otra el celular, empezó a revisar las notificaciones. Deteniéndose en seco al leer su nombre: Armando Mendoza.
¿Qué tanto había hecho mal en su vida pasada para que ahora estuviese pagando de esa manera? Entendía que su inmadurez y estupidez la habían puesto ahí. Pero ya estaba pagando, con creces, todo el desastre que había causado.
Decidió no abrir el mensaje. Y fue más lejos cuando lo eliminó sin ningún atisbo de duda. Sólo leer su nombre había hecho que su corazón variará sus latidos, acelerando su pulso y cambiando su respiración. Aún provocaba eso en ella, y se mortificaba pensando cuándo terminaría.
Porque una cosa era segura, ella quitaría a Armando Mendoza de su corazón, de su piel, de su alma. No le dejaría lugar dentro de ella. Lo extirparía por completo. Así fuese necesario sufrir de amnesia. Él no merecía un lugar con lindos recuerdos en su corazón.
Tomó un sorbo de la bebida, sintió el vapor en su rostro con los ojos cerrados y supo que el sueño estaba llegando. Era hora de descansar. El día siguiente traería sus propios desafíos.
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¡¡Hola!!¿Cómo va?
Acá hay otro capítulo.
Trataré de actualizarlo seguido. Tengo un trabajo muy demandante y escribo en la madrugada. Creo que en la somnolencia me drenan mejores ideas y situaciones. Jajaja.Espero sigan acá, y les guste cómo va encaminándose todo esto.
Quiero aclarar que aquí, Marcela no va a ser tan desafiante con Beatriz. Ya que mi cometido es otro.
Y el cuartel va a aparecer muy poco, creo que para lo que quiero lograr, la única que puede ayudar es Inesita.
Disfruten su momento de relax.Besos a todos. 😘😘😘.
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Sanar para que haya un Nosotros
ФанфикLa vida trajo A Beatriz Aurora Pinzón Solano de vuelta a Bogotá, de vuelta a Ecomoda. Sumida en una faceta de su vida en la que busca expiar culpas y sanar heridas para seguir adelante, Beatriz se verá dentro de una tormenta de situaciones y emocion...