Capítulo 4

388 38 6
                                    

Betty salía de Ecomoda después de una tranquila jornada laboral. Las ventas se habían disparado, Marcela había cerrado contratos con varias franquicias nacionales e internacionales. Los accionistas estaban tranquilos, ya no le respiraban en la nuca y ella ya armaba su futuro de libertad. Para empezar, había quedado con un agente inmobiliario a las siete y media de la tarde para encontrarse en un complejo de apartamentos, esperaba que ese al fin la convenciera.

Cruzó la puerta de la calle y respiró profundo. Agradeciendo al cielo que la inmobiliaria le hubiese extendido el horario de atención. Wilson le alcanzó su auto, a él le gustaba tener esas atenciones con la presidente, sólo para hacerla sentir mejor. Betty le agradeció y cuando estaba a punto de subir su mundo se vino casi abajo. ¿Por qué sus buenos momentos no duraban más que un suspiro?

- Betty- don Armando caminaba hacia ella aparentando serenidad.- Así que se irá a vivir sola, me alegro. Me alegro.
- Si, doctor.- dijo ella visiblemente molesta. Sabía desde donde le había llegado el chisme.- Y Gracias.
- Betty, ¿Le gustaría que la acompañe?- habló el poniendo sus manos en los brazos de ella.- No es seguro que usted vaya sola, uno nunca sabe. Podrían pasar millones de cosas, y usted es de lenta reaccio...
- No, Doctor- contestó ella safándose de su agarre y apresurándose a subir a su auto.

Dejando a un Armando Mendoza con la mirada sorprendida, viendo alejarse el auto. ¿Ya no tenía efecto sobre ella?

{.....}

Beatriz condujo en silencio, las luces de la ciudad desfilando frente a ella como un borrón de colores. La música de "Brave", de Sara Bareilles, sonaba suave en el fondo, pero cuando llegó al estribillo, algo dentro de ella se quebró.

"Say what you wanna say,and let the words fall out..." (Di lo que quieras decir, y deja que las palabras caigan...)

Las lágrimas comenzaron a caer, primero gotas suaves, luego atropelladas y presurosas. Tuvo que detenerse a un costado de la carretera. Sollozó, liberando todo el dolor y la frustración que había estado guardando durante mucho tiempo. El auto se convirtió en su refugio, su espacio seguro donde sus emociones se podían desbordar.

"Maybe there's a way out of the cage where you live...' ( Tal vez haya una manera de salir de la jaula en la que vives...)

La música y las lágrimas lograron ser los perfectos compañeros en un momento de liberación. Se sintió libre, sintió que se había roto un candado en su alma y que empezaba a dejar el pasado donde debía estar, atrás.

{.....}

Beatriz llegó a su destino, apagó el auto y recostó su cabeza en el asiento. Debía terminar de calmar sus emociones, limpiar su rostro y terminar el día con una decisión tomada.

Bajó del coche y caminó hacia la entrada de un edificio moderno y vidriado. Cerca de la puerta, un joven con carpetas, levantó la vista de unos papeles y la saludó con un asentimiento de cabeza y una sonrisa. Juntos ingresaron al edificio, saludaron al empleado de seguridad y subieron al ascensor.

En el momento que marcaron el número de piso y estaban a punto de cerrarse las puertas, una mano las detuvo y detrás de ella apareció una de las personas que menos quería cruzarse en ese momento.

- Doctora Pinzón- habló Daniel Valencia notando sus ojos rojos y levemente hinchados, no dijo nada, y saludó al agente inmobiliario con desinterés.- ¿Buscando apartamento ahora que se está acabando el plan de austeridad, doctora?- preguntó en su ya tan conocido tono.
- Eso a usted no le incumbe- contestó Betty en el mismo tono.- Es algo personal, no estoy obligada a darle un informe.
- Oh, bueno. Si lo pone de esa manera. - empezó Daniel, mientras el agente inmobiliario fingía leer un contrato que ya se sabía de memoria- Espero sea de su agrado o encuentre algo mejor.
- Gracias.- dijo Betty pensando si decir lo siguiente o no. Pero ya que...- Quiero un hogar, no un lugar para traer conquistas nocturnas como tantos otros.
- ¿Le molesta que pueda llegar a usar mi departamento para eso?- preguntó Daniel agarrando la indirecta.
- Para nada, doctor. Sólo estoy sopesando los pros y los contras de mudarme aquí. Sabiendo qué clases de personas me rodearán...

Daniel no replicó. La conversacion estaba en su máximo auge. Pero las miradas de reojo del agente lo detuvo. No debía dar a entender nada errado, seguía siendo alguien respetado fuera. Y una conversación trivial no tenía que manchar su reputación. Ellos dos no llevarían esa conversación más allá de ese momento, pero no confiaba en extraños.

El ascensor abrió las puertas en el número de piso que el acompañante de Beatriz había marcado. Ambos bajaron, dejando a Daniel Valencia sosteniendo la puerta con un pie y con cara de confusión.

- No me diga que también es su piso- habló Beatriz con una media sonrisa.- Ahora deberé tener en cuenta el ruido por las noches. - dijo llevando su dedo índice a un costado de su cabeza.- Definitivamente, desventaja.
- No sé preocupe, doctora.- contestó Daniel acercándose y quedando a una distancia prudente - Soy profesional. Mis negocios los atiendo fuera de casa. - finalizó con una sonrisa de labios cerrados y por un segundo, su rostro, volvió a mostrar confusión.

Cuando Betty iba a replicar, el joven ya tenía abierta la puerta del apartamento que había venido a ver. Así que se despidió de su enemigo con un asentimiento de cabeza y caminó hacia allí. Daniel la vio entrar al apartamento frente al suyo. Caminó hacia su casa preguntándose por qué le había dicho que no traía a sus acompañantes ahí si ella no era quién para saberlo.

Betty, por su parte. Recorrió en silencio lo que sabía, seria su nuevo hogar. Antes de bajar del ascensor, ya lo había decidido. Por fin su vida adulta como mujer independiente empezaba. Sólo restaba hablar con sus padres y comunicarles su decisión. Porque sí, ella lo había decidido, no necesitaba permiso, sólo se los diría para que supiesen dónde se iría y no estuviesen preocupados.

Esa noche, al salir del edificio. Notó que era luna llena y que brillaba más de lo habitual.

----------

¡¡Hola!! ¿Cómo va?

Y, nuevamente, otro capítulo.
Debo confesar que las ideas fluyen y se atropellan. Y cuesta mucho plasmarlas de forma coherente y entretenida.
Estoy armando diálogos entre Daniel y Betty, que saldrán más adelante, que llegan a casi a apagar mi cerebro. 🤣🤣🤣. Pero todo sea porque ustedes disfruten. Mientras, disfruto compartirles el comienzo de toda una historia de sanación y amor propio. Mjm...

Sin más qué decir,

Disfruten su momento de relax.

Besos a todos.😘😘😘.

Sanar para que haya un NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora